¿Cómo observan los uruguayos y uruguayas el cambio climático? Aunque muchos lo presentan como la excepción de América Latina, Uruguay no es ajeno a una alta vulnerabilidad climática, con una economía que tiene como base el sistema agroindustrial y 70% de la población concentrada en zonas costeras. El jueves se presentó un informe de percepción social sobre cambio climático que realizó Opción Consultores, promovido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Dirección de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente (MA), en colaboración con el Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático. Fue financiado en el marco de la iniciativa Promesa Climática, implementada por el PNUD en 119 países, con el objetivo de asegurar una mayor comprensión, apropiación e involucramiento en la agenda climática por parte de la sociedad.

“Uruguay es responsable mínimamente del cambio climático, pero las afectaciones nos constituyen como un país altamente sensible a sus efectos”, manifestó Adrián Peña, ministro de Ambiente, durante la presentación del informe. Señaló que se está construyendo una estrategia de largo plazo al 2050 y que la perspectiva ambiental se “debe incorporar en la toma de decisiones a los diferentes niveles, no sólo políticos sino también empresariales y en la decisión de las personas”.

En el prólogo del informe se expresó que los daños por inundaciones, sequías, transformaciones bruscas de la temperatura, vientos fuertes y tormentas severas han aumentado, generando “impactos negativos en la calidad del ambiente, la disponibilidad de alimentos, recursos y la salud de las personas”.

El estudio de percepción se dividió en dos módulos independientes: un abordaje de población general mediante 1.500 encuestas telefónicas representativas de la población mayor de 18 años; y un abordaje cualitativo para “sectores específicos de interés”, donde se optó por 80 entrevistas a profundidad y 20 grupos focales. En el último módulo, que no es probabilístico, se tomó a representantes de sectores como el agro, educación, organizaciones de mujeres, salud, gobiernos departamentales, industria, transporte, energía y más.

A lo largo del trabajo, se consulta a los entrevistados sobre quiénes consideran que son los más afectados por el cambio climático, su relación con la ideología y el género, qué tan accesible es la información sobre la temática y quiénes son los responsables de frenarlo.

Cambio climático y actividad humana

Casi la totalidad de la población estudiada (94%) le otorga una connotación negativa al cambio climático; incluso el 36% lo percibe como “la mayor amenaza mundial”, ubicándola por encima de la pobreza, el desempleo, las crisis sanitarias o las guerras. El deterioro de los recursos naturales (52%), la extinción de especies de flora y fauna (23%) y el deterioro de la salud humana (16%) son los principales impactos negativos percibidos a nivel mundial.

A escala local, casi 90% sostiene que el cambio climático es un problema “muy o bastante importante” en el país. Las razones son las mismas que a nivel mundial, pero se incluyen “las consecuencias económicas negativas, fundamentalmente por la relevancia de la producción agropecuaria”. Esto no implica que sea uno de los problemas más importantes para los uruguayos. Es muy poco frecuente que mencionen el cambio climático y las temáticas ambientales como principales preocupaciones; en cambio, predominan asuntos como la economía, seguridad, educación y corrupción, se aclara. De forma aún más detallada la población que vive fuera de Montevideo visualiza más las variaciones climáticas, como el aumento de calor y sequías, que los capitalinos.

El 69% de las personas encuestadas piensa que dentro de 30 años la situación del cambio climático en el mundo estará peor. Pero sólo 74% afirma que la actividad humana es la principal causa del fenómeno. En las entrevistas a los sectores de interés, si bien la mayoría está de acuerdo con el planteo, algunas voces del sector agropecuario e industrial entienden que el cambio climático es parte de “procesos naturales inevitables”.

Según se expresa en el informe, las personas observan que los sectores que más contribuyen al fenómeno son: la industria (56%), el transporte (19%) y el agro (12%). Además, 80% considera que sería posible generar crecimiento económico al mismo tiempo que se combate al cambio climático.

A su vez, se visualiza que los actores encargados de mejorar la situación ambiental son el gobierno y la ciudadanía. El 69% considera que en los últimos gobiernos se ha hecho “poco o nada” por mejorar en estos aspectos, y 79% que el país se encuentra “poco o nada” preparado en su capacidad de respuesta al cambio climático.

Diferencias en la percepción según ideología política

Las personas autoidentificadas de izquierda manifiestan un mayor conocimiento de dimensiones clave del cambio climático, principalmente en torno a medidas concretas para combatirlo y en acciones de gobierno implementadas. Se resaltan “diferencias actitudinales” que emergen del diferente posicionamiento en torno al eje Estado-mercado. “Las personas de izquierda suelen ser más escépticas sobre la economía de mercado y demandar un rol más activo del Estado en materia económica”, explica el informe.

