Debate programático | A un año de las elecciones nacionales, este mes Dínamo propone centrar el debate en aspectos programáticos. En las próximas semanas incluiremos columnas sobre educación, producción y seguridad, entre otros temas, pensando en los desafíos y las discusiones pendientes que tiene el país.

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El estado del conocimiento y del desarrollo científico y tecnológico actual no se parece en nada al de hace 100 años y ya presenta diferencias sustanciales con el de hace nada más que 15. Cambios muy profundos se operan en sólo un año: vehículos autoconducidos, aplicaciones que se transforman en empresas multinacionales impensables, laboratorios de análisis médicos con una app (ya están casi funcionando), inteligencias artificiales que sustituyen ramas enteras de trabajos profesionales, por poner algunos ejemplos.

Ante esto, los sistemas educativos no pueden mantenerse con paradigmas estancos que se traducen en diseños de readecuación casi nulos. Inevitablemente así quedaron fuera de época, pensados para una sociedad que ya no existe, incapaces de ver y adaptarse a la sociedad actual y, menos aun, de prever la sociedad futura.

Es imprescindible un cambio paradigmático en la educación que nos permita la formación adecuada para que nuestros ciudadanos y nuestra sociedad se desarrollen en todo su potencial.

Lo que enseñamos debe cambiar: no es tan necesaria ni útil la enciclopedia del pasado como la capacidad de manejar nuestro “reaprendizaje” en forma permanente. Hoy el conocimiento se duplica anualmente, pero posiblemente lo hará a diario dentro de 20 años, cuando estén en plena actividad vital los jóvenes que formamos hoy. Cuando el conocimiento se duplica, también hay muchos conceptos que cambian; y también se modifica la vida cotidiana, tanto en lo conceptual como en los objetos tecnológicos que se desarrollan. Los 30 con la radio, los 70 con la televisión, los 80 con las computadoras personales, los 90 con internet, los 2000 con los celulares, y desde el 2005 la proliferación de teléfonos inteligentes con conexión permanente: cada momento nos produjo un cambio en el modo de vida y por tanto un reaprendizaje. Tengamos en cuenta que de ahora en más los cambios van a ser mayores, más diversos y más rápidos.

Por ello Eduy21 ha propuesto cuatro grupos de competencias a desarrollar, basados en diferentes estudios que prevén que serán las imprescindibles para vivir en los próximos años:

Alfabetizaciones fundamentales que respondan a una visión dinámica y evolutiva de la sociedad; habilidades universales que son requeridas por los estudiantes para el desarrollo de tareas de la vida diaria: diferentes maneras de comunicación y lenguajes, el manejo cotidiano de lo científico y tecnológico, las sensibilidades, el relacionamiento.

Maneras de pensar, actuar y trabajar, “que ayuden a los estudiantes a responder a diversos órdenes de desafíos complejos y cambiantes”: resolución de problemas, pensamiento crítico, creatividad e innovación, trabajo en equipo, negociación con otros, formación de opinión, toma de decisiones, flexibilidad cognitiva y aprender a aprender.

Capacidades del ser y hacer responsables, relacionadas a la forja de estilos de vida autónomos, solidarios, saludables y sostenibles a la luz de cambios a escalas diversas.

Compromiso global y local “que permita al estudiante ser un ciudadano de la aldea global con sensibilidad y actuación local”.

Esto implica cambiar la esencia de lo que se enseña, lo que lleva necesariamente a cambiar el modo, la manera en que se enseña. Difícilmente se puedan desarrollar las competencias vinculadas a la creatividad y la innovación en un modelo frontal y reproductivo, en el que el alumno repite lo que el docente le dijo; o las vinculadas al trabajo en equipo en un sistema de aprendizaje y evaluación individualista. Tampoco daremos oportunidad de desarrollar diferentes modos de comunicación si mantenemos un arquetipo que es fundamentalmente “escuchado-leído-escrito”.

No vamos a poder desarrollar abiertamente las diferentes competencias si seguimos pensando que quien no “lee-escribe-hace álgebra” “no puede pensar” o “tiene dificultades de aprendizaje”. ¿Será que no pueden expresarse con una representación teatral, un mural, una expresión musical, fotografías o videos? ¿Será que no pueden pensar lógicamente programando un robot? Nos podrá parecer ciencia ficción a los más veteranos, pero los jovencitos de 13 años lo hacen de maravillas en muy poco tiempo con “programación en bloques”.

Recordemos: competencia es el conjunto de conceptos, habilidades y actitudes puestos en acción al momento de resolver una situación dada.

Para desarrollar estas competencias es necesario ir a otra pedagogía y otra didáctica. La respuesta parece estar en las diferentes “pedagogías activas”: aprendizaje basado en proyectos, o en problemas, o aprender haciendo, o cualquier otra manera que permita poner en situación de desafío a los alumnos para que puedan ir construyendo y desarrollando sus competencias, de manera integrada e integral.

Tenemos que cambiar también nuestro rol docente y la organización de los recursos de los centros educativos. Deben existir verdaderos equipos docentes que funcionen como ejemplo del modo de trabajo que pediremos a nuestros alumnos. Y como sabemos que la consolidación de equipos insume tiempo, aprendizaje, evolución y desarrollo, la estabilidad de los docentes en los centros es fundamental. Sería bueno que se mostraran trabajando simultáneamente más de dos docentes en el aula. Esto lleva a una flexibilidad mayor que la que ofrece la asignatura estanca. También es cardinal que los alumnos reflexionen y tomen conciencia de lo que aprenden, cómo lo hacen, qué errores cometen, y los corrijan. Para ello la reflexión es tan importante como las demás actividades. Los docentes debemos estar preparados para que el conocimiento y nosotros mismos no seamos el centro, sino que lo sean la construcción de competencias y los alumnos. Nos desafía a que cambiemos radicalmente nuestro paradigma.

Es imprescindible, pues, que la organización y gestión del sistema se adecue. Tiene que haber grandes líneas centrales, así como adaptación y gestión locales. Para ello hay que cambiar el paradigma, la formación y la selección de los “mandos intermedios”.

Puede parecer difícil, pero es viable... y urgente.

Marcelo Martínez es docente e integrante del comité académico de Eduy21.

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