El sábado se realizó en la ciudad de Tacuarembó el primer Encuentro nacional de delegados de experiencias colectivas de acceso a la tierra, convocado por el Instituto Nacional de Colonización (INC), con el apoyo de los ministerios de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y Desarrollo Social, el Movimiento por la Tierra, la Comisión Nacional de Fomento Rural, Redes Amigos de la Tierra y la Asociación Nacional de Productores de Leche.
Más de 200 delegados de grupos de colonos o de aspirantes a colonos, que involucran a más de 2.000 asalariados rurales y productores familiares de todo el país, llegaron a Tacuarembó para “hacer una evaluación de las políticas de acceso colectivo a la tierra, identificar las fortalezas y las dificultades” del proceso y mejorar “el vínculo” entre el INC y los colonos, según explicó la presidenta de ese organismo, Jacqueline Gómez, en la apertura. Pero también se analizó cómo se complementan estas experiencias entre sí y de qué manera se integran a las cadenas de valor, se conversó sobre el vínculo de los colonos con el resto de la institucionalidad pública y se sentaron las bases para la realización de un Encuentro Nacional de Colonos y Aspirantes en 2015.
Gómez destacó los resultados de la gestión del INC, que cuenta con más de 300 colonias que involucran a más de 20.000 personas, pero aseguró que “la demanda de tierra todavía no está cubierta” y que “el gobierno tiene que trabajar por mantener presente el enfoque de que la tierra es un bien social”. Gómez informó que hay 147 procesos productivos colectivos que abarcan 72.000 hectáreas y ocupan a 2.011 beneficiarios. Sin embargo, señaló que sólo 19,2% de los colonos son mujeres, y aumentar ese porcentaje es uno de “los desafíos” que hay por delante. “Hay que continuar dando respuestas a la demanda de tierras, profundizar el trabajo con las organizaciones de base y su articulación con la institucionalidad pública, así como profundizar la gestión, las políticas de género y las dirigidas a los jóvenes”, dijo Gómez.
Cada participante recibió una tarjeta con su nombre y la denominación de uno de los ocho subgrupos predeterminados para el debate. Beneficiarios, Negros libres, Zambos, Indios, Criollos pobres, Viudas pobres, Reglamento de tierras y Bicentenario fueron los nombres elegidos para los grupos, tomados del histórico Reglamento artiguista de 1815. Cada grupo, de entre 25 y 30 integrantes, fue anotando las reflexiones acordadas en papelógrafos, para luego ponerlas en común en un plenario.
Con los pies en la tierra
En el grupo 8, un colono planteó la necesidad de que la actual política del INC quede “por escrito”, porque “cambia el directorio y esto se puede cortar”. “La política de tierras no puede depender de la orientación del directorio de turno”, opinó. Otro se refirió a la situación de algunos colonos “ganaderos” que tienen que continuar trabajando como “peones rurales” en estancias, porque el emprendimiento “no les da para vivir”. Luego se señalaron dificultades en la caminería rural y las distancias entre el lugar donde viven los colonos y los predios adjudicados para trabajar.
En el grupo 4 se destacó el trabajo colectivo en un campo en el que “era impensable” producir “si cada uno trabajaba por su lado”. “Al hacerlo en colectivo, con un encargado, fue más fácil y se pudo mejorar la asistencia técnica y abaratar los costos”, indicó uno de Bella Unión.
En el grupo 7 se cuestionó la ausencia de un formato único de persona jurídica para acceder a los distintos beneficios otorgados por los organismos del Estado. Se planteó que en algunos casos es conveniente la figura de una cooperativa, pero en otros la de una sociedad de hecho, dependiendo de las exigencias y los beneficios que se pueden obtener.
En el grupo 2 se insistió con fuerza en que aquellos beneficiarios que no están cumpliendo con las obligaciones impuestas por la normativa sean expulsados de las tierras, para dárselas a quienes quieren “tierra para trabajarla”. “Aquellos que no pagan la renta o recibieron una fracción y no la trabajan se tienen que ir”, dijo uno. Otro señaló que “la tierra es para que uno mismo la trabaje, no para tener empleados y peor sin registrarlos”.
En el grupo 3, luego de discutir bastante acerca del rol y la necesidad del aporte del trabajador social, se acordó sobre su importancia y se destacó que sirve “para limar las asperezas” en los colectivos.
En el grupo 2 se habló sobre las dificultades de “pasar de ser asalariado a productor” y se hizo hincapié en la necesidad de “aprender a gestionar” los emprendimientos, para “ser más eficaces”.
En dos grupos distintos surgió la propuesta de exigir que los colonos puedan tener “un representante” en el directorio del INC, y en varios se habló de la necesidad de “incrementar la asistencia técnica” a las colonias para mejorar los rendimientos.
En el grupo 7 se destacó “el salto productivo” que se generó en una colonia ganadera a partir de la “colectivización” del trabajo, pero se relataron las dificultades que surgieron en las cuestiones “mínimas”. “Las cuestiones macro están legisladas y fue más fácil ponerse de acuerdo, pero los detalles más chicos se convirtieron en los problemas más grandes: mi vaca come esto y no aquello, la vacuno de tal manera y no de otra”, contó uno. En el 8 se propuso una solución para este tipo de problemas: “Que esté por escrito todo lo que tiene que hacer el grupo”. En el debate, alguien reclamó que haya un período de tiempo considerable para que “el grupo elija a sus integrantes”, a lo que otro contestó que con su grupo estuvieron tres años sin que se presentaran diferencias y desde que recibieron la fracción de tierra “se empezaron a armar tremendos líos”.
El pecho a la tormenta
Cuando finalizaba el corte para almorzar, presagiada como alerta naranja para el norte del país, se desató una intensa tormenta con fuertes vientos, que hizo dudar de la continuidad de la actividad, ya que muchos de los participantes debían viajar cientos de kilómetros para volver a sus casas. Sin embargo, se decidió realizar el plenario de síntesis, en el que cada grupo presentó sus reflexiones.
Al cierre, Gómez dijo que “la percepción” desde el INC fue que “la discusión en los grupos fue muy buena”, y que “las listas de las dificultades han sido largas”, porque “cuanto más avanzamos faltan más cosas”. “Vamos a tomar lo que se ha planteado y a estudiarlo con los equipos técnicos del INC y el MGAP”, prometió. La presidenta del INC señaló que cuando se toma “la definición de apoyar a productores familiares y asalariados rurales, ya se sabe que empezamos un proceso que es más lento que el de un productor capitalizado”. “Los procesos son más lentos de lo que uno pretende y de lo que ustedes pretenden, pero hay que ir construyendo y aprendiendo”, añadió.
Para finalizar, el subsecretario del MGAP, Enzo Benech, destacó que al INC “otros uruguayos lo quisieron desarmar, no le pusieron recursos y lo ningunearon”, y “entregaban la tierra a sus amigos políticos”. “Ustedes tienen que organizarse y consolidarse mucho más, porque ahora tenemos un nuevo período de gobierno pero esto no va a ser eterno. En algún momento se puede acabar la plata o se acaba el poder político. Eso puede pasar. Es una posibilidad”, expresó. Benech agregó que el camino de la experiencia colectiva es el más difícil, pero si “esta herramienta se fortalece”, todas las demandas planteadas “son posibles”.