Ayer se conmemoraron 40 años del golpe de Estado en Chile y de la muerte del entonces presidente chileno Salvador Allende, que defendió el ataque militar desde el interior del Palacio de la Moneda, en Santiago. En el mediodía montevideano ayer se llevaron a cabo dos actos en la plazuela Salvador Allende, ubicada en avenida Brasil y Brito del Pino, uno convocado por la fundación que lleva el nombre del presidente derrocado junto con el Partido Socialista (PS), y otro organizado por las principales referencias masónicas uruguayas, el Gran Oriente de la Franc-Masonería del Uruguay y el Supremo Consejo del Grado 33° del Rito Escocés Antiguo Aceptado.

Estos últimos habían convocado a comenzar la actividad a las 12.00, una hora significativa para los francmasones, ya que el sol se encuentra en su cenit. Sin embargo, a esa hora recién estaba empezando el acto socialista y por eso los masones esperaron en la esquina, bajo la sombra, para empezar el suyo.

El primer acto congregó a unas 30 personas, entre ellas el senador suplente Eduardo Lalo Fernández, la secretaria adjunta del PS, Hyara Rodríguez, el ex intendente de Montevideo Mariano Arana y el alcalde del municipio CH, Luis Luján.

Al comienzo se dio lectura a las adhesiones. La de la diputada Daniela Payssé (Asamblea Uruguay), por ejemplo, destacó la defensa del pluripartidismo y de la libertad de expresión por parte del ex mandatario chileno. Luego se leyó un texto de su hija, la senadora Isabel Allende, quien se refirió a la vigencia de los viejos sueños de su padre como “la capacidad para aceptar y convivir con la discrepancia y la diversidad, y su audacia por innovar en la política y en su compromiso con los más pobres”. En medio de la lectura, un automovilista gritó varias veces la palabra “traidores” de modo efusivo.

Luego habló Hyara Rodríguez, quien mencionó que la ocasión era emotiva e importante y recalcó que Allende “creyó que los cambios profundos eran posibles a través de elecciones democráticas; ésa fue su convicción más profunda”. Sobre este tema, Rodríguez agregó que “su muerte puso en cuestión que la izquierda pudiera llegar efectivamente al poder a través de elecciones y sin embargo, aquí nos tienen, el FA construido por cada uno de nosotros, unidos en la convicción de que se puede crear una sociedad más justa y solidaria en democracia”.

Arana, que fue presentado antes de hablar como un intendente “querido y extrañado”, expresó que “mientras algunos medios pasaron reiteradamente a los aviones estrellándose sobre las Torres Gemelas, no dicen una sola palabra sobre este aniversario de la muerte de una figura clave del siglo XX” y añadió: “Es un orgullo sentirse frenteamplista, si no, quién haría esto”.

El ex jefe comunal vertientista criticó cómo “la barbarie” chilena sacó del poder a Allende “en un hecho instrumentado desde afuera, a través de la inteligencia norteamericana que socavó todas las democracias de avanzada de Latinoamérica”. Finalmente recordó a Liber Seregni, afirmando que “lo extraño todos los días: su ejemplo superior de conducta, de lealtad, de forma de olvidarse de sus inmediatas situaciones personales para pensar siempre en los demás”.

Por último, Lalo Fernández expresó que la lección que dejó Allende fue que “la democracia es lo mejor que tenemos” y que por suerte el socialismo va a recuperar el gobierno de Chile de la mano de Michelle
Bachelet.

Con atuendos

Cuando finalizó este acto, y en la medida en que la concurrencia se fue dispersando y el encargado del audio desarmaba sus equipos, dejando paso a otro sonidista para que instalara los suyos, los francmasones que esperaban en la esquina se arrimaron al busto de Allende. Las figuras políticas presentes en el primer acto se retiraron, pero se integró el diputado colorado Fernando Amado, de Vamos Uruguay, que en 2008 y 2011 publicó sendos libros sobre la masonería uruguaya.

Para comenzar, y luego de que los integrantes de ambas instituciones organizadoras se pusieran sus atuendos, las autoridades de ambas, Elbio Laxarte y José Luis Mostarda, colocaron una ofrenda floral en el busto. Después, el alcalde Luján recordó a los uruguayos que habían huido del golpe de Estado del 27 junio de 1973 y que estaban siendo cobijados por Chile. “En un Chile absolutamente polarizado, Allende luchaba por un país sin divisiones e igualitario”, dijo el jerarca y destacó más adelante que “hoy en Uruguay cada uno pueda recordar a Allende desde donde quiera recordarlo”. Uno de los libros que recogió la peripecia de los uruguayos, en su mayoría integrantes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) en territorio trasandino entre junio y setiembre de 1973 se llama Chile Roto, y lo escribieron Eleuterio Fernández Huidobro y Graciela Jorge.

Pero volvamos al acto de ayer.Quienes hicieron uso de la palabra después de Luján fueron dos figuras políticas pertenecientes a la masonería, el diputado socialista suplente por Rivera Rubenson Silva y el edil nacionalista por Canelones Sergio Pereira. Silva resaltó el conocido carácter masón de Allende y afirmó que “su destacada acción como masón lo ha hecho desmitificar a la masonería, su libertad y su coraje de asumirse como tal lo hace más grande aun”.

Silva resaltó el humanismo y el pacifismo del ex presidente chileno, “ese hombre que salió de un hogar de principios masónicos, logrando incorporarlos desde muy niño y hacer de ellos su modo de vida y su razón de existir”. Afirmó que “cuando en toda América las soluciones planteadas eran otras, Allende muestra que por vía del voto popular se puede acceder al gobierno y comenzar los cambios necesarios”, y que “hablar de Allende debe ser fundamentalmente proyectarnos hacia el futuro. Quienes hoy tenemos responsabilidad de gobierno debemos conocer profundamente su obra. Hoy que nuestro país se encamina a un nuevo modelo de explotación minera, debemos buscar ahí los ejemplos de lo que hay que hacer y de lo que no”.

Pereira, por su parte, rechazó el golpe militar que asesinó a Allende y fundamentalmente “la traición de sus Fuerzas Armadas” mandatadas por “intereses extranjeros”. Admitió compartir los ideales de Allende y enfatizó que “su muerte nos obliga a no rendirnos”.

Que sea bandera

El acto finalizó con la proclama de los organizadores. Allí se destacó principalmente la historia de la francmasonería desde que fue creada “para preservar altos valores morales y cívicos y defender los principios de libertad, igualdad y fraternidad”. Después se hizo un repaso de las principales figuras de la masonería a lo largo de la historia, y se reconoció a “los mártires que murieron enfrentando a la inquisición, el franquismo, el nazismo, el fascismo y el comunismo”. Se afirmó que “más allá de las cuestiones políticas del gobierno de Allende, cuestión siempre opinable, ya que los seres humanos no somos perfectos y que la historia laudará, los francmasones estamos orgullosos del coraje moral y cívico del compañero”.

Por último, destacaron que Allende “nunca perdió la oportunidad de trabajar masónicamente” y recordaron los problemas que tuvo el ex presidente en el seno del propio PS con aquellos que se oponían a su actividad masónica. “Que el recuerdo de su sacrificio sea bandera y símbolo de regeneración humana”, culminó la proclama que se leyó en la plazuela Salvador Allende.