A las 9.00 se abren las puertas del club San José, frente a la plaza principal. Dentro reposan los stands de distintas editoriales y de las librerías del departamento, colmados de libros prontos para encontrar un dueño. Pero la feria no se queda en las instalaciones: tiene redes por toda la ciudad y pueden identificarse porque en la puerta se inscribe un gran banner con el afiche.

En las calles, caravanas de niños con túnica transitan la ciudad en fila india con los ojos grandes para no perderse nada de lo que los rodea. La ciudad está transformada y ellos lo notan. Al caminar por las nuevas peatonales que atraviesan la ciudad, se pueden ver, pegados en las puertas de vidrio de todos los comercios céntricos, los afiches de la feria observando a los transeúntes; en algunos se llega a ver carteles con frases literarias escritas con crayola de color y letra de niño. Estos afiches no son protagonistas exclusivos del paisaje: en muchos balcones y ventanas se ven colgando airosas banderas verdes y blancas que les hacen competencia. Son las del Club Atlético Universal, el cuadro maragato que festeja sus cien años de existencia.

La feria está en la ciudad y no en un lugar físico específico. Los habitantes están pendientes de lo que sucede y se los ve transitar por las calles, programa en mano, yendo de una actividad a otra. El recientemente remozado teatro Macció, el cine, el espacio cultural, el museo, la biblioteca, los clubes, escuelas y liceos y otros tantos centros culturales y sociales reciben a los autores y a las muestras, y más de 20 instituciones del departamento se suman a participar en el proyecto. San José tiene un movimiento que no es el tradicional, aunque esto no impide que al mediodía la ciudad se paralice para un almuerzo hogareño y una siesta: de 12.00 a 14.00, hasta las puertas de la feria se cierran para descansar. Las actividades son múltiples y se extienden hasta las 22.00, transitando entre muestras de pintura, escultura, teatro, tertulias, danza, transmisiones radiales locales, entre otras cosas. En el programa puede verse que en ocasiones se superponen hasta seis actividades, por lo que a toda hora se puede formar parte de la fiesta cultural acercándose a alguna de las sedes de la feria.

Interior exteriorizado

Si bien la feria del libro realizada en Montevideo (que tuvo su fin el 10 de octubre) lleva el nombre de “internacional”, pocos fueron los autores extranjeros que la visitaron este año. En cambio, la feria de San José supo acercar a Enrique Noriega, el escritor ganador del Premio Nacional de literatura de Guatemala 2010, a la escritora y periodista chilena Alejandra Costamagna y a su coterráneo Reynaldo Lacámara, a la escritora paraguaya Milia Gayoso, al editor peruano Willy del Pozo, al ilustrador y autor de libros infantiles Guto Lins, al historiador colombiano Jaime Andrés Peralta, entre otras tantas personalidades del ambiente cultural de Chile, Venezuela, México, Brasil, Paraguay, Colombia y Argentina. Además, esta feria involucra a los habitantes de la ciudad por medio de diferentes actividades que trascienden lo exclusivamente literario, y si bien es uno de los fines fomentar la venta de libros, abarca otros aspectos que no se ven en la feria de la capital.

Se percibe un talante más integrador y participativo que no consta únicamente de presentaciones de libros, sino también de ponencias de carácter reflexivo, talleres, mesas redondas, además, claro, de la presentación de publicaciones sobre salud o deporte o lecturas abiertas de poesía o talleres que van desde los cuentos hasta las artes visuales. También intervienen las embajadas, ya sea brindando charlas o trayendo a escritores coterráneos a participar en alguna intervención, fenómeno cada vez menos patente en la feria mntevideana.

Apto sólo para menores

Los niños caminan por las calles que recorren a diario, pero estos días pueden detenerse en el centro de su plaza para que narradores orales les cuenten historias, o visitar lugares como el Espacio Cultural de San José, donde escritores leerán cuentos, o asistir a concursos de plástica, a talleres de narrativa y de arte, o escuchar a coetáneos del INAU transmitir un programa radial o escuchar al coro de niños de San José.

Los escritores también visitan a los niños en sus centros de estudio, por lo que esto genera un movimiento en las escuelas previo a la feria. Las maestras los preparan brindándoles datos sobre los invitados, para que cuando éstos lleguen ya estén informados sobre quiénes son y qué hacen, generando toda una expectativa previa.

Lectores críticos

“Formación ciudadana” es la respuesta que brinda Celeste Verges, -secretaria de Educación de la Intendencia de San José- cuando se le pregunta por el cometido principal de esta feria. Verges afirma que ya no basta con un país alfabetizado en un mundo en el que es muy fácil encontrar información pero también es muy difícil elegirla. Hace cinco años, la nueva secretaria de Educación de la intendencia comenzó a dibujar el perfil de su cargo. La sedujo comenzar a hacer una feria del libro en territorio maragato. Cuenta que comenzó a moverse por intuición, luego se introdujo de a poco en el mundo de las editoriales y hoy aquella idea va por su quinta edición y cada vez amplía más sus horizontes.

Puede pensarse que quizás los habitantes maragatos podrían visitar la feria capitalina, dada la cercanía, pero Verges afirma que no es tan fácil para la gente trasladarse y que en San José hay público para una feria propia.

El fenómeno repercutió en varios aspectos del mundo del libro en el departamento: desde que comenzó la feria se abrieron más bibliotecas (y las existentes multiplicaron su número de socios) y se vendieron más libros, según Verges.

Este año la feria tiene una diferencia sustancial respecto a ediciones anteriores, que surgió por demanda ciudadana. Las distintas localidades del departamento también formarán parte del acontecimiento a través de “La feria de viaje”, que consiste en la visita de varios artistas invitados a diferentes centros culturales y educativos de Libertad, Ciudad del Plata, Villa Rodríguez y Villa Ituzaingó. Esta descentralización contempla a aquellos maragatos que no podían trasladarse a la capital departamental. para participar del intercambio cultural y ahora los escritores los visitarán a ellos.

Libreros

Existen dos librerías en San José. Hace 34 años se fundó La Canasta, que también funciona como papelería; su propietario es Washington Fernández. Beatriz Pricolli es la dueña de Entre Libros, fundada en 1994. Allí se realizaron cursos focalizados a la literatura infantil, por lo que a veces llegan maestras a pedirle asesoramiento para las lecturas de los chicos. Para la feria, ambos libreros trabajan en conjunto en los stands como en las actividades. Están encargados del puesto que comparten ambas librerías así como los de las editoriales Planeta, Sudamericana y Santillana. Pricolli cuenta que esto se debe a que “al ser un medio tan pequeño no tenía sentido que estuviéramos trabajando separados en lo mismo uno al lado del otro. Los dos nos conocemos hace mucho, tenemos amigos en común, y todo esto nos llevó a trabajar juntos”.

La encargada de Entre Libros cuenta que lo que más compran los maragatos son libros de no ficción: “Muchos libros de política, de autoayuda y algunos best sellers”. También se vende mucha variedad de libros infantiles.