Hace una semana HBO confirmó que había sido víctima de un “perturbador” ciberataque a sus sistemas informáticos, mediante el cual alguien se había apoderado de un terabyte y medio de datos, entre ellos guiones y episodios completos de series que emite ese canal, incluyendo algunas no muy famosas como Ballers y Room 104, pero también la joya de su corona, Game of Thrones. El objetivo principal de los crackers no era saber por anticipado si habría romance entre Jon Snow y Daenerys Targaryen, sino cobrar un rescate, bajo la amenaza de difundir esos materiales y perpetrar spoilers en escala mundial.
En ocasiones anteriores conocidas, a Disney le habían birlado, antes del estreno, la quinta película de la serie Piratas del Caribe; a Netflix, una temporada entera de Orange Is the New Black; y al propio HBO, los primeros cuatro episodios de la quinta temporada de Game of Thrones, en 2015. La palabra “conocidas” es importante en la frase anterior: es perfectamente posible que, en otros casos, las compañías en cuestión hayan pagado antes de que nadie se enterara. Lo cual, por supuesto, podría haber alentado nuevos ciberataques.
El asunto fue que HBO no pagó, y una versión completa pero de mala calidad del episodio 4 de la actual temporada de Game of Thrones (titulado, justamente, The Spoils of War) circuló por internet antes de su emisión oficial el domingo. Ayer, los crackers insistían en amenazar al canal, ahora con la divulgación de mensajes de correo electrónico entre ejecutivos, referidos al desarrollo futuro de esa serie.