El oeste de Montevideo cuenta con una franja costera de diez kilómetros que se extiende desde la Bahía del Cerro hasta la Barra de Santa Lucía pasando de este a oeste por Capurro, Cerro, Punta de Sayago, Dellazoppa, Santa Catalina, Punta Yeguas, De Ferres, Los Cilindros, Zabala, Pajas Blancas, La Republicana, La Colorada, De la Tumba, De Mailhos, Punta Espinillo, La Playita y La Calavera. Las zonas pobladas son Cerro, Casabó, Santa Catalina, Los Cilindros, Zabala, Pajas Blancas y La Colorada, comprendidas en el Municipio A, que cuenta con 220.000 habitantes, muchísimos de ellos jóvenes, y unos 60 asentamientos.
En esta área existen playas que son destino de veraneo, además de ser utilizadas para la pesca artesanal. La zona rural comprende a unos 400 productores de uva, naranjos, peras, y variedad de verduras y hortalizas. También hay humedales, que en el caso de la Barra de Santa Lucía son considerados Área Protegida. Existe una rica diversidad de aves que incluye chorlos, cigüeñas, patos, teros reales, gaviotas y aves migratorias, entre otras. El arroyo Miguelete atraviesa gran parte de la franja costera, y sus niveles de marea y corriente son propicios para la formación de grandes ecosistemas.
Pero, lógicamente, no todo es verde. Allí se están gestionando y concretando megaproyectos e inversiones de los que es necesario hablar, según lo entiende la población local. La construcción del puerto de Punta de Sayago, que oficiaría como “segundo pulmón” del puerto de Montevideo, ya comenzó, según informaron a este medio autoridades de la Administración Nacional de Puertos (ANP, ver la diaria 17/05/12). También se construirá un Cluster Naval para la reparación de buques en la zona de Punta del Tigre, entre Punta de Sayago y Punta Yeguas, próximo a Santa Catalina. Las estaciones de carga de contenedores en la región (a escasos metros de las tierras productivas y bordeando Santa Catalina, Casabó y Tres Esquinas) ya son un hecho, y está previsto extenderlas. Hay programas de ampliación de la urbanización en el este de Santa Catalina y de construcción de una nueva hacia el este de Pajas Blancas, conocida como Plan de Actuación Urbanística (PAU 1). Otra obra en construcción es el colector y saneamiento IV en Punta Yeguas. En la franja costera de Capurro, la Intendencia de Montevideo (IM) planea crear un moderno espacio público. El cambio más significativo, por el valor y el peso institucional que conlleva, es quizás el nuevo Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de la ciudad, que la IM ya elevó a la Junta Departamental en busca de su aprobación.
la diaria recorrió la zona y conversó con los distintos actores involucrados, los pobladores de la región reunidos por la Red Intersocial del Oeste (RIO) y también por el Encuentro Costero del Oeste (ECO): Waldemar Lambach, interventor del puerto de Punta de Sayago, y el arquitecto Ulises Torrado, asesor de la Unidad de Planificación de la IM.
El uno y los otros
La Facultad de Arquitectura recibió hace tres semanas a Torrado y a la RIO en el marco del Seminario de Urbanismo de cuarto año, que está trabajando sobre el espacio de la Bahía de Montevideo. Lejos de derivar en una exposición técnica del asunto, el encuentro reflejó la complejidad y el contraste de las perspectivas. Torrado intercambió la propuesta de la IM para el Espacio Público de Capurro, al tiempo que reflexionó acerca del valor histórico del área con miras a revalorizarla con este tipo de parques urbanos.
