El lugar se encuentra ocho kilómetros al sureste de Fray Bentos y a 20 kilómetros del puente internacional General San Martín, que une esa ciudad con Puerto Unzué, en la provincia de Entre Ríos, Argentina. Esa ubicación le otorga dinamismo y constante renovación de turistas. No obstante, representó una gran limitación en los veranos desde 2006 a 2010 inclusive, cuando el puente estuvo cortado por ambientalistas de Gualeguaychú (Argentina) que rechazaban la instalación de la planta de celulosa UPM (ex Botnia).

Aunque Las Cañas no abarca más que unas cuantas manzanas, tiene cinco inmobiliarias, dos posadas, dos bungalows, dos moteles y un camping -con capacidad para albergar a 1.500 personas. Al transitar por las calles predomina el verde de los árboles; la gran mayoría de ellos son nativos y la belleza es potenciada por los jardines arreglados con variedad de plantas y flores. También se aprecia el reconocimiento a la fauna del lugar: la gran mayoría de las calles lleva nombres de pájaros -De los Chingolos, De los Boyeros, De los Benteveos, De las Calandrias, De los Picaflores, De los Teros, De los Tordos-, y los letreros tienen una foto de cada ejemplar.

La playa es tranquila y la rambla sombreada. Debajo de ella hay mesas y bancos de hormigón donde la gente se sienta tomar mate y a contemplar el paisaje. La diversión está asegurada, porque además del río, que invita a bañarse, a pescar -hay dorados, bagres, bogas- y a andar en embarcaciones, hay un espacio para deportes como vóleibol y fútbol, y durante las tardecitas se dan clases de gimnasia aeróbica. Fuera del área de playa hay canchas de bochas, tenis, fútbol, tableros de básquetbol dispersos por el camping y una llamativa plaza de juegos infantiles; en otra parte, con vista a la playa, hay un área de picnic.

La noche también es movida. Hay espectáculos en la playa -varios de ellos del circuito Uruguay a Toda Costa- y se puede concurrir al boliche. Entre enero y febrero hay actividades que ya son un clásico, como la Maratón Interplayas (corrida de 10 kilómetros), un campeonato de pesca, la fiesta Tunning y una triatlón.

Ritmo 2012

Bañistas, vecinos del lugar, comerciantes, funcionarios municipales y de Prefectura contaron que en enero, especialmente durante la primera quincena, no cabía un alfiler en la playa. Además de los turistas que se instalan para pasar unos días, el lugar recibe diariamente a los pobladores de Fray Bentos: si bien el departamento tiene playas, éste es el balneario favorito.

El camping está a cargo de la Intendencia de Río Negro. Su administrador, Carlos Camelo, dijo a este medio que en enero se trabajó el triple que en el mismo mes de 2011: "El año pasado tuvimos la apertura del puente internacional. De alguna manera ya teníamos la esperanza de que iba a ser una temporada buena y lo fue; Las Cañas hizo un reenganche con ese parate de cuatro o cinco años del corte de puente, mucha gente que no venía volvió a venir, y despertó un poco el turismo interno. Pasamos de 300 y pico de carpas el año pasado a las 1.000 y pico este año". En ese sentido, dijo que la actual temporada superó las expectativas.

Camelo sostuvo que el gran motor estos meses ha sido el turismo interno, principalmente veraneantes de Soriano, Paysandú y Colonia, y en menor medida del litoral norte, de Rivera, Tacuarembó y del este del país. Respecto de los turistas argentinos, puntualizó que si bien han arribado “en importante número”, su afluencia ha sido menor de la esperada; de todos modos, se mantenía confiado en que, como siempre sucede, la presencia del público de la vecina orilla se incrementara en segunda quincena de febrero.

Andrés Morales, gerente general del complejo El Entorno, que incluye moteles, un restaurante y el parador en la playa, opinó que el nivel de alojamiento ha sido “muy bueno”, con una ocupación “altísima”, pero que para el rubro gastronomía ha sido “una temporada muy mala”. “No sólo ha sido así para nosotros. Todos los comerciantes se quejan de la poca clientela, los restaurantes están vacíos; ha sido el peor de los últimos cinco años”, sostuvo y agregó que “incluso los dos últimos años en que el puente estaba cortado fueron mejores que éste”. Para Morales en esto “afecta el tema de la moneda, la diferencia que tenemos con el peso de ellos [los argentinos]”. Comentó que los precios de gastronomía en Las Cañas son muy baratos, que por 150 o 200 pesos se come un muy buen plato elaborado, postre y bebida, “menos de la mitad de lo que cuesta en Rocha”, pero agregó que el problema es que “los precios son caros en Uruguay, en general, la nafta, todo”, y que los argentinos “ya vienen con todo” y consumen lo que traen, en lugar de salir a comer.

A la buena sombra

Ni bien se entra al balneario, se pasa por la primera administración de Las Cañas, y en seguida está la segunda. Sorprende que pueda atravesarse el lugar sin que haya una barrera que frene el paso; esa condición muestra un poco las características del lugar, por el que puede transitarse sin inconvenientes.

