La dupla de Cecilia Roth y Darío Grandinetti ya tuvo su primer encuentro con el público uruguayo el jueves, cuando en el Centro Cultural de España presentaron su reciente película “Matrimonio”. En la charla, se opusieron a la tiranía de los tiempos en la televisión actual y la prioridad que ese medio les da a los números, lo que hace que ambos prefieran el cine o el teatro. Este último es el que los trae de visita al país, donde darán comienzo a la gira latinoamericana de “Una relación pornográfica”, dirigida por Javier Daulte.

Grandinetti nos recibe distendido, preguntando “¿qué dijo el Cuquito Lacalle sobre Cristina Kirchner?”. Enseguida surge el tema de la ley de medios, también en discusión en el país vecino, y por la que Grandinetti ha firmado varias declaraciones para ofrecer su apoyo. “Estoy seguro de que existirán pluralidad de voces, que vamos a tener la chance de que otra gente opine distinto sobre la misma noticia. De nada sirve que haya muchas bocas que digan lo mismo. Con respecto a la ficción, lo que sí espero es que la ley de medios permita la posibilidad de realizar ficción en los distintos lugares del país, y que no sea necesario irse a Buenos Aires, sino que también lo pueda hacer la televisión de Mendoza, de Rosario, de Córdoba. Pero no sé si con eso va a cambiar la forma de hacer televisión. Tal vez, al menos, la televisión que se hace en el resto de las provincias se pueda hacer con más tiempo. Seguramente no van a tener la presión del día a día como el resto. Entonces, el apuro no debe ser más que el de querer hacer. Y, en todo caso, si hay que luchar contra eso será más fácil”, dice.

El actor cree que en los últimos años la política se ha revalorizado, teniendo en cuenta que 35 años de democracia en la vida de un país “es casi nada”. Por eso, “firmo y adhiero a cosas que tienen que ver con defender esas cuestiones. Aunque mi forma de militancia es ésta: opinar, decir lo que creo, lo que siento, lo que me gusta, y, en consecuencia, lo que no. Pero sobre todo, estoy a favor de planteos grupales y de la región”.

Ya hace un buen tiempo que el rosarino trabaja bajo la dirección de Daulte, así que en los primeros momentos ambos estuvieron pendientes de que no se repitieran comportamientos de personajes anteriores. “Siempre el proceso de trabajo con Javier es armonioso. Él ya me conoce, ya confía, ya sabe que por ahí me tomo algún tiempo más para hacer lo que él me pide, que yo entiendo, pero necesito un proceso de elaboración para que eso que él me pidió aparezca siendo mío. Y no una mera repetición del pedido”. También sostiene que el director “siempre está al servicio, no se pone por delante ni por encima”. Y por eso cree que se llevan muy bien: “No tenemos problemas de que nos quiten algo, ni temor de que se luzca más el otro que uno. Él dice una cosa que a mí me gusta mucho, y con la que yo estoy de acuerdo: ‘El teatro no tiene que servir para nada’. Porque si empezamos a hacerlo pensando en eso, nos condicionamos. Que yo crea como ciudadano y como actor que el arte cumple una función social y que yo como actor la cumplo, es otra cosa. Pero es importante hacerlo por el mero placer de hacerlo bien. Si no, se comienza a meter por delante de la tarea en sí la necesidad de trascender, de dejar un mensaje, de explicarle a la sociedad de qué se trata la vida, de plantar la semilla del verdadero arte, y de que voy a revolucionar la forma de actuar”, reflexiona.

Grandinetti ya había visto la versión cinematográfica de 1999, que le había atraído mucho. Pero considera que en la película es distinto: “Ponés una pareja, metés la cámara acá y no se ve nada. Sólo ves en la cara lo que están haciendo. Acá no hay chance del plano corto, la resolución debe ser otra. Hay una cosa que a mí me gusta de la obra y es que aquello que sucede es lo mismo que ve el público. Ni los personajes ni nosotros, los actores, tenemos más información que el público, todos saben lo mismo en cada momento, lo que ocurre ahí, en ese lapso que les mostramos. No hay un pasado ni una historia personal que estos personajes tengan y que a partir de ella sucedan cosas. Claro que la tienen, pero yo no la sé. En ese sentido, es mucho más honesta y genuina la relación con el espectador. Y, más que nunca, el espectáculo se construye junto con él”.

Otro de los aspectos que destaca de la obra, además de esa horizontalidad, son los interrogantes “¿Se puede mantener una relación sin involucrar nada más que el sexo o el cuerpo?”, “¿Cuánto puede durar?”, “Y luego, cuando empiezan a pasar otras cosas, ¿qué hacemos y cómo nos paramos frente a lo que surge? ¿Nos asusta?”. Y así es, además, cómo Grandinetti opta por definir la temática de la pieza.

Una relación pornográfica tuvo su puesta uruguaya (2009) en el teatro El Galpón, con la dirección de Mario Ferreira. Por su parte, los argentinos llevan más de un año con la obra en cartel, por la que han recibido variadas y exitosas reseñas. Consultado sobre su venida a Montevideo, Grandinetti dijo que la expectativa era muy grande, algo que confirman las entradas agotadas y la segunda función que se sumó para el último día. “Es muy difícil que cuando va mucha gente a un espectáculo salgan hablando mal o diciendo que no les gustó. Con Cecilia tenemos muchas ganas de hacerla aquí, es la primera función de la gira, es un teatro hermoso, sabemos que la gente en Uruguay va al teatro y lo sabe disfrutar, es un público exigente. Además, sabemos que éstos son los momentos más lindos de este oficio. Los que te reúnen en un hermoso escenario con mucha gente que entiende lo que estás contando”.

Dice que su relación con Cecilia Roth “es muy hermosa”. Si bien ya se conocían, no habían tenido la oportunidad de trabajar juntos. “Pensamos bastante parecido -asegura-, somos bastante obsesivos y nos gusta que las cosas salgan bien”.

La relación de Grandinetti con Uruguay es cercana. Vino por varios años a veranear a Rocha, y, cuando puede, se escapa a Montevideo. Además, trabajó con Roxana Blanco, con Noelia Campo y con César Troncoso, del que le impactó su capacidad “de cambiar tanto”. El actor uruguayo que le encanta - “pero me encanta”, enfatiza- es Levón. Lo vio en Kaspar, dirigida por Nelly Goitiño, y en Los caballos, con dirección de Jorge Curi. “Su trabajo en Los caballos fue, en teatro, el que más me impresionó en la vida”, confesó.