Cincuenta reales por mes, mediante una tarjeta, para gastar en discos, libros, DVD, entradas a museos, espectáculos y otros productos culturales. Ésa es la idea central del plan Vale Cultura, que podría beneficiar a 17 millones de trabajadores brasileños que perciben menos de cinco salarios mínimos (3.390 reales, aproximadamente 32.000 pesos uruguayos). Según informó Globo, solamente podrán formar parte del plan los empleados de empresas que adhieran al proyecto; al trabajador se le descontará 10% del vale (pudiendo optar por no acogerse al plan) y los 45 reales restantes serán aportados por el gobierno federal por medio de exenciones impositivas a las empresas. El beneficio será acumulativo, es decir, se podrá ahorrar para hacer un gasto mayor más adelante.
El plan fue aprobado a fines del año pasado por el Parlamento brasileño; la presidenta Dilma Rousseff lo sancionó el 27 de diciembre. Mientras se aguarda la reglamentación de la ley, el plan adquirió notoriedad internacional durante la gira europea que realizó a principios de enero la ministra de Cultura, Marta Suplicy. En su paso por Francia fue objeto de un extenso -y halagador- reportaje publicado por el diario Le Monde, que luego fue difundido por varias agencias de noticias. Titulada “La madre nutricia de las almas brasileñas”, la nota recoge varias opiniones de Suplicy, entre ellas, que “Brasil no debe ser sinónimo de playa, violencia y mulatas desnudas; tiene que ofrecer su alegría, su capacidad de armonía y diversidad, a pesar de la pobreza” y que “Lula cortó el ciclo de la pobreza. Dilma Rousseff quiere que la cultura sea el alimento de las almas”.
Suplicy informó a Globo que Vale Cultura debería estar funcionando a partir de julio. Hasta entonces el gobierno estará negociando con las empresas -que recibirán cerca de 500 millones de reales en incentivos- en busca de una adhesión amplia al plan. El involucramiento de éstas es uno de los temas centrales de la administración de Suplicy, ya que entre sus objetivos está la modificación de la Ley Rouanet (ley de mecenazgo), muy cuestionada por favorecer de manera despareja a los distintos actores involucrados. “No hay un país del mundo desarrollado en el que la cultura no tenga un papel destacado en la economía”, dijo Suplicy a la cadena televisiva. De acuerdo al Ministerio de Cultura, lo que los trabajadores consuman en las áreas de artes visuales, artes escénicas, audiovisual, literatura, humanidades e información, música y patrimonio cultural -tales son las categorías en que se dividen los productos culturales- moverá alrededor de 7.200 millones de reales (aproximadamente 3.500 millones de dólares) por año.
Otro de los temas polémicos durante la breve administración de su antecesora, la cantante y gestora Ana de Hollanda (hermana de Chico Buarque), que ejerció desde enero de 2011 hasta setiembre del año pasado, fue el de la administración de derechos de autor. De Hollanda se debatió entre acusaciones internacionales hacia Brasil de piratería y presión desde sus propias filas para que mantuviera las licencias Creative Commons que el anterior titular de Cultura, el también músico Gilberto Gil, había asociado a la página del ministerio. Suplicy (que no es cantante, sino política de raza: miembro del PT desde 1983, fue alcalde de San Pablo de 2000 a 2005), en su entrevista con Le Monde promete una solución “innovadora y sorprendente” al tema de los derechos autorales, aunque no adelanta detalles.