Ambos se independizaron en la segunda mitad del siglo XX, tienen economías precarias y sistemas políticos inestables y cuentan con menos de 800.000 habitantes cada uno. Sus culturas y características poblacionales están signadas por los extensos procesos colonizadores; en un mismo territorio conviven varias etnias, se hablan varios idiomas y se practican varias religiones. Son prácticamente invisibles y desconocidos en la región y, de hecho, hay muy poca información confiable y accesible sobre ellos.

Los habitantes precolombinos de la zona donde ahora se ubica Surinam -el país más pequeño de América del Sur- fueron los caribes, que eran guerreros que vivían principalmente de la caza y la pesca. Los primeros habitantes de Guyana, quienes le dieron la denominación al territorio -que significa “tierra de agua”- fueron los arawaks, luego desplazados por los caribes. En 1616 los holandeses crearon el primer fuerte de Guyana con tres colonias, pero en 1796 los británicos tomaron el control. En lo que hoy es Surinam, en cambio, los primeros colonos fueron los ingleses en el siglo XVII, que introdujeron esclavos africanos para trabajar en las plantaciones. Por entonces los holandeses ya estaban presentes en el territorio, pero no pasaron a controlarlo hasta el siglo XIX.

En la actualidad, la diversidad étnica es una característica sustancial en ambos Estados, así como las dificultades de acceso a la participación en asuntos públicos, al trabajo, a la educación y al uso de las tierras. Al 2005, en Guyana, casi 77% del total de tierras estaba forestado y en Surinam esta cifra asciende a 94,7%, de acuerdo al relevamiento realizado por la Guía del Tercer Mundo.

El Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de las Naciones Unidas pidió al Estado guyanés la elaboración estadística de la situación de los pueblos indígenas y sus comunidades, un plan de acción nacional consecuente y que se “restrinja la expropiación de propiedades indígenas a casos en los que sea estrictamente necesario, previa consulta con las comunidades afectadas, con el fin de obtener su consentimiento informado”. Además, en Guyana continúa vigente la pena de muerte, y si bien la última ejecución fue realizada en 1997, los tribunales siguen dictaminándola. El mismo Comité de las Naciones Unidas también instó a Surinam a la elaboración de estadísticas y a que garantizara el reconocimiento jurídico de los derechos colectivos de los pueblos indígenas, incluyendo el derecho a la propiedad, el desarrollo, el control y el uso de sus tierras, recursos y territorios comunales. En 2007, la Corte Interamericana de Derechos Humanos falló contra el Estado surinamés en favor de los integrantes del pueblo saramaka porque se violó su derecho a la propiedad, al conceder tierras ancestrales de su etnia a empresas mineras y madereras. Las altas tasas de analfabetismo de estas comunidades con relación a la media nacional son asociadas con la educación monolingüe y a la falta de reconocimiento del Estado de idiomas nativos. En Surinam el idioma oficial es el holandés, pero también se habla hindi, javanés y sranang tongo, una lengua criolla local basada en lenguas africanas con elementos del holandés, el portugués y el inglés.

Surinam

El actual presidente de Surinam es Dési Bouterse, quien desde hace más de 30 años es una de las figuras políticas más influyentes en el país. No es la primera vez que Bouterse está en el poder, ya que antes había ocupado el cargo en 1980 y 1982, luego de sucesivos golpes de Estado. En el primero derrocó al presidente Johan Ferrier y al primer ministro Henck Arron, líder del Partido Nacional de Surinam y figura protagónica de la independencia, declarada el 25 de noviembre de 1975. Durante su gobierno, dos privados monopolizaron la industria de la bauxita, la única materia prima exportable del país. La caída de Arron se enmarcó en el denominado “golpe de los sargentos”, tras lo cual el Consejo Nacional Militar, liderado por Bouterse, designó a Hendrick Rudolf Chin A Sen como presidente y primer ministro. En 1982, dos años después, disconforme con un proyecto de ley para limitar las competencias militares en el gobierno nacional, Bouterse disolvió una vez más el gabinete y designó al titular del congreso Ramdat Misier como presidente. En diciembre, y en el marco de una gran agitación social contra el gobierno de facto se produjeron ejecuciones extrajudiciales, conocidas en Surinam como “Los asesinatos de diciembre”. Estos crímenes comenzaron a ser juzgados más de dos décadas después, en 2007, y entre los imputados en la causa está Bouterse. El proceso judicial había cobrado fuerza en enero de 2010, pero en mayo de ese año Bouterse volvió al poder tras ganar las elecciones y en 2012 el Parlamento, a instancias del presidente, aprobó una enmienda a la Ley de Amnistía de 1992 que inhabilitó las actuaciones judiciales.

