Entre noviembre de 2008 y abril de este año, el por entonces director ejecutivo de la sala Nelly Goitiño del SODRE, Gustavo Zidán, fijó parte de la programación 2009. En ella se incluían tres funciones de Nueva Cultura (escuela musical para niños proveniente de Colombia) durante las vacaciones de julio, 22 funciones dobles del colectivo uruguayo de música infantil Papagayo Azul y cinco fechas del dúo de danza contemporánea Historia del frío, de una compañía compuesta por las bailarinas y coreógrafas Carolina Besuievsky y Catalina Chouhy junto a Ezequiel Steinman, a quienes la propia institución gubernamental había invitado para formar parte de su temporada.

Para Besuievsky, los espectáculos que oganizaba, programados para este mes, configuraban una “experiencia positiva” porque “era una muy buena forma de fomentar el encuentro entre las compañías independientes y las instituciones oficiales, y, además, apuntaba a diversificar su programación”.

Los encargados de los tres proyectos habían acordado con Zidán -de palabra, sin firmar papeles- que el arrendamiento sería un porcentaje sobre las entradas efectivamente vendidas: 80% para los artistas y 20% destinado a la sala. Asimismo, el SODRE aportaría los programas y apoyaría en la difusión de Historia del frío.

Sin embargo, luego de que asumieran, en febrero, los nuevos integrantes del Consejo Directivo del SODRE (Azucena Berrutti y José Wainer, presidenta y vice respectivamente, quienes fueron designados directamente por el presidente de la República, Tabaré Vázquez) las reglas del juego cambiaron.

Quince días antes del arribo de la delegación infantil colombiana, a una semana del comienzo de las funciones de Papagayo Azul y un mes antes del estreno del espectáculo de Historia del frío, el Consejo resolvió que a partir de ese momento se trabajaría mediante un canon fijo, a pagar por anticipado, de 500 dólares por función.

Respecto del caso de los colombianos, Julio Brum, integrante de Papagayo Azul, grupo que invitaba a Nueva Cultura, explicó: “La nueva situación volvía inviable el encuentro, y a las pruebas nos remitimos: finalmente la recaudación no superó los 5.000 pesos. Además no se trataba de un producto para vender, sino de una instancia con un fin pedagógico”.

Para salir del paso, Brum y los suyos recurrieron a uno de sus propios apoyos institucionales, República AFAP, que compró las suficientes entradas para lograr cubrir el canon fijo.

Para las 22 funciones dobles del grupo Papagayo Azul dirigidas a escolares, se estimaba que cada alumno pagaría entre 20 y 45 pesos.

Aquí sí no se pudo evitar que “se cayera todo”.

“Si bien pudimos trasladar algunas funciones a la municipal Sala Zitarrosa y a la Escuela Experimental de Malvín, perdimos toda la planificación e inversión hechas porque ya había programadas funciones para 3.000 niños. A eso se agrega la pérdida de credibilidad con las escuelas que habían confiado en nosotros”, dijo Brum.

Para Besuievsky también se trató de un monto “inalcanzable”. “Generalmente en danza contemporánea se venden 100 entradas a 120 pesos como mínimo para llegar a pagar ese canon fijo, o sea que tendríamos que vender 200 entradas en cada función para que los artistas puedan cobrar un sueldo. A veces eso es posible en un estreno, pero no manteniendo una temporada de cinco funciones”, explicó la bailarina.

Crítica constructiva

Los artistas entrevistados se manifestaron preocupados por subrayar que este problema es solamente un detalle menor a corregir en el marco de todas las políticas culturales “altamente positivas que ha desarrollado este gobierno”. “Tal vez por eso nos duela más, frente a los otros, que hicieron absolutamente nada”, aclaró Brum y agregó: “Pero hay que decirlo porque, si no, no avanzamos”.

Cambio de escala

Ante este panorama, la compañía de danza se entrevistó con el vicepresidente del SODRE. Wainer según Besuievsky, manifestó que la cifra del canon “estaba perfectamente a nuestro alcance y que somos iguales ante la ley. Él invalidó todo nuestro trabajo ya hecho de cuatro meses de ensayos y se despachó asegurando que, como no había nada firmado, tenía las de ganar”.

El nuevo director ejecutivo del auditorio, Jorge Arjona, realizó un alegato similar al ser consultado por la diaria: “Yo no sé si es inalcanzable.