La zona de Capurro, que bordea el Cerro, tiene actualmente el estatus de Área de Promoción derivado del POT. “Montevideo nació de espaldas a la bahía, y ésta jamás se integró desde el punto de vista urbano sobre la ciudad”, enfatizó el técnico apenas comenzada la disertación. Apuntó luego a la gestión liderada por la ANP. “A lo largo de la historia esta gestión negó la relación ciudad puerto”, recordó, enfatizando el hecho de que el modelo económico y productivo de la ciudad está volcado hacia el este. Pese a que el área del borde costero cuenta con la presencia de actores tales como la IM, ANCAP, ANP, UTE, AFE y MTOP, “los espacios públicos actuales son todos basurales”, lamentó el asesor, mientras que hace varias décadas “la playa de Capurro era la playa de Montevideo”. En aquellos años evocados por Torrado, Capurro contaba con una pista de patinaje, eran visibles las toninas en el agua y existía variedad de actividades náuticas. Sobre el puerto de Punta de Sayago, al que llamó “la araña colgada”, el especialista problematizó la infraestructura que implicará a nivel de la vía terrestre: “Considerará serios problemas desde el punto de vista territorial”, vislumbró, aunque, por otro lado, evaluó positivamente la construcción del colector (a raíz del puerto), ya que limpiaría a través del dragado la boca de salida del Miguelete, que se encuentra en pésimas condiciones ambientales. El asesor cuestionó la presencia de la cancha de fútbol del Club Atlético Fénix y esbozó un plan para rever su construcción, por la ubicación sobre los bordes de los accesos. Otro atendible planteo remite a la pileta de petróleo a cielo abierto que posee ANCAP en sus instalaciones. “En fin de año hay que andar corriendo los cohetes para que no explote todo”, advirtió. Explicó que los accesos de la ruta 1 y las vías férreas dividen el área en dos espacios inutilizados.
Como consecuencia de la topografía específica de Capurro y de la necesidad de solucionar estas problemáticas es que nace la propuesta de recrear el borde de la bahía, unas 30 hectáreas. Cabe señalar que aún no comenzaron las obras, pese a que fue resuelto por decreto de la Junta Departamental hace tres años. Los predios costeros sobre los que está planeada la construcción del moderno espacio público (con referencias de ciudades europeas y brasileñas) son en su mayoría privados: pertenecen a las compañías Buquebus, González Conde, Campiglia, la familia Ponte y Paullier, que posee cinco, y algunos son municipales. La IM acordó con dichos propietarios la utilización del espacio a cambio de su “revalorización urbana”. Torrado cerró su presentación reclamando a la Facultad de Arquitectura una postura con relación a la bahía. “Esta población está aterritorializada, y eso es responsabilidad nuestra. Tenemos que saber qué territorio le damos a la gente que allí vive”, concluyó.
La humanidad del río
La RIO, integrada por habitantes activos de la costa oeste de la ciudad, estuvo presente en el encuentro en la Facultad de Arquitectura y nutrió de complejidad la temática. Este grupo se formó hacia 2000 con relación a un proyecto portuario llamado Cerro Free Port, liderado por la secta Moon, al que se opuso firmemente y no se concretó. Actualmente, la RIO cogestiona junto con la IM el Parque Público de Punta Yeguas, caracterizado por bosques, playas y variedad de flora y fauna, que el martes festejó sus seis años, en el marco de una experiencia de “escuela-proyecto de participación popular en políticas públicas”, una iniciativa de educación no formal entre Argentina, Venezuela y Ecuador. Esta red ha elaborado varias publicaciones con relación al “oeste que queremos” y propuestas productivas concretas, por ejemplo, sobre el predio e instalaciones del ex Frigorífico Nacional.
La RIO manifestó en primer lugar la necesidad de lograr una visión integral sobre los emprendimientos que afectarán el área. “Estamos en un departamento que hace 20 años desplegó una práctica de participación junto con la descentralización como modelo de gestión territorial. No podemos aceptar que la participación sea cada vez más consultiva y nunca vinculante”, señaló el urbanista Walter Morroni, integrante de RIO, aludiendo al hecho de que la red se enteró por casualidad de la divulgación pública de la nueva versión del POT, realizada el 29 de agosto de 2011 a las 10.00 en la IM, evento en el que no faltaron varios inversores logísticos. Morroni es argentino y vive en Pajas Blancas desde enero de 2005. Dice haber descubierto aspectos del imaginario colectivo con relación a “todo lo que está detrás del Cerro” que lamenta. “No se sabe muy bien qué es lo que hay por ahí, y de lo que se sabe, sobresalen las cuestiones más desagradables… Me encontré con unas playas hermosas que son el lugar de recreación y de veraneo por excelencia de los sectores humildes y sencillos de este Montevideo. Los