-¿Por qué resolvió aceptar la candidatura a la presidencia del FA?

-Porque es una oportunidad para plantear ideas y contribuir fuertemente al proceso de renovación del FA, más allá del arco de apoyos que haya.

-¿Con los sectores que lo respaldan los une algo más allá de un acuerdo electoral?

-Creo que hay una sensibilidad común en cuanto a cómo se ve el FA. No nos gustan las polarizaciones, tampoco el aire refundacional. Nos parece que hay que conjugar lo que es la memoria del proyecto y su historia más profunda con un planteo muy actualizado y de proyecto estratégico. Hay un sentimiento de que hay una enorme orfandad estratégica. Yo lo que vengo desarrollando es cuáles son mis convicciones sobre los ejes del cambio. Uno de ellos es saber conjugar con sabiduría la memoria y la renovación, porque si no hay un anclaje muy fuerte en el pasado, tampoco nadie va a sentir la continuidad de la identidad y se genera una cuestión reactiva frente a la posibilidad del cambio. El segundo punto importante es cómo combinar ser el puntal del gobierno y al mismo tiempo estar elaborando la transición y el proyecto hacia el próximo gobierno. Defender con mayor convicción los mejores logros, pero también admitir que hay debilidades en áreas específicas, fundamentalmente en capacidad de gestión. Otro punto central es la parte programática. Me parece que estamos muy lejos en la izquierda organizada de incluir las nuevas dinámicas del mundo. Eso no quiere decir que no exista el capital cultural de izquierda en la academia, en los movimientos sociales, capaz de elaborar un proyecto de mirada larga, pero hay que convocarlo.

-¿A qué se refiere con las nuevas dinámicas del mundo?

-Que haya por ejemplo un pensamiento elaborado sobre los recursos naturales. El otro gran eje es el complejo de la educación, el conocimiento y las tecnologías de la información y la comunicación. El mundo virtual pasó a ser descollante y la cuestión es cómo uno genera un pensamiento contrahegemónico en ese terreno. Ahí tenemos un enorme atraso, porque si no hay una batalla cultural instalada, el ciudadano te reclama crecimiento, pero, en realidad, va generando pautas de un mundo muy conservador. Y, después, el problema del vínculo entre los movimientos sociales y la organización política sigue siendo un tema no adecuadamente resuelto. Nosotros hicimos un centro para que se dedicara a esto pero, en realidad, ha hecho poco, que es la Fundación Liber Seregni. Desde el principio Seregni planteó y Tabaré replanteó que había que formar cuadros de gestión, y no los formamos.

-¿La situación de la fundación es sintomática de lo que vive la izquierda?

-La izquierda ha hecho maquinarias políticas del siglo XIX, en las que hay un valor central que preservar que es el compromiso y la adhesión al proyecto, pero hay otro valor no desarrollado y es que eso hay que hacerlo con una mirada que sintonice con las nuevas generaciones. Entonces empieza a suceder que la cultura de izquierda, que era dominante dentro de los jóvenes, se convierte en no dominante. Las organizaciones de izquierda que eran hegemónicas en la academia dejan de serlo. Eso implica un distanciamiento de la sociedad. Otro eje, para mí, es absorber y canalizar energías de la sociedad. Hemos hecho mucha organización política de cuadros de gobierno y de profesionalismo, pero de un profesionalismo que está atado al Estado, y eso no permite la porosidad con la sociedad, entonces, ni los que estamos en el Legislativo ni en el Ejecutivo tenemos el vínculo de ida y vuelta con la sociedad, y terminamos siendo consumidores de encuestas. Destaco un último eje, que es un sistema de comunicación global que permita esa interacción en forma ágil. Ni siquiera llegamos al panfleto del siglo XIX, porque fue imposible ponerse nunca de acuerdo en escribir algo en conjunto aunque fuera con firma. El sistema de comunicación tiene, por lo menos, tres siglos de atraso. Entonces cómo queremos que no agende la derecha, que tiene el dominio de los medios de comunicación más avasallantes.

-En vísperas del gobierno de Vázquez hubo un proyecto estratégico, ¿en qué momento se fue perdiendo?

-Había un proyecto estratégico, pero para una sociedad destruida. Ese proyecto se ha cumplido en gran medida, hemos elaborado el pensamiento del crecimiento, pero no hemos tenido la capacidad de elaborar, en la medida en que hemos salido del pozo, el pensamiento del desarrollo. Hay que terminar de elaborar ese proyecto y transmitirlo, porque ahí es cuando se vuelve seductor. Porque si no, no se da el corte izquierda-derecha, que no es sólo el corte en torno a las políticas distributivas y la igualdad, sino en torno a la libertad, a la construcción de otros sistemas de valores.

-¿Por qué existe este escenario de fragmentación al definir candidaturas?

-Porque es muy difícil encontrar, sin elaborar mucha cosa en común previamente, un candidato de consenso. No hay una situación en la cual se haya destacado alguien con tal peso. Porque si el problema de diagnóstico es la debilidad de la fuerza política, un consenso gris no es compatible con este proyecto. Si no es de consenso, se generan las lógicas de que puede ser éste o aquel, y en algunos casos ha habido un manejo totalmente inadecuado, de tómbola de nombres.

-El FLS y el Partido Socialista quedaron molestos con la definición de incompatibilidad entre los cargos legislativos y la presidencia del FA.

-No estuve de acuerdo con que se prohíba ser parlamentario, aunque personalmente dije que si se diera esta alternativa renunciaría a la banca. Puede ser una regla dura, aunque creo que en la práctica es muy difícil compatibilizar ambas cosas. Mi experiencia es que el Senado es un espacio muy privilegiado para los contactos políticos, pero uno después de que se ganó el respeto, la interlocución la tiene tanto estando adentro como afuera. El problema es si es reconocido como interlocutor por el resto de los actores. Desde la presidencia del FA hay que armar un esquema que permita una interacción importante con el Ejecutivo, porque no puede ser que el presidente del FA se entere a través de los medios de comunicación o por la triangulación con el Parlamento de lo que decide el Ejecutivo. Los coordinadores de bancada van e informan a la Mesa Política, pero en realidad es en gran parte una información sobre lo que ya fue. Entonces, ¿cuál es la capacidad de incidencia? La capacidad de incidencia es directamente proporcional a la capacidad de anticipación.

-¿Con su candidatura la VA sigue en la línea de las internas de 2009, cuando se posicionó como una especie de tercera vía?

-Sí, somos reincidentes, tenemos una sensación de riesgo respecto del futuro con la polarización. Yo siempre estuve en contra de las polarizaciones, también de la excesiva fragmentación. La manera de resolverlo es generar alguna otra corriente y que se simplifique este panorama. Y no hacemos la cuenta de quién se favorece y quién se perjudica. Desde el punto de vista de los cálculos, sería mucho más fácil hacer una negociación con algún bloque fuerte.

-El MPP llegó a manejar su nombre.

-Lo que puedo decir es que hubo personalidades muy importantes del MPP que me plantearon esta posibilidad. Eso lo consulté a su vez con otros compañeros de mucho peso y encontré un ambiente favorable, y a partir de eso empecé a reflexionar sobre el tema. Dije a algunos de los que me habían consultado que podía ser. Después la cosa quedó por ahí.

-¿Le dijeron por qué no prosperó?.

-A mí nadie me ha dado explicaciones, ni a favor ni en contra. Me imagino que hay dinámicas, sectores que están de acuerdo, otros no, hay historias, no sé.

-En su relación con el MPP, ¿influye el vínculo histórico GAU-MLN?

-Hay un vínculo histórico fuerte con Mujica y con varios miembros más de lo que ha sido el MLN, sí. Es un problema de historia, de confianzas personales, por haber compartido muchos procesos. No lo niego. Al contrario, lo reivindico.

-¿Con Mujica habló de candidaturas?

-Con Mujica hemos hablado de los más diversos temas. Si uno viaja a Venezuela con el presidente y conversa 12 horas de corrido entre ida y vuelta habla, siendo como es [Mujica], no hay tema que no termine interesándole por una punta o por la otra. Pero eso es intercambio, no quiere decir nada.