Se pueden vender a 150 pesos, pero claro que si sólo venden 100 entradas y a apenas 100 pesos, sí resulta imposible.

Hay que tener en cuenta que se trata de una sala de 500 localidades.

Entonces, se aspira a que el público que asista sea mayor; si se trata de un espectáculo que congrega a menos, deberían acudir a una sala más pequeña que tenga menores gastos de funcionamiento”.

Besuievksy resalta lo absurdo de la situación: “Cambiaron las reglas a mitad del camino. Pero lo que también es gravísimo es que fuimos llamados por la institución, no vinimos a buscar nada”. Según la bailarina, Wainer explicó el cambio en la modalidad argumentando que “eso lo hizo una persona que ya no está más, ¿por qué no lo demandan a él?”, en referencia a Zidán, a quien se le rescindió el contrato el 5 de julio. “Le respondimos que no nos importaban los problemas internos del organismo, que nosotros dialogamos institucionalmente”, afirma Besuievsky.

Al presentar un recurso por escrito a la número tres del Consejo Directivo, la cantante Cristina Fernández, y solicitarle una entrevista a la ministra de Educación y Cultura, María Simon (en el entendido de que el SODRE sigue siendo un servicio dependiente del MEC), el grupo de Historia del frío no obtuvo respuestas. “Así agotamos todos los recursos y optamos por dar un paso al costado, y dejamos de ensayar la semana pasada”, dice Besuievsky.

Paralelamente, Brum dialogó con Berrutti, quien, según él, tampoco le dio respuestas.

Palabras al viento

Los integrantes de la compañía de danza se enteraron de la modificación porque “empezamos a insistir en asegurarnos por escrito; hasta entonces nadie nos comunicaba ningún cambio”. Cabe preguntarse -en el marco de un proceso que se ha iniciado en los últimos años apuntando a apostar a un sistema de trabajo más formal en las artes- si no es responsabilidad de los artistas dejar de lado la confianza en la palabra para promover actitudes que den mayores certezas. Al respecto, Besuivesky respondió: “En Uruguay funciona así: no esperás a que aparezcan los papeles, empezás a trabajar antes, es la forma de que salgan las cosas. Creímos en el SODRE porque es una institución seria y respeta a los artistas que convoca para su programación”.

Brum también se apoyó en la “tradición uruguaya” y recordó: “Trabajando desde hace más de diez años, nunca pedimos nada por escrito en las diversas salas municipales del interior y Montevideo, o en alguna perteneciente al propio MEC”, pero luego reconoció que “tal vez ahora vamos a tener que empezar a exigirlo”.

Asimismo, el músico advirtió: “El profesionalismo no pasa sólo por esto, también lo es respetar la palabra, y en el ambiente artístico, que nos digan esto como excusa es sinónimo de que te tomen el pelo”.

Continuismo renovador

Queda la duda acerca de las continuidades en las políticas del SODRE entre sus diferentes gestiones. Al respecto, y sobre el cambio del porcentaje al canon, la diaria consultó a los sucesivos responsables institucionales de la sala Nelly Goitiño, Zidán y Arjona.

“La política de porcentajes era bastante benevolente porque se trata de una sala pública. Bajo ese precepto pensamos que tenía que ser accesible a propuestas artísticas independientes y de calidad pero a las que muchas veces les resulta difícil tener una temporada en escenarios importantes. Era una concepción compartida por los Consejos Directivos del momento y el MEC”, afirmó Zidán.

Arjona, por su parte, luego de aclarar que se trata de “una resolución del Consejo anterior a mi asunción, y yo me guío por lo que éste me indica”, defendió la modificación en la forma de arrendamiento de la sala “si se consideran la cantidad de prestaciones que tiene el auditorio, con el personal y la infraestructura incluidos. Se tomó la resolución para que el SODRE pudiera tener una pequeña compensación por todo lo que la sala brinda, porque incluso en muchos casos la sala no llegaba a tener retribución alguna”.

Acerca del enroque de encargados del auditorio Nelly Goitiño, Zidán sostuvo: “Fuimos muy cordiales y trabajamos una semana juntos, pero en ese momento no hablamos de políticas de Estado ni cuestiones conceptuales, fue una transición sólo operativa y práctica”.