Junto a la primera administración se encuentra la parcela catalogada con la letra A y un poquito más al fondo está la B. Rita Ojeda, informante turística del camping, que guió a la diaria en la recorrida, explicó que esos dos espacios, más próximos al "centro" del balneario, se reservan para los jóvenes, mientras que en las parcelas C, D1 y D2 se ubican las familias o quienes deseen estar tranquilos, a salvo del bullicio nocturno. Más al fondo se encuentra "el anexo", donde la calle es de balasto y el entorno es más agreste que en los anteriores. La intendencia apuesta a mejorar ese último predio, hacia donde se ha extendido el camping en los últimos años; antes era un espacio muy tupido donde no se podía acampar y de a poco la comuna lo ha ido acondicionando y ahora aspira a instalar parrilleros, mesas, baños y a bituminizar las calles.

Más al fondo se encuentra la "playa del Kaoma", famosa porque años atrás se instaló allí una "moda nudista"; Ojeda explicó que, considerando el interés del público, el ex intendente Mario Carminatti había planificado hacer allí "un centro nudista", pero ella opinó: "Yo creo que Fray Bentos todavía no está preparado para eso, quedaba chocante para la gente de acá”.

La gran maravilla de las parcelas del camping son los árboles nativos, que a diferentes alturas, con distintas floraciones y formas cubren todos los espacios, ofreciendo un paisaje que no abunda. Hay también remanentes de cañas tacuara, que dieron nombre al lugar. Cada predio tiene energía eléctrica, parrilla y canilla en las proximidades.

Al amparo de un conjunto de carpas pero con vista a la playa estaban cuatro familias amigas, dos de Mercedes y dos de Rosario, Argentina. Los mayores jugaban a la conga y los niños conversaban aparte; valoraron la tranquilidad del lugar y uno de ellos mencionó que los veraneantes “son todos trabajadores, no vienen los que tienen mucho poder adquisitivo ni los que tienen muy poco, son como nosotros”. Catalogaron bien el servicio de limpieza, que pasa a cada rato tanto en la playa como en el área de camping, aunque comentaron que después de las tormentas quedan muchas piedras en algunas partes de la playa, y sugirieron organizar “una juntada de piedras” para que la arena quede lisa otra vez. Habían llevado freezer y televisión, contaron que en la mañana habían salido a pescar pero no habían tenido suerte; terminaron comprándoles a los pescadores y destacaron que era mercadería fresca.

En la vuelta de otra carpa había un niño de unos ocho años. Hacía días que acampaba con sus padres, pero contó que él no se bañaba en el río. Al preguntarle por qué dijo: “Ta todo contaminado, hay barro, hay caca”. Al preguntarle por qué, entonces, todo el mundo se bañaba, dijo con lucidez: “Porque la gente no sabe”. Por su parte, Camelo afirmó que el sitio está permanentemente monitoreado y que el balneario tiene la certificación del Ministerio de Turismo y Deporte y del Laboratorio Tecnológico del Uruguay, que controlan la calidad del agua.

En otra parte del camping llamaba la atención la antena de Direct TV que tenía una de las casas rodantes, con chapa argentina. Allí estaba Franca sentada afuera en una reposera. Contó que les gusta frecuentar el lugar, que tienen familias amigas uruguayas con quienes se combinan para acampar; agregó que a su marido le gustaba pescar y que siempre se bañan; al ser consultada, dijo que llevan la antena de televisión para cuando llueve, que tienen que permanecer adentro.

Pedro Zamora y Loreley Barreto -que cumplirán esta semana 50 años de casados- son los titulares del carrito que vende tortas fritas y pizza desde hace 26 años en el lugar; son de Fray Bentos y se instalan en el camping cada verano. Contaron que los principales cambios que han visto en el lugar son la rambla, que antes no existía, la extensión de la playa hacia el sur, la instalación del alumbrado público y los juegos dispersos, como los tableros de básquetbol, que estaban a pasitos del sitio donde se ubican. Agregaron que este verano ha sido bueno para ellos, y que hubo días en que procesaron “hasta una bolsa de harina”, que pesa 50 kilos y con la que elaboran 1.000 tortas fritas.

En la orilla

El día que la diaria visitó el lugar hacía mucho calor. A primeras horas de la tarde el agua estaba demasiado tibia para quienes buscaban refrescarse, pero al atardecer era un placer sumergirse. El río es tan calmo y llano que la gente se instala con las reposeras dentro del agua, con la mitad del cuerpo sumergida. Predominaban las familias y comentaron que en enero había habido muchísimo más público joven que otros años. Muchos de los que estaban allí decían que eran “de acá”, refiriéndose a Fray Bentos, y también conversamos con gente de Young que había alquilado una casa por una semana. “Ta buenísimo”, decía la mujer en el medio del agua. Al igual que otros visitantes, la señora destacó la seguridad, el hecho de poder bañarse sin estar pendientes de si al volver a la arena estarían, o no, sus pertenencias.

Una familia de Gualeguay comentó que llegaba a Las Cañas porque “el río Uruguay es más lindo de este lado que del lado argentino”. Destacaron la geografía y la tranquilidad del lugar, no sólo por la seguridad sino porque la calma del río les permitía no estar permanentemente pendientes de sus hijos que jugaban en el agua.

El atardecer ese día fue espectacular y, como es habitual, mucha gente se sacaba fotos, entre ellos los que simulaban tocar el sol con las manos. Éste se ocultó lentamente en el horizonte, formando un lindo espejo en el agua y coloreando de negro los verdes montes del pueblo vecino, en la otra orilla del río.