El caso que desencadena esta nota ocurrió el domingo 31 de agosto en el Nuevocentro Shopping de Montevideo. Los involucrados prefieren no revelar su identidad públicamente, aunque sí lo hicieron ante la Comisión de Lucha contra el Racismo y la Discriminación.

Tres amigos de 13, 14 y 17 años llegaron sobre las 19.30 al Nuevocentro para ver una película a las 19.50; al salir comerían en un local del shopping y la madre de uno de ellos, que es quien hizo la denuncia, los iría a buscar sobre las 23.00. Viven en Barrio Sur. Bajaron del ómnibus y fueron derecho a la puerta principal del centro comercial, pero “sin que se diera ninguna conversación previa” los guardias de seguridad les impidieron entrar, escribió la madre en la denuncia. “La casa se reserva el derecho de admisión”, respondieron los guardias. Los jóvenes “se fueron sin quejas” y a las 19.39 su hijo le mandó un mensaje contándole lo sucedido. La mujer llegó a las 20.10 y los guardias repitieron: “La casa se reserva el derecho de admisión”. Luego acotaron que, por medio de auriculares, ellos reciben órdenes de quienes vigilan por las cámaras que controlan las entradas al recinto. Le pidieron que leyera las “Normas de convivencia” que están en las puertas de acceso. La mujer expresó que lo único que podían estar incumpliendo era que uno de los chiquilines tenía un gorro de lana -está prohibido ingresar con el rostro o la cabeza cubierta-, pero reflexionó que hubiera bastado con que le pidieran que se lo sacara. Luego de un rato, los guardias le dijeron que podía hablar en la sección de atención al cliente. La atendieron los supervisores. Le dijeron que “podían haber estado tomando o drogándose en alguna plaza de ahí cerca, como ellos vigilan las plazas después no los dejan entrar; o podían haber tenido problemas en algún otro momento y ya los tienen registrados; o podían andar con otra gente que hubiera tenido problemas. La respuesta a todo eso fue NO, los chicos no toman ni consumen nada, no conocen a nadie por ahí, nunca habían ido antes a ese shopping”, escribe la denunciante. Uno de los amigos de su hijo es negro. Preguntó si la razón era ésa pero los supervisores lo negaron y afirmaron que en el shopping hay muchos empleados negros. Quedaron en mirar los registros de las cámaras. Días después le respondieron: “Los chiquilines estaban con una barrita de ocho o diez adolescentes que habían sido expulsados del local más temprano por causar problemas, por eso no pudieron entrar”. Negativo, no habían hablado “con absolutamente nadie”. El supervisor intentó otra explicación, relató la denunciante: “Entonces fue porque los chicos se quedaron un rato parados en el puente que lleva a la puerta antes de entrar”. Tampoco. “Finalmente me dio una última explicación: los chiquilines tuvieron mala suerte, justo un rato antes había habido problemas con un grupo de adolescentes como ellos, entonces no dejaron entrar más a ninguno medio parecido. Llegaron en el momento equivocado, comentó. Recién ahí dijo que había sido un error, por confundirlos con los que habían tenido problemas un rato antes. Y reconoció que los chiquilines fueron muy correctos, que en cuanto se les impidió la entrada se fueron sin protestar”. Las explicaciones no conformaron y los denunciantes no pretenden un resarcimiento sino que no ocurra más ese tipo de hechos, porque “sentirse echados y con menos derechos” es “la semilla del rencor y la violencia”, expresó la madre en la carta. El caso fue planteado en una reunión del Centro Comunal Zonal Nº3, en la que participó el comisiario de la Seccional 4ª, y se resolvió que la Mesa de Convivencia del Municipio C tenga un encuentro con el gerente del shopping.

Alex Malachowski, gerente de Nuevocentro, dijo a la diaria que no conoce el caso puntual. Expresó que el comercio recibe más de un millón de visitas por mes y que “hay situaciones en que la gente de seguridad identifica a algunas personas que realizan algunos actos que preferimos que no vuelvan a suceder”. Reconoció que hay cámaras en las inmediaciones que controlan lo que sucede porque “se trata de preservar a quienes van a pasear y a comprar”, y alegó que el Nuevocentro “debe ser el shopping que recibe público más heterogéneo”.

Ayer de tarde el lugar estaba repleto y la heterogeneidad era fácil de comprobar. De todos modos, dos testimonios dieron cuenta de impedimentos para entrar. Santiago, de 14 años, contó que una vez había ido con un amigo a cambiar los sobres de una promoción que se completaba tirando penales en el Nuevocentro. Sin darle más explicación que “la casa se reserva el derecho de admisión”, debieron darse vuelta; ayer sí pudo entrar. Afuera del recinto estaban Gabriel y Emiliano, los dos de 18 años. Ya habían entrado. Gabriel relató que una vez no se lo permitieron: “No sé si es por la ropa trucha, porque yo ese día andaba con un pantalón que no era comprado acá”, explicó. Sostuvo que no había hecho nada malo y que los guardias le habían indicado que “los de la cámara le decían que no podía entrar por derecho de admisión”. “Capaz que por la pinta, porque somos planchas”, especuló.

El padre de uno de los adolescentes involucrados en la denuncia también habló del caso en Facebook y un comentario expresa: “Los chiquilines del taller de murga del liceo 53 [el liceo del barrio de Nuevocentro], la semana pasada terminaron de escribir un cuplé sobre ‘el shopping del barrio’ contando justamente que les pasa eso todo el tiempo... una parte brillante es, en un parlamento hablado, en que un patovica le dice a uno de ellos: con esos championes no podés pasar! y el chiquilín responde: pero me los compré acá!”.