Unos 70 vendedores de panchos decidieron sindicalizarse tras las reiteradas intimaciones por parte de la Intendencia de Montevideo (IM), que busca regularizar la presencia de vendedores ambulantes.
El Sindicato de Pancheros del Uruguay (Sinpu) nació en noviembre, cuando un grupo de trabajadores comenzó a asesorarse con el PIT-CNT y delegados de la Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicios (Fuecys). Si bien la gran mayoría son propietarios de carros, y no empleados, crearon un sindicato para negociar que la IM les permita trabajar en la calle.
Actualmente es común que los inspectores entreguen a los pancheros la “boleta amarilla”, con la cual se los intima a retirarse del lugar. Si no cumplen, los inspectores pueden requisarles los elementos de trabajo, tales como la garrafa o los alimentos que lleven en el carro. Si bien el Sinpu no contabilizó aún cuántos carros fueron requisados hasta el momento, denuncia persecución constante de los inspectores, que a veces van acompañados de efectivos policiales, para exigir a los trabajadores que se retiren del lugar.
Según el artículo 1.820 del Digesto Departamental redactado en 1927, “los vendedores ambulantes no podrán permanecer estacionados más de diez minutos en el mismo paraje. Quedan exceptuados del cumplimiento de esta disposición aquellos vendedores que hayan obtenido el correspondiente permiso para efectuar sus ventas en un sitio determinado”. En 2010, la IM comenzó un plan de erradicación de vendedores ambulantes en la avenida 18 de Julio, dentro de los que están incluidos los vendedores de comida. Según relató a la diaria la secretaria del Sinpu, Gabriela Correa, estas persecuciones se dan hace varios años.
Común y extralargo
“De los que estamos en el sindicato, todos tenemos boletas amarillas”, comentó Víctor Correa (sin parentesco con Gabriela). “Vienen los inspectores y te dicen que tenés que correrte o irte de ahí. A muchos les sacan la mercadería y los dejan con el carro vacío. Nos tratan como si estuviéramos robando, y nosotros lo único que queremos es trabajar”, agregó.
Él y su esposa tienen dos carros de panchos, y todos los días viajan desde Las Piedras a Montevideo para trabajar. Parar en una zona céntrica representa inconvenientes extra: “Dicen que no hay necesidad de venta callejera porque la IM nos puede dar facilidades para abrir un local, entonces nos corren”.
La tarea, además, tiene algunas dificultades no perceptibles a simple vista. Por ejemplo: muchos pancheros cargan su propio carro, que suele pesar más de 20 kilos. También ventajas: Víctor tuvo otros empleos, pero prefiere trabajar con su propio carro, ya que “se gana más que un funcionario público, según el horario que metamos. Yo hago entre 12 y 14 horas por día y me da bien para vivir”.
Mary Medeiros hace muchos años que trabaja en el negocio y también se enfrenta a diario a las intimaciones municipales. “Tengo tantas boletas que voy a empapelar mi casa”, comentó en broma.
La modalidad de algunas expulsiones preocupa a los pancheros. “Los domingos estás trabajando en el fútbol y se bajan los inspectores con cuatro policías, te rodean y dicen que no podés trabajar. A la gente que está alrededor obviamente le impresiona, nadie entiende qué pasa”, comentó Víctor.
Otra sospecha que tienen los vendedores sindicalizados es que muchas de las intimaciones son “vendidas” por los grandes propietarios de carros con venta de comida rápida, ya que para ellos son una fuerte competencia.
El viernes 11, sin ir más lejos, en el recital que dio Molotov, en Bulevar Artigas y la Rambla -parte de los festejos que organizó la IM en el marco de Montevideo Capital Iberoamericana de la Cultura- varios pancheros fueron intimados por Prefectura y la Intendencia, según pudo consignar la diaria, por lo que tuvieron que deambular por la zona para evitar que les requisaran la mercadería.
Tenemos un plan
La breve historia del Sinpu ya dio algunos resultados: el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) otorgó a los pancheros facilidades para aportar un monotributo progresivo a cuatro años, que les permite un aporte mínimo al Banco de Previsión Social. También obtuvieron un seguro de paro especial, para los días que el vendedor esté enfermo, y la opción de suspender los aportes los días que no puedan salir a trabajar por mal tiempo.
Ahora, la principal expectativa está en la IM, con quienes están dispuestos a negociar para que les permitan vender en la vía pública. La secretaria del Sinpu envió una carta a la IM, esperan que los reciba la intendenta Ana Olivera, y hablaron con Gerardo Lorbeer, director de la División de Promoción Económica, así como con Luis Polakof, encargado del Departamento de Desarrollo Económico e Integración Regional. Hasta ahora, afirman no haber tenido éxito en estas conversaciones, pero hoy habrá una nueva reunión.
“El planteo es que nos den los permisos, vamos a acceder a lo que ellos nos pidan, podemos cumplir un montón de requisitos. Tenemos varias propuestas para mejorar la situación: tener los carros con colores parecidos, cuidar la higiene usando guantes y que haya dos personas en el carro, una para manejar la plata y otra la comida. Tener a la vista el carnet de manipulación de alimentos, evitar las moscas. Estamos dispuestos a cumplirlo”, dijo Correa.
El Sinpu también busca obtener lugares estables para trabajar en eventos y espacios públicos.
Caso cerrado
Gerardo Lorbeer confirmó a la diaria que no se negoció lo solicitado por el Sinpu ya que hace cinco años que no se otorgan permisos para ventas ambulantes; agregó que “hay énfasis en el área de manipulación de alimentos”. La IM considera que “Montevideo, por sus habitantes y quienes nos visitan, está en condiciones de vender alimentos en locales”, explicó el jerarca.
Al ser consultado por la situación de los tortafriteros, que viven una situación similar, aclaró que ellos no tienen permiso aún para vender en la calle. En realidad, la Junta Departamental votó la reglamentación de esta actividad, pero los permisos aún no se aprobaron.
Lorbeer destacó las facilidades que otorga la IM para que los trabajadores abran sus locales, como préstamos para pymes y facilidades tributarias, para erradicar el trabajo callejero. “La IM los va a apoyar para más”, agregó.
En cuanto a la posibilidad de una negociación, como piden los pancheros, Lorbeer expresó que “no es un tema de negociar, es definir a lo que apuntamos y lo que apoyamos”. En este caso, queda claro que se trata de la instalación de locales para venta de comida.“Nos parece que estas actividades son mucho más llevaderas desde un local, no sólo por la seguridad alimentaria, sino por la diversificación que puede tener, la posibilidad de trabajar todos los días del año, y una mayor sustentabilidad y proyección a largo plazo, como un negocio familiar”, agregó.