-¿Cómo definirías tu relación con América Latina?

-Volar al sur… En 1984 estuve en Cuba durante el Tercer Coloquio Latinoamericano de Fotografía. En ese entonces, [Fidel] Castro habló dos horas y media sobre la fotografía en Latinoamérica. Luego de vivir siete años en Cuba curé la primera muestra de fotografía latinoamericana en Estados Unidos, con fotógrafos de Ecuador, México, Argentina, Cuba y otros países. Fue una exhibición muy importante, y de hecho nos hicieron una entrevista en The New York Times. Después trabajé mucho con el brasileño Sebastião Salgado -quien fue editor de The New York Times Magazine-, más que nada en sus primeros trabajos de la década del 80. Además, cuando viajé a La Plata en 1989 trabajé con fotógrafos argentinos, uruguayos y brasileños, en un total de 53 fotógrafos.

-En Nueva York enseñás sobre medios digitales a partir de la obra de escritores como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Bioy Casares...

-Porque lo que me interesa es la literatura no lineal. Siempre leí a Borges, también a Cortázar por mucho tiempo, y en cuanto a Bioy, visité la casa donde escribió su novela Las aventuras de un fotógrafo en La Plata. De hecho, me interesa conocer la literatura del resto del mundo.

-La fotografía digital no sólo ha cambiado la percepción del mundo sino también la del propio ser humano. ¿Cómo vivís este proceso como docente e investigador?

-Tengo dos libros sobre el tema, uno de 1990 y otro de 2008. Cómo nos afecta no tiene una respuesta simple, en dos minutos se toman tantas fotografías como todas las del siglo XIX. Millones y millones de imágenes se suceden y muchas personas viven para ser fotografiadas. Además, se hacen cosas para verse bien en Facebook, en las redes sociales y en la vida. En general, en la prensa la fotografía ha sido manipulada, tanto por el foto-oportunismo como por la modificación distinta de la imagen. La gente ya no confía tanto en la fotografía como en otras épocas, pero la paradoja es que hay muchas más imágenes que antes. La fotografía significa menos que en otros tiempos. Por ejemplo, si la gente manipula la fotografía, se acerca a lo que se habla sobre la posibilidad de que en el futuro se altere la genética y se cambie el color de ojos, tal como se hace en la fotografía. Vemos cámaras en todos lados. Un teórico brasileño sostuvo que deberíamos descartar la idea de privacidad, precisamente por la cantidad de cámaras que existen hoy en día. Desde 1984 hay problemas de seguridad y un control constante mediante cámaras. Cuando hay escepticismo con respecto a la fotografía y se muestran cosas en la prensa, la gente sigue sin creerlo, no reacciona.

-Si vivimos en el mundo de la fotografía y esa realidad que reproduce, ¿cuáles serían los límites de esta representación, sobre todo desde el punto de vista social?

-No hay límites. En el Street View se ven las calles de todo el mundo, hay imágenes satelitales arrojadas desde el espacio, cámaras de vigilancia, de celulares, cámaras espías, life login [cámaras que toman imágenes cada 30 segundos], los lentes de Google, las relaciones entre seres virtuales, avatares, videojuegos, televisión... Y además hay pantallas en todos lados: si el mapa es más grande que el territorio, ya no necesitás el territorio. Dejamos el territorio por el mapa. El problema con esta idea es que el mapa está distorsionado, así que dejamos el territorio por un mundo artificial. Esto sucedió más rápido en algunos lugares que en otros, como es el caso de Corea y Japón, y más lento en países como Uruguay.

-Has dicho que la fotografía también delinea las prioridades de la sociedad al estar presente en guerras, hambrunas y campañas políticas y has llamado “turismo de la violencia” a lo que ocurre cuando imágenes violentas y directas invaden la sociedad, disminuyendo su reacción. ¿Cuándo la fotografía adopta el rol de espectáculo?

-Cuando está desconectada de la realidad. Cuando la imagen está por la imagen y no para tener un impacto en la realidad. La idea es que sacamos fotos de sacar fotos. No deberíamos aspirar a un mundo de la imagen y de reemplazo de la realidad, ya que esto convierte a las personas en objetos y pasan a ser personajes. La gente sigue su mirada como si fuese un entretenimiento: si se ve una sociedad bombardeada mediante colores hermosos, ésta se desconecta del hecho de que la gente se está muriendo.

-Con respecto a esto, ¿cómo ves el fotoperiodismo?

