Medallas de plata y de bronce, menciones de honor y premios a la superación fue el saldo de las olimpíadas iberoamericanas de matemática y química de fines de setiembre. Las dificultades son varias, porque los adolescentes se enfrentan a la recaudación de fondos, a arduos entrenamientos, a temas que no ven en los programas de Secundaria y a exámenes de otras materias, porque el año no para cuando llegan las olimpíadas; eso les da aun más importancia a los reconocimientos internacionales. la diaria conversó con los mentores de ambas delegaciones y los dos concuerdan en que son excelentes oportunidades a nivel académico y cultural.

La XXIII Olimpíada Iberoamericana de Química se celebró en El Salvador del 21 al 28 de setiembre y participaron 17 países. Uruguay fue representado por Franco Castro, que ganó una medalla de plata; Eddie Kaitazoff, que obtuvo una medalla de bronce, al igual que Rodrigo Moreira, y Aparicio Loaces, que participó por primera vez en una competencia internacional. “Estos resultados significan mucho; ellos lo viven muy intensamente, porque llegar a estas instancias lleva mucho sacrificio y tiempo de estudio”, comentó a la diaria Marcelo Belluzzi, docente de la Facultad de Química que acompañó a los jóvenes en esta oportunidad.

Los entrenamientos fueron intensos: apenas pasaron las pruebas de clasificación se conformó la delegación y empezaron a trabajar viernes y sábados, en jornadas que llegaron a ir desde las 9.00 hasta las 19.00. “Es un esfuerzo paralelo al que hacen todos los días para el resto de las materias del liceo, e incluso el nivel que les damos de química es muy superior al de secundaria”, detalló el mentor, y agregó: “Para ir a la competencia ellos tienen que manejar todas las áreas de la química: orgánica, inorgánica, química analítica, físico-química y bioquímica; se los entrena a un nivel universitario”. Por eso el docente subrayó que es una “alta competencia”; el nivel académico al que llegan los estudiantes de todos los países es muy alto, similar al que se encuentra en la competencia mundial.

La Olimpíada Iberoamericana de Matemática lleva diez ediciones más que la de química. Este año fue la edición 33º, con la participación de 22 países, entre el 21 y el 29 de setiembre. Por primera vez fue coorganizada por dos países, España y Portugal, en su frontera con el océano Atlántico. Uruguay fue representado por Alejandro Seré, que se trajo una medalla de plata, mientras que Hernán Puschiasis, Santiago Irurtia y Federico Fornesi volvieron con menciones de honor por su desempeño.

Además, el equipo uruguayo fue distinguido por segundo año consecutivo con la copa Puerto Rico, que premia a la mayor superación a nivel país. Nelson Chocca, el docente que los acompañó y que participó como jurado de la competencia, marcó que recibir este premio dos veces “no es habitual; de hecho, es la segunda vez en 33 años, porque es muy difícil que un país pueda superarse más que los otros dos años consecutivos”, enfatizó.

El entrenamiento matemático es igual de exigente que el químico. Los adolescentes deben tener un nivel muy superior al de secundaria para poder obtener estos buenos resultados. Según Chocca, esto se logra gracias a la colaboración de la Universidad de la República (Udelar), la Universidad de Montevideo y la ORT, que ofrecen el marco para que docentes de la Com-Partida de Matemática (un proyecto educativo que se encarga de distintas actividades en torno a la resolución de problemas matemáticos) den seminarios para los estudiantes. Además, cuando los finalistas ya estaban elegidos, tuvieron entrenamientos particulares con los profesores. Al igual que en química, los jóvenes tienen que manejar un amplio espectro del mundo matemático: álgebra, teoría de números, geometría y combinatoria.

Intercultural

Ambos docentes destacaron que estas competencias son espacios académicos fundamentales, pero también son importantes por la integración con jóvenes de otras culturas. “Tienen la opción de generar amistades y conocer situaciones diferentes, otras culturas y en general otro país, porque hacen visitas guiadas por la zona, todas cosas complementarias a la competencia que son muy buenas desde el punto de vista humano”, destacó Belluzzi.

En esta línea también opinó el docente de matemática: “Fue una experiencia muy linda, visitaron Sevilla, Puerto de Palos; los chicos –que estaban del lado español– fueron hasta el lado portugués recorriendo la costa. Es una muy buena oportunidad de intercambio cultural”. En el caso de matemática, hay varias instancias previas en el año hasta llegar a la competencia iberoamericana, lo que provoca que “los chicos ya se hayan visto en otras competencias, como la del Cono Sur, la Rioplatense o el Mundial, entonces el intercambio en esta oportunidad se hace mucho más fluido”.

Contracara

Que Uruguay esté presente en las competencias internacionales no es sólo un esfuerzo académico de los jóvenes, también requiere juntar fondos para financiar los pasajes y las estadías. El Consejo de Educación Secundaria (CES) aporta algunos recursos para esta clase de competencias, pero no son suficientes. En el caso de las olimpíadas de química, están respaldadas y organizadas por la Facultad de Química de la Udelar, que al ser una institución grande y consolidada permite recaudar fondos con donaciones, por eso este año los estudiantes no tuvieron que pagar por su participación.

Ese no fue el caso de los jóvenes matemáticos. Chocca comentó: “Lamentablemente no se tiene demasiada conciencia de la importancia de los eventos para los chicos, de las oportunidades que les abren, los ofrecimientos a futuro que ellos reciben para estudiar en distintos lugares y perfeccionarse. Para el Mundial recibimos apoyo parcial del Latu y el CES; en esta oportunidad los fondos dependieron en su mayoría de lo que los chicos pudieran juntar”.