Ayer el general Jorge Rosales dejó de ser el comandante en jefe del Ejército y pasó a retiro, y su lugar lo tomó el también general Pedro Aguerre, hasta ahora a cargo de la División IV del Ejército en Minas. En la ceremonia de cambio de mando, en el Comando Central, Rosales sostuvo que no era “ni el momento ni el lugar” para evaluar “las causas y las eventuales responsabilidades de los hechos del pasado”, porque de eso se encargarán “el tiempo y la historia”.
De todas maneras, expresó que “no sería realista si negara o desconociera evidencia de hechos pasados que afectan moralmente a la fuerza y a sus integrantes, por lo que todo aquello que se haya hecho apartándose de la dignidad debe ser rechazado enfáticamente”. Según Rosales, en estos tiempos “hay que mirar para un solo lugar, que es el futuro, para que no sean las mujeres y los hombres, actuales integrantes de este Ejército, rehenes de hechos lamentables ocurridos hace 30 años”.
El Ejército, según Rosales, “no puede ni debe seguir respondiendo institucionalmente por deudas que no le corresponden” ni tampoco puede “estar sometido a una falta de valoración permanente que surge por parte de algunos sectores de la sociedad”.
Para el comandante saliente, “son conocidas las restricciones de expresión pública a las que diversos servidores del Estado estamos sujetos, por lo que me limito a enviar un particular saludo a todos aquellos camaradas que juran por su honor no haber mancillado la dignidad de la fuerza y ven con desazón, angustia e impotencia propia y de sus familiares cómo se los agravia y condena públicamente, sin siquiera tener la garantía de poder expresarse delante de un juez respecto a estos supuestos”.
Aguerre, en tanto, se comprometió a trabajar “sin descanso” por mejorar “el posicionamiento” de la fuerza, para lograr que “todos los uruguayos estén orgullosos” del Ejército. También se mostró dispuesto a dar información al presidente y al ministro de Defensa Nacional sobre crímenes cometidos en la dictadura, en caso de tenerla a disposición, e indicó que el hallazgo de un cuerpo humano en el Batallón 14 del Ejército le produce “dolor y tristeza”.