proyectos de alto impacto a veces pareciera que se edificaran sobre un territorio virgen. O si consideran a la gente, tampoco importa mucho porque no es próspera. Entonces vienen y nos hablan de la oportunidad, ¿cómo vamos a rechazarla? Ponernos esa palabra ‘oportunidad’ es casi como una pistola en la sien: si no la aceptamos somos unos suicidas, unos anacrónicos, unos nostálgicos”, criticó. Morroni, Ruben Bouza, el Bebe Velázquez, Silvia Ledezma, Jorge Fuentes y demás integrantes de la RIO plantean, desde su calidad de habitantes de la región, la posibilidad de acceder al diálogo conjunto con los técnicos y los inversores de estos emprendimientos. Cuestionan si la franja costera del oeste en cuestión debe ser un soporte de actividades o un sujeto, y también si se trata de revalorizar la zona o de conservarla. “Ya hay un modelo de desarrollo. Los productores de la zona están haciendo algo, están peleando y nadie los favorece con políticas para que les vaya bien. Les ponen tranquilamente una pared de ocho contenedores al lado de unos perales que el productor plantó hace muchísimo tiempo, y que tuvo que esperar cinco años para que empezaran a dar un poquito de peras. Y esas peras, con el polvo que surge del movimiento de los contenedores, no sirven para nada”, graficó Morroni. Bouza se refirió a las 60 hectáreas de viñedos, manzanas y naranjales ubicadas en la calle Bajo de la Petisa, que, según contó, se prevé como salida directa hacia el puerto de Punta de Sayago, y que fueron afectadas por el depósito de troncos y contenedores: “A veces paso meses sin dormir. Se llevan la capa de tierra negra de 2,10 metros, la sacan y la entierran en lugares que mañana van a inundar construyendo ciudad. Allí vienen camiones que aplanan todo y ponen troncos de madera, esas 60 hectáreas donde están las manzanas y naranjas que veo irse. Viene la chipeadora y resulta que al año siguiente es un emprendimiento económico que no funcionó, y esa tierra quedó masacrada”.
Puerto en la luna
El proyecto del puerto en Punta de Sayago abarca 97 hectáreas, e incluirá tres áreas: zona franca, puerto libre y parque industrial (actualmente en licitación). Habrá una terminal regasificadora que consta de dos buques: uno que trae el gas líquido y otro que efectúa el tratamiento, además de una parte logística en la que se ubican los contenedores. En este predio se encuentra parte de las instalaciones del ex Frigorífico Nacional, que oficiarían como depósito. En la zona implicada en el megaproyecto habitan unas 20.000 personas.
Corría 2002 cuando la secta Moon impulsaba Cerro Free Port, otro proyecto portuario en Punta de Sayago. La entonces Comisión Intersocial por un Cerro Productivo estudió la iniciativa con la asistencia de científicos, abogados, economistas, geólogos, geógrafos y biólogos de las distintas facultades de la Universidad de la República (Udelar), para finalmente resistirse al emprendimiento. “El conocimiento de las malas prácticas empresariales y laborales del grupo Moon en nuestro país y el extranjero; el peligro de destrucción de fuentes laborales y productivas existentes en la zona agrícola y pesquera; la depredación del ecosistema costero de la zona oeste, afectando su potencial turístico y recreativo entre otras”, enumera la publicación El Frigorífico Nacional y el Uruguay productivo, libro que resume una larga lucha y realizado en 2008 conjuntamente por la RIO, la Udelar y el PIT-CNT, en el que participó el entonces intendente de Montevideo, Ricardo Ehrlich. La Dinama no autorizó aquel proyecto y el Estado compró los predios. Sin embargo, resulta curioso que el actual puerto de Punta de Sayago tenga prácticamente las mismas características que el impulsado por el grupo Moon, incluso con más accesorios. Lambach, interventor del puerto Punta de Sayago, recibió a la diaria en la oficina ubicada en su predio (la misma que edificó Moon para Cerro Free Port), y contó que actualmente se está trabajando sobre las vías de accesibilidad del ingreso de carga, en convenio entre la ANP y el MTOP. Consultado sobre la posible existencia de predios poblados por productores y destinados a la actividad agrícola en las inmediaciones del futuro puerto, el interventor argumentó: “El POT fue cambiado. Antes, esto era zona rural, y ahora está desafectado. En esta zona no hay productores, no se produce: esto no es Rincón del Cerro”, desestimó. Ante el interrogante sobre los antecedentes y los motivos por los cuales el Estado retomó lo avanzado por Cerro Free Port, contestó: “El gobierno se hizo cargo del proyecto entendiendo las complicaciones y el incremento de tráfico que tiene el Puerto de Montevideo. Se entendió ideal poder consolidar una zona en la que se desarrollarán actividades logísticas para complementar las actividades del puerto. En unos 20 años estará totalmente culminado el proyecto. Es un segundo pulmón”.