El sector agrícola concentra 48% de niños que trabajan en América Latina y el Caribe, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En el medio rural de Uruguay, los menores de edad que trabajan llevan adelante tareas de alto riesgo, tienen menores ingresos que los adultos y en ocasiones con nulas garantías de seguridad, situación que ha sido denunciada por el sindicato, confirmó a la diaria el delegado del Sindicato de Peones de Estancia, César Rodríguez.

A nivel mundial, el trabajo infantil se concentra en el sector agrícola, advirtieron los organismos internacionales. En América Latina y el Caribe, una amplia proporción de los 12,5 millones de niños que trabajan lo hace en tareas rurales: en la región andina son 61,5%, en Mesoamérica 42,7% y en el Cono Sur 38,4%. La OIT describe el trabajo infantil como las tareas "que privan a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que por ende resultan perjudiciales para su desarrollo físico y psicológico". En este contexto, el organismo, insta a que dicha práctica sea "eliminada", dado que afecta los derechos fundamentales de los niños y "representa un factor de reproducción intergeneracional de la pobreza y la exclusión social", sentencia.

Uruguay, nomás

El Informe Nacional sobre Trabajo Infantil en Uruguay, que integra los principales resultados de la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI), realizado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) entre 2009 y 2010, aporta datos de 7.000 hogares de todo el país.

Entre la información proporcionada por el estudio se destaca que de la población total de niños y adolescentes de entre cinco y 17 años -unas 685.000 personas-, 85,3% no realizaba ninguna actividad económica, mientras que 11,6% sí lo hacía y 3,1% declaró haber realizado actividades de esta naturaleza en el año anterior a la encuesta. En las áreas rurales, el porcentaje de niños y adolescentes que desempeñaban actividades económicas en el momento de realizar el informe ascendía a 21,1%, mientras que en el área urbana representaba 10,9%.

Los mayores niveles registrados se verificaron entre los adolescentes varones que habitan en el área rural: 55,6% de dicha población realiza actividades económicas, mientras que sólo 37,7% declara no haber realizado ninguna actividad en el año anterior a la encuesta. También los varones de entre 15 y 17 años que habitan en áreas rurales son quienes destinan más horas al trabajo: en promedio trabajaron 28,7 horas semanales. El estudio constata además que es entre los adolescentes del sexo masculino que viven en áreas rurales que se registran las tasas más importantes de abandono del sistema educativo.

Pa' que aprenda

Las tareas más habituales que desempeñan los niños y adolescentes en el medio rural son las de pastoreo, cría de animales de corral y manejo de maquinaria pesada, según comentó Rodríguez.

En este sentido, existe “un doble discurso”, según el delegado de los trabajadores rurales. Por un lado, los empleadores y las familias esgrimen que es un “aprendizaje” o “acompañamiento” de la labor de los adultos y que “antes de que ande por ahí” es mejor que trabaje pero “se le paga la mitad que a un adulto”, consignó.

El año pasado, la Unión Nacional de Asalariados, Trabajadores Rurales y Afines denunció ante la Dirección Nacional de Trabajo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social la situación de tres adolescentes que trabajaban en situación precaria. Se realizaron inspecciones en locales de ferias, “que son un eslabón en la comercialización de los productos que pasan por el remate”, se constató que los menores de 15 años estaban en un establecimiento “sin baño, sin camas, sin calefacción y sin agua potable”, cotejó Rodríguez.

“Habitualmente [a los adolescentes] se les asigna manejar un tractor como una tarea inocua, sin brindárseles capacitación ni seguridad”. Según datos del Banco de Previsión Social, con esta tarea se asocian “los accidentes graves, con lesiones permanentes, con pérdidas de miembros”, advirtió el sindicalista.

La ganadería extensiva es un sector “representativo” de captación de mano de obra infantil, dado que es “la población más dispersa, la más difícil de fiscalizar y la menos visible”. “La agricultura extensiva tiene más visibilidad”, explicó el gremialista.

La situación de los niños y adolescentes se ve agravada por la falta de mano de obra en el sector, consecuencia de la migración de los trabajadores rurales a las ciudades, así como su incorporación a otros sectores, como la construcción o el sector forestal. Uno de los principales problemas es que el trabajo de los niños y adolescentes “está naturalizado” en las áreas rurales, dijo Rodríguez.