Me gustaría reflexionar sobre el concurso docente que se está realizando en el ámbito del Consejo de Formación en Educación (CFE), uno más entre todos. Lo primero e importante es que se haga el debate. Ojalá todos los medios de difusión cambiaran parte de su tiempo de propagación de visiones de violencia (real pero aumentado) por un debate crítico y fundamentado sobre el rol de la educación, en especial de la formación de sus docentes (real pero ignorado).

Algunas aclaraciones previas:

1) Los docentes se forman durante toda su vida. La formación no termina con un título expedido, sino que conjuga críticamente la experiencia cotidiana integrada a la formación de grado y posgrado, por eso siempre es un proceso en construcción con resultados parciales, en conflicto con la realidad con la que interactúa.

2) La formación docente de grado se lleva a cabo en diversos ámbitos, ya sea formales, no formales o informales. Algunos otorgan certificaciones (títulos), otros son considerados experiencia para determinas tareas y, en otros casos, no tienen ningún valor formal.

3) La Universidad de la República (Udelar) forma, directa o indirectamente, docentes para que enseñen, y para dictar clases se tienen en cuenta los títulos de grado y de posgrado y la experiencia de los aspirantes. Por lo general es una autoformación en servicio por experiencia y sin titulación específica.

4) El Centro de Formación en Educación (CFE) otorga títulos para docentes que se van a desempeñar en educación inicial y primaria, media (secundaria y técnico tecnológica) y educadores sociales. Lo hace a nivel nacional, con instituciones en todos los departamentos, con modalidades presencial y semipresencial.

5) Los dos ítems anteriores implican que la Udelar y el CFE son dos instituciones con autonomía propia, que tienen ámbitos de formación para niveles diferentes. A su vez, se complementan (los posgrados comunes son un buen ejemplo en tal sentido).

6) Lo anterior no significa que la vida es bella. Ambas instituciones son resultados de determinadas tradiciones, que se expresan por medio de grupos de presión con diferentes visiones, intentando imponer sus ideas, todo lo cual se traduce en negociaciones en las que todas las partes pierden y ganan.

Llegamos al concurso de formación docente 2018 en el CFE. Trataremos de responder a las inquietudes de unos y otros (propias y ajenas) poniendo los pies en la tierra:

1. Lo oculto. Algunas de las personas de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE) que escribieron los artículos de prensa, además de exponer sus ideas, no dicen lo obvio: desean participar en el concurso y se sienten excluidas, ellas o personas de su entorno.

2. Lo real. Su urgencia de participar en los concursos de formación docente es el resultado de un ámbito laboral muy restringido dentro de la Udelar y otros espacios educativos.

3. Lo discutible. Lo anterior los lleva “naturalmente” a que pueden enseñar en Formación Docente cuando, en general, se formaron para investigar. Con esto no estamos diciendo que no puedan formar –de hecho, lo hacen–, pero su perfil y campo de acción es la investigación.

4. Lo obvio. Todo concurso es cerrado. Si se desea trabajar en la Facultad de Derecho el título de abogado es fundamental, si soy ingeniero no voy a tener posibilidades en una cátedra de Literatura Iberoamericana. En el caso de la formación docente, para enseñar didáctica se debe tener el título de egresado en la especialidad. No hay concursos totalmente abiertos. La pregunta es en qué es cerrado.

5. Lo indiscutible. En el ámbito del CFE, a pesar de estar en el Estatuto Docente, la efectividad es la excepción (10% y bajando), a pesar de que se trata de un derecho conquistado y consagrado. La Asamblea Técnico Docente de Formación Docente, órgano asesor y consultivo, ha sido históricamente lúcido en indicar la necesidad imperiosa del concurso, pero ha salido en cuentagotas, con escasa incidencia y vuelto a fojas cero con cada cambio de autoridades. Hay docentes que hace 25 años que están esperando el concurso.

6. Lo negociable. El reglamento actual es el resultado de negociaciones. Intervienen actores con diferentes intereses y, dado que afecta aspectos laborales, implican bipartitas en las que se firman acuerdos de compromiso de las partes. No es producto de un conjunto de iluminados que imponen su visión al resto de los mortales.

7. Lo pospuesto. Supuso, a su vez, dejar de lado (o posponer) cambios en el Estatuto Docente que modificarían la carrera docente. Esto implica que se concursa por horas de enseñanza para trabajar en determinado instituto, en el que las tareas de investigación, extensión y difusión estarán muy menguadas para la gran mayoría de docentes. Obviamente, la existencia de una Universidad de Educación permitiría sortear esta problemática.

8. Lo concreto. A pesar de que se afirma que el concurso es una fachada que pretende “atornillar” a todos los docentes, lo concreto es que sólo una persona que ignore sus bases y desconozca la realidad del CFE puede decirlo. Por ejemplo, la posibilidad de publicar artículos académicos es muy escasa, la posesión de título de doctorado es un lujo, la opción de trabajar en el ámbito universitario es una excepción; todo lo cual lleva a pensar que los 100 puntos de los méritos sea un espejismo imposible de alcanzar. A esto se suma la oposición (escritura y defensa de un proyecto), en la que la variabilidad es muy grande debido a la falta de instancias similares (no hay tradición al respecto). Por otra parte, los asesoramientos son siempre escasos y la discrecionalidad de los tribunales debería estar acotada por pautas claras. Todos estos aspectos “conflictivos” aparecen también en los concursos universitarios (con mayor o menor incidencia).

9. Lo recíproco. Más arriba indicábamos la necesaria vinculación entre las dos grandes instituciones superiores de formación docente pública: la Udelar y el CFE. Los concursos son un ejemplo concreto en el que podría tener lugar, no sólo por la participación de sus integrantes como aspirantes, sino también en pautas similares en la elaboración, puesta en acción y evaluación de los reglamentos, así como en la integración de los concursos (respetando la autonomía de cada uno). En el caso de este concurso del CFE, los egresados universitarios pueden inscribirse si cumplen con la exigencia de haber trabajado un tiempo mínimo en Formación Docente (exigencia que vale también para todos los egresados del CFE). Con respecto a los tribunales, pueden ser designados universitarios como integrantes plenos externos al CFE. En muchos de los llamados universitarios esos elementos no existen. Sería bueno, en aras de la reciprocidad, que se abriera las puertas en el mismo sentido a los docentes del CFE (hay excepciones, pero son eso: excepciones). La presencia de nuevas autoridades en ambos subsistema abre “ventanas” de esperanza.

10. Lo adecuado. ¿Este es el concurso más adecuado? Sí, en función del resultado de las fuerzas actuales. No dejará conformes a algunos, pero todos consideran que es lo más adecuado en el presente para superar una situación ignominiosa.

Deberíamos elevar la mirada: pensemos y actuemos para transformar un sistema educativo que nos afecta a todos en todo momento. A nivel de la educación pública, lo esencial es que todos seamos uno.

Gustavo Klein es doctor en Educación, profesor de Física y profesor efectivo de Didáctica en Física en el CFE.