Mientras las personas de izquierda consideran que las empresas son el principal factor del agravamiento del cambio climático (36%), en las personas de centro y derecha el porcentaje se reduce (27% y 25%, respectivamente). El consumismo es identificado como la principal contribución al cambio climático en 51% de las personas de izquierda, frente a 43% de las personas de centro y 35% de las personas de derecha.

Las mujeres tienen actitudes “más amigables” con el ambiente que los varones

Laura Marrero, consultora del PNUD, resaltó durante la presentación del informe que las dimensiones transversales de género, generación y sector socioeconómico “configuran la percepción que tenemos sobre los problemas ambientales y el cambio climático”. Expresó que es necesaria una misión climática que contribuya a una “mayor igualdad”, pero también a un mayor reconocimiento de que existen desigualdades. Remarcó la importancia de “dar voz a quienes están viviendo de esta manera para poder dar respuestas más efectivas”.

Los sectores de la educación, los gobiernos departamentales y organizaciones de mujeres señalaron en las entrevistas que el impacto del cambio climático es diferente según el género. La sobrerrepresentación de las mujeres en los sectores pobres, fruto de la división del trabajo y la mayor carga en los cuidados, es el principal factor señalado. Los sectores del agro, energía, industria, salud, servicios, transporte y turismo apuntaron a que el fenómeno “no afecta de forma diferencial a hombres y mujeres”. “En estos sectores, globalmente hubo una mayor participación de hombres consultados, fruto de la fuerte sobrerrepresentación masculina en la mayoría”, se señaló. Sin embargo, las mujeres consultadas pertenecientes a sectores del agro y de la industria sí destacaron una mayor vulnerabilidad.

“Mientras en los sectores productivos la cuestión de género es raramente visualizada como relevante, en los sectores sociales, de educación y producción de conocimiento esta cuestión sí cobra relevancia”, se concluye.

A partir de los datos extraídos de la población general, se interpretó que las mujeres tienen mayor propensión a desarrollar acciones amigables con el ambiente. “El porcentaje de mujeres que separan los residuos de plástico, que llevan sus propias bolsas al supermercado y que buscan productos ecológicos al comprar alimentos para evitar el impacto de las bolsas de plástico es 11,8 y 7 puntos superior al de los hombres”, especifica el informe. También, las mujeres son más proclives a destacar que el cambio climático las afecta “mucho o bastante” en su vida cotidiana (56%), frente a los varones (45%). “Aunque las mujeres suelen percibirse más afectadas por el cambio climático que los hombres, ni hombres ni mujeres visualizan que el cambio climático tenga efectos diferenciales por género”, se resalta.

Según el informe, los varones también declaran en una proporción superior estar “bastante o muy informados” sobre la temática, mientras que las mujeres expresan un “fuerte interés en recibir más información”. La mitad de ellas también considera que la ciudadanía es la principal responsable de enfrentar la crisis climática.

Falta de confianza y democratización de la información

Un dato preocupante es que 40% de las 1.500 personas que participaron en la encuesta no conoce medidas para minimizar los impactos negativos del cambio climático. Al mismo tiempo, la misma cifra de personas reconoce estar “muy o bastante informada” sobre la temática, y 76% dice tener “mucho o bastante interés”.

Casi 80% afirma que se habla “poco o nada” sobre la temática en los medios de prensa; al mismo tiempo, hay “una baja confianza en la información sobre cambio climático sin importar la fuente”. “Esta impresión podría estar afectada por la percepción de que se habla poco de la temática y no necesariamente refleja la confianza general de estas fuentes”, se explica. El porcentaje de la población que confía en la información de prensa sobre el fenómeno alcanza el 35%, que sorprende porque en octubre de 2020, en otra encuesta sobre la confianza en los medios de prensa en general, el porcentaje era mayor (57%).

En las entrevistas de carácter cualitativo hay consenso de que existe “un volumen significativo de información producida sobre el cambio climático” pero “una baja accesibilidad a dicha información por parte de la población en general”. Se resalta: la falta de información para un público no especializado, un bajo hincapié en los efectos que el cambio climático tiene en el país, la descoordinación de la comunicación por parte de los actores responsables y la falta de guías para buscar información fidedigna.

En los sectores agrícolas, industriales, energéticos, de transporte y turismo piensan que hay “avances significativos en investigación”. “La tendencia no es unánime y en todos los rubros otros referentes siguen identificando problemas en una difusión generalizada a todo el sector”, suma el informe. Por ejemplo, en la salud, los referentes perciben una “falta de información necesaria para comprender mejor la intersección entre salud y cambio climático”, aunque se presenta la excepción del campo dermatológico que “debe tratar las afecciones de la piel producidas por los rayos solares y los cambios en la capa de ozono”. La educación marca también debilidades como “un desarrollo mucho mayor de información global que local” y la “ausencia de información técnica suficiente para generar predicciones locales”.