El período dictatorial iniciado en 1980 culminó en 1987. Como parte del acuerdo de la transición a la democracia, Bouterse fue nombrado presidente del Consejo Nacional Militar y la Asamblea Nacional aprobó una nueva Constitución, nombrando como presidente a Ramsewak Shankar. Arron retornó al ruedo político como primer ministro, pero fue derrocado en 1990 por otro golpe de Estado de Bouterse, que decidió irrumpir nuevamente, luego de que el gobierno no intercediera ante la negativa de los Países Bajos de permitirle la entrada a Ámsterdam.

En 1997, los Países Bajos libraron una orden de captura internacional contra Bouterse, acusado de mantener vínculos con el narcotráfico, pero el entonces presidente Jules Wijdenbosch lo amparó nombrándolo consejero de Estado, de manera que obtuvo inmunidad diplomática. La apertura democrática tras el tercer golpe se dio con Ronald Venetiaan, otra de las figuras políticas destacadas, que gobernó durante tres períodos (1991-1996, 2000-2005 y 2005-2010) y que se caracterizó por impulsar procesos de pacificación. Todas las crisis institucionales estuvieron atravesadas por crisis económicas, por el endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y también por un progresivo aislamiento internacional.

Guyana

El presidente guyanés es, desde octubre de 2011, Donald Ramotar, un economista de 62 años, integrante del Partido Progresista del Pueblo (PPP). Bajo su administración se produjeron las últimas gestiones internacionales en torno al histórico litigio bilateral con Venezuela, que reclama la soberanía de la limítrofe región de Esequiba. Este territorio en disputa abarca alrededor de 160.000 de los 215.000 kilómetros cuadrados del Estado guyanés.

Ramotar es el sucesor político de Cheddi Jagan, quien junto a Forbes Burnham fundó en la década del 50 el PPP, mediante el cual se canalizó el proceso de independencia de Inglaterra. Jagan y Burnham son dos figuras claves en el proceso político guyanés. El PPP llegó dividido a la independencia, que finalmente se concretó el 26 de mayo de 1966. Para entonces, Burnham, quien llegó a ser líder sindical, se había escindido del PPP y creado el Congreso Nacional Popular. Alcanzó la presidencia en 1980, en un proceso electoral que los observadores internacionales calificaron de fraudulento. Durante su mandato solicitó préstamos al FMI, se agudizó el diferendo con Venezuela y falleció Walter Rodney, activista y fundador de la Alianza del Pueblo Trabajador, al explotar una bomba en su automóvil. Sus allegados atribuyen su muerte a Burnham, que gobernó hasta 1985, año en que falleció. Fue sucedido por Desmond Hoyte: el partido de Burnham volvió a ganar las elecciones y una vez más, la oposición denunció fraude. El PPP llegó a la presidencia en 1992 con Jagan, luego de que Hoyte declarara “estado de emergencia” y de que hubiera varias postergaciones de los comicios. Jagan también murió en el ejercicio de la presidencia, en 1997. Su esposa, Janet Rosemberg, ganó las siguientes elecciones al partido de Burnham, representado una vez más por Hoyte. Renunció al cargo antes de culminar su mandato por motivos de salud, pero el PPP se mantuvo en el poder de la mano de Bharrat Jagdeo, antecesor del actual presidente.

Aunque no hay datos actualizados, la Organización Mundial del Comercio indicaba en un informe de 2003 que la economía de Guyana está supeditada a sus recursos naturales -en especial, bauxita-, que tiene un crecimiento lento, al tiempo que enfrenta una gran deuda externa con el FMI y el Banco Mundial.