En una de las actividades del XI Seminario Internacional del Comité de Procesos Cooperativos y Asociativos (Procoas) denominada “¿Qué autogestión para qué desarrollo?”, que se realizó ayer en el local del PIT-CNT, expusieron el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Álvaro García, el presidente del Instituto Nacional del Cooperativismo (Inacoop), Gustavo Bernini, la coordinadora de la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la Universidad de la República (Udelar), Judith Sutz, y Alicia Martínez, de la cooperativa Caminos. Esta última comenzó hablando sobre el mito que existe en el imaginario colectivo de que “los trabajadores no se saben gestionar y no pueden llevar adelante lo que se proponen”. “Evidentemente, en algunos casos es así, pero no se puede generalizar. Es como pensar que todos los empresarios del país van a hacer lo mismo que los [hermanos Alberto y Máximo] Fernández con Fripur”, expresó. La cooperativista insistió en que si los emprendimientos “se van a medir con la misma vara que a otras organizaciones