-Hay un diario de Chicago que en un día despidió a las 28 personas que integraban el departamento de fotografía, aduciendo que les darían iPhones a los periodistas. Dicen que ya no necesitan fotógrafos; vos te vas a un seguro de paro y ella tiene un iPhone. La gran pregunta es para qué necesitamos a los fotógrafos. Y por qué un fotógrafo tradicional como vos es distinto de miles de personas con un celular.

-Según vos, esto ocurre por la imagen versus la fotografía.

-Sí, sí. Pero, por ejemplo, los fotógrafos que cubren las ruedas de prensa podrían ser reemplazados por robots. Los fotógrafos deberían tener un rol más importante, que los robots no podrían desempeñar. Habría que valorar la fotografía de diarios y revistas de alguna manera. En vez de cubrir una rueda de prensa, el fotógrafo debería decidir cubrir hechos sociales que ni el robot ni el fotógrafo amateur podrían. De la misma manera que en las jornadas de esta semana alguien dijo: “Muchos escriben pero pocos crean una novela”. Necesitamos fotógrafos que puedan crear novelas, porque todos sabemos fotografiar pero no todos pueden reunir un hecho para que genere un impacto. Necesitamos fotógrafos que sean autores de su trabajo. No es sólo el hecho de entregar fotografías para que otro elija; al igual que en el cine, en el que el director es el autor, el fotógrafo debe ser autor de su propio trabajo. Debe elegir las imágenes, hacer una secuencia, agregar sonidos si es necesario, y realmente generar un hecho, un impacto. Pero creo que no queremos enterarnos de los problemas sociales, no queremos saber lo que sucede en el mundo, y empezamos a ser fotógrafos del entretenimiento. Retratamos a las celebridades, los deportistas o los presidentes, ignorando lo que sucede realmente en el mundo. Sólo en Montevideo deben existir 100 libros sobre todo tipo de cosas importantes, pero los fotógrafos están frustrados porque no pueden ingresar a la conversación principal de la prensa. Tiene que haber una revolución en el medio, y para citar a Karl Marx, hoy tenemos los medios de producción y de distribución, como puede ser Instragram o una página web, donde se pueden generar hechos más importantes que los que figuran en la prensa. Hace 20 o 30 años, si los medios no aceptaban un fotógrafo nadie hacía su trabajo. Pero ahora, con todas las redes sociales -Instagram, Flickr- podés tener 30.000 o 40.000 seguidores que te miran directamente a vos. Lo que hay que hacer es generar una red para que llegue a la primera página, de modo que la gente pueda saber dónde buscar lo que está sucediendo en el mundo. Es como los Media Ninjas en Brasil [cooperativa de periodistas callejeros que utiliza 
smartphones para grabar y subir a la web las manifestaciones contra Dilma Rousseff], quienes no están satisfechos con los medios de prensa y con su propio proyecto editan y proyectan su selección de lo que sucede. Estamos en el principio de esta revolución, y cada día intentamos descifrar las redes, los medios de producción, cómo decir las cosas de otra manera para saber cómo llegar al escenario del mundo. En Uruguay es posible generar cambios para que el mundo vea las cosas como ustedes. Ya se produjo un enorme cambio en Nueva York, donde fácilmente se puede ver el trabajo latinoamericano. Pero en 1986, cuando curé la gran muestra de fotografía latinoamericana, en el museo de Nueva York sólo había dos fotógrafos latinoamericanos, [el peruano] Martín Chambi y [el mexicano] Manuel Álvarez Bravo.

-Si la fotografía siempre ha mentido, y ahora, con el software, sólo se volvió más fácil, ¿lo importante sería el lugar que ocupa el fotoperiodismo en esa suerte de montaje escénico?

-La fotografía siempre ha sido una cita de la realidad, nunca fue verdad. Pero como reportera, si citás el trabajo de alguien, no podés cambiar el contenido de esa cita. La idea de la fotografía es que hace una cita de esa realidad, aunque siempre haya mentido, incluso cuando la fotografía no se cambia: si te muestro con los ojos cerrados por un segundo, parecerá que estás muy aburrida con esta entrevista, pero si te muestro con los ojos abiertos se verá que estás muy interesada. Esto no cambia la imagen en sí o el físico, porque la fotografía, a su vez, cuenta la verdad. Si la modificás, la fotografía puede ser más verdadera que si no la modificás; el hecho es que se le debe contar al lector qué es lo que se está haciendo. Si le decís que hay una jirafa en el medio del café, no hay problema en que añadas la jirafa. Si sos un artista no tenés que decirle nada a nadie. En periodismo se debe contar estos cambios, de la misma manera que cuando modificás una cita: o le quitás las comillas o aclarás que estás parafraseando.

