Ayer de tarde, Pablo Ferreri, subsecretario del Ministerio de Economía y Finanzas, habló en rueda de prensa sobre la estrepitosa suba del dólar en Argentina, que durante la jornada bancaria superó los 40 pesos. El jerarca señaló que la situación en el vecino país es atípica y una muestra clara de lo que ocurre “cuando los problemas macroeconómicos y fiscales se traducen en una pérdida de confianza, que lleva a una gran incertidumbre y, por lo tanto, a una enorme volatilidad”, que derivó en que el precio dólar subiera cerca de 7 pesos argentinos en el día de ayer.
Ferreri sostuvo que Uruguay está desacoplado de la región, no sólo por los niveles de crecimiento de los últimos años en comparación con Argentina y Brasil, sino también en el orden “macroeconómico y fiscal”. “Eso se traduce en confianza y en certezas. Por lo tanto, esa volatilidad que ocurre en los vecinos no se da en Uruguay. Entonces, podemos mirar esto con preocupación pero también con tranquilidad”, subrayó el jerarca. Además, señaló que Uruguay tiene “solidez financiera” y “mucha plata en el banco”. Explicó que las reservas de nuestro país equivalen a más de 30 puntos del Producto Interno Bruto, un volumen que “muy pocos países en el mundo tienen”, y que da “una espalda enorme para trabajar con tranquilidad”. “En estos días, a pesar de estas turbulencias en la región, los indicadores de confianza como el riesgo país o el valor de los bonos uruguayos no se han visto alterados. Por lo tanto, Uruguay es un país con solidez y espalda financiera, y que goza de la confianza de los mercados internacionales”, aseveró el subsecretario.
Por otra parte, Ferreri señaló que se reafirma la política cambiaria de libre flotación aplicada en Uruguay, en la que el Banco Central interviene para “moderar los saltos bruscos”, como hizo ayer –vendió 130 millones de dólares–, para que la moneda siga la tendencia “natural” del mercado –subió 0,6%, quedando en 32,19 pesos–.
A su vez, el titular del MEF, Danilo Astori, amplió en una entrevista con Telenoche algunos de los conceptos vertidos por Ferreri. Reiteró que Uruguay se diferenció mucho de los países vecinos, y que en la cartera utilizan el término “desacople” porque se diversificaron los mercados y nuestro país tiene una dependencia comercial de Argentina “mucho menor” que antes, salvo en el rubro servicios. Agregó que somos los únicos “en el vecindario” con grado inversor y que, en estos días de desajustes en Argentina, el riesgo país, en vez de aumentar, disminuyó. Por último, Astori indicó que en el único rubro en el que es posible esperar efectos que hay que prevenir y combatir ya se tomaron medidas: “Hace unos días reinstauramos el estímulo que teníamos al turismo, sobre todo el proveniente de Argentina, que es un aliciente muy importante: devolver a los turistas no residentes todo el IVA para todas las operaciones que realicen con tarjetas internacionales de débito y de crédito. Es una medida que apunta directamente a evitar un efecto negativo”.
Son odiosas
Ayer, el diario La Nación citó al economista Juan Ignacio Fernández, de la consultora Oikos Buenos Aires, quien señaló que “por primera vez, desde su creación, el peso argentino vale menos que el peso uruguayo, en términos nominales”. “Puede considerarse un hecho anecdótico, pero creo que dice mucho. A principios de 2003, un peso [argentino] equivalía a ocho uruguayos, y hoy [por ayer] con un peso se compraban 0,95 uruguayos. Es decir, nuestra moneda perdió más de ocho veces su valor a la de los vecinos en poco más de 15 años”, apuntó.
la diaria consultó al licenciado en Economía Pablo Moya, director de la consultora Oikos de Uruguay –que no tiene relación con la de Buenos Aires–, quien relativizó la afirmación de su par argentino. Subrayó que es equivocado comparar tomando en cuenta el cambio nominal, ya que, por ejemplo, bajo las administraciones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández hubo tipos de cambio múltiples, y algunos eran muy restringidos, por lo que existía también el tipo de cambio paralelo o “blue”, que llegaba hasta el doble. Por lo tanto, Moya considera que habría que tener en cuenta el tipo de cambio real, referido al poder de compra. Es decir, comparar qué canasta de bienes se puede comprar en cada país con determinado tipo de cambio. “Yo estuve la semana pasada [en Buenos Aires] y estábamos en uno a uno, pero eso es mentiroso. Sirve para comparar cuánto sale un desayuno en un lado o en el otro, cuando el bien es homogéneo, pero en realidad hay que comparar todos los bienes y servicios en general que se puede comprar con un salario determinado. Es probable que [la opinión de Fernández] haya querido marcar las diferencias que hay entre ambos países, y no un razonamiento muy técnico”, interpretó Moya.
Por último, el economista relativizó el efecto que la suba del dólar en Argentina podría tener en la llegada de turistas de ese país, ya que muchos están en condiciones de no decidir por los precios sino por otros aspectos, como los atributos de un destino, la seguridad o gustos personales. No se trata necesariamente de que vayan a “cambiar a Punta del Este por Mar del Plata porque sea más barato, implica otros considerandos que no generan una sustitución rápida; entonces, obviamente, se va a perder turismo, pero esa pérdida hay que evaluarla con cuidado”, finalizó Moya.