Romina es pescadora artesanal en la laguna de Rocha desde que tiene 15 años. Ella dice que existen dos tipos de personas que practican este oficio: “quienes lo hacen porque no les queda otra” y “quienes lo hacen desde el corazón, se suben arriba de una chalana y no se quieren venir al pueblo porque se está en contacto con la naturaleza, entreverados con el agua, sin importar que el día esté feo, gris o haya sol”. También dice que sus hijas están orgullosas de que sus padres sean pescadores y quieren continuar con la tradición familiar. Sin embargo, les responde que “no se ilusionen mucho, porque uno nunca sabe lo que va a pasar”. “La pesca está totalmente abandonada, nadie le da corte, uno ve depredación, que no cuidan los recursos, hay mucho descuido, por eso estamos pidiendo que los mandatarios se hagan presentes de una vez por todas”, expresa.

En noviembre se realizó en Lago Merín, balneario ubicado en Cerro Largo, el Campamento Nacional por el Derecho al Agua y a la Pesca Artesanal. Uno de sus objetivos fue intercambiar saberes y prácticas acerca de la pesca artesanal, haciendo énfasis en su papel para garantizar la soberanía alimentaria en los territorios. Participaron pescadores y pescadoras de diferentes partes del país, como Romina, pero también representantes de organizaciones socioambientales y personas interesadas en este tipo de temáticas. Además, durante la instancia, se propuso construir una plataforma para “identificar las problemáticas asociadas a la cuenca de la laguna Merín, tanto las actuales, como las relacionadas al proyecto de la hidrovía laguna Merín-laguna de los Patos y sus proyectos anexos”.

Con base en el intercambio de posturas durante el campamento, los participantes elaboraron un manifiesto con denuncias y pedidos, que es firmada por la Asociación de Pescadores Artesanales Puerto de los Botes, la Coordinación por el Agua, la Federación de Funcionarios de OSE, Jóvenes por la Soberanía Alimentaria, Movimiento por la Tierra, Pescadores Artesanales del Uruguay, la Red de Cooperación Pesquera del Uruguay y la Red de Semillas Nativas y Criollas. Este encuentro forma parte de una serie de actividades descentralizadas que están siendo organizadas en el marco del Proyecto Aripucas y la Coordinación por el Agua. Sin ir más lejos, en diciembre se realizó un segundo campamento nacional, en este caso en Los Botes, en Rocha, y el 14 y 15 de enero tendrá lugar en Bella Unión un tercer campamento donde se abordará el vínculo del agua con el derecho a la tierra.

Las denuncias y los pedidos

En el manifiesto, pescadores artesanales de Rocha, Treinta y Tres, Cerro Largo, Tacuarembó y Artigas denuncian la “dificultad de acceso a permisos de pesca artesanal para las familias que se dedican tradicionalmente a esta actividad como medio de vida”. A su vez, plantean la “ausencia y falta de controles en territorio” de las autoridades competentes, como la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP). Indican que esta situación “permite que se desarrolle la pesca furtiva y la pesca deportiva, que no respeta vedas ni reglamentaciones vigentes para la conservación de especies”. Al mismo tiempo, señalan que no existen “espacios de diálogo” con los representantes del gobierno, ya que no se convocan los Consejos de Pesca. Por si fuera poco, alertan sobre la “degradación creciente de los ecosistemas (lagunas, arroyos, bañados, esteros y montes nativos) por el avance del agronegocio, perdiendo cantidad y calidad de agua”.

Ante esta situación, piden que se realice un “censo nacional de la pesca artesanal”, que se difundan de forma “apropiada” los llamados para otorgar permisos de pesca, que se implementen subsidios al sector “durante la época de veda para la conservación de especies” y que se realice “control por parte de las autoridades competentes sobre la pesca furtiva y el ingreso de pescadores extranjeros, especialmente en época de veda, de manera de cuidar nuestros recursos para las siguientes generaciones”. También demandan “la habilitación de un ámbito de discusión” con el MGAP.

Por otra parte, detallaron problemáticas que tienen lugar en la cuenca de la laguna Merín, territorio donde tuvo lugar el primer encuentro. Resaltaron la “falta de controles ambientales sobre el agronegocio del arroz y de la soja transgénica en la parte baja de la cuenca, generando graves impactos en la calidad del agua por el uso intensivo de agrotóxicos, como la degradación de los suelos y ecosistemas asociados y el aumento de la cantidad de personas que se enferman como consecuencia directa de esta contaminación”.

Dejaron plasmada su preocupación por el avance del modelo forestal y la minería en la cuenca alta porque como consecuencia “se desplaza a la producción familiar, se degrada el campo natural y se afecta las nacientes de los cursos de agua de la cuenca”. En esta misma línea, describen la disminución, desviación y alteración de caudales de cursos de agua que son utilizados para el riego de monocultivos. Lamentan que esto “dificulta el acceso para otros usos en la cuenca”. Un problema no menor que también trajeron a colación es la “falta de saneamientos apropiados en pequeñas poblaciones”, también la “falta de controles del Ministerio de Ambiente de los vertidos industriales en cursos de agua, como es el caso del molino de arroz de Paso Dragón sobre el río Tacuarí”.

Uso y abuso de bienes naturales

Las organizaciones firmantes del manifiesto plantean que existe una “ausencia absoluta del Estado para regular y controlar el uso y abuso de los bienes naturales y culturales –incluyendo los cerritos de indios, fieles testigos de modos de vida de pueblos ancestrales de nuestro territorio–”. Subrayan que con el avance del proyecto de la hidrovía que busca conectar la laguna Merín con la laguna de los Patos “las degradaciones a los ecosistemas y a la salud de la población se intensificarán de manera alarmante”.

En contraste, Romina destaca que se están “uniendo todas las organizaciones que luchamos por la naturaleza, por cuidar nuestros recursos, el agua y la pesca artesanal”. Ella no puede dejar de mencionar que “un pescador artesanal que esté en cualquier rinconcito del país, seguramente tenga problemas que están vinculados a malas gestiones”. Recuerda que se han detectado agroquímicos en peces y cursos de agua, dice notar que la fauna nativa de la laguna de Rocha ha disminuido e incluso han aparecido especies exóticas, como la carpa. Ella, como otros pescadores y pescadoras, busca una respuesta. “Estamos al desamparo, el trabajo de nosotros está desamparado”, finaliza.