-¿La industria del fotoperiodismo mundial debería delimitar cuáles serían las modificaciones apropiadas? Te lo pregunto sobre todo pensando en el último premio World Press...

-En Ámsterdam di una conferencia sobre esto y dije que ellos deberían ser los líderes en esa decisión. Alguien tiene que tomar la posta. En su momento no querían dictarles mandatos a otros países y por eso todo se terminó perdonando. También sugerí que las fotografías directas portaran un símbolo de lente fotográfico, mientras que las modificadas portaran el mismo símbolo tachado; de esta forma se identificarían por un lente o un no-lente, de modo que el lector podría cliquear en el símbolo y averiguar cómo fue modificada; hice esa sugerencia en 1994 y casi todos la rechazaron con el argumento de que no se necesitaba.

-¿Las agencias internacionales de noticias atentan contra el fotoperiodismo al publicar las fotos oficiales de los eventos?

-Estoy de acuerdo. Pero el problema es que todos criticamos lo que es pero no sabemos qué queremos ser ni qué cosas crear. Hay mucho que podemos hacer pero no lo estamos haciendo. La pregunta que debemos hacernos es qué queremos; sólo a partir de formulárnosla podemos llegar a eso.

-Dictaste un taller sobre la hiperfotografía y la fotografía de la paz, ¿qué nos podés contar de todo eso?

-El taller fue sobre la hiperfotografía y sobre la fotografía de paz. Si alguien dice que es un fotógrafo de guerra puede tener cientos de libros, pero si alguien quiere ser un fotógrafo de paz no tiene ninguno porque el género no existe.

-¿Hay interesados en ese género?

-Mucha gente. Como vivimos una revolución debemos hacer cosas revolucionarias. En vez de utilizar la guerra para obtener imágenes horribles que ganen premios, podés hacer algo para prevenir la guerra o volverla menos terrible. Lo mismo ocurre con los eventos climáticos. En vez de fotografía reactiva, es una fotografía proactiva. Prefiero la fotografía que evita el horror a la que espera el horror para fotografiarlo. Y la parte de la edición es la sección no lineal. Hay dos conceptos básicos en el libro [Después de la fotografía]: inventamos medios digitales que están basados en códigos, al mismo tiempo que nosotros nos consideramos codificados por nuestro ADN; no es un accidente reinventar los medios digitales al mismo tiempo que nos reinventamos nosotros mismos. Tanto los medios digitales como nosotros estamos basados en códigos. Si nos fotografiás, esa misma información se puede transformar en música. Una vez codificada, una copia fotográfica se puede convertir en música, o a partir de música se pueden generar imágenes. Un músico angloparlante se preguntaba por qué debía hacer música como una composición, ya que eso era como tener una planta, y en vez de esto él prefería tener una semilla. Si se puede hacer un algoritmo para su música, él podrá seguir creando música después de muerto, y por eso es mejor tener la semilla que la planta: se mezcla su semilla con la de Beethoven, por ejemplo, y quien tenga esas semillas es la única persona que tendrá esa música. Con respecto a la hiperfotografía, siempre digo que los medios analógicos son más como la física newtoniana, discontinua, con causa y efecto, mientras que los medios digitales se parecen más a la física cuántica, son segmentos de energía particulares. Los medios digitales en general están construidos por píxeles de 0 y 1, por lo que es mucho más fácil crear narrativas no lineales. Borges crea narrativas no lineales. Los medios digitales permiten varias narrativas al mismo tiempo. El taller introducía estas ideas y mostraba muchos proyectos.

-¿Cómo definirías la fotografía de la paz?

-Fotografía que ayuda a minimizar o sanar conflictos.

-Has propuesto un rol más activo del fotógrafo en su obra.

-Es el futuro. Durante el París fotos, el diario francés Libération publicó todo el periódico con espacios en blanco donde irían las fotografías, en solidaridad con el fotoperiodismo. Todo el diario fue una protesta, porque son conscientes de que la fotografía se está desmoronando. Y la fotografía se necesita. Estaría bueno que todos los diarios en el mundo hicieran eso, no sólo como protesta sino para preguntarse cómo salvaguardar hoy el verdadero valor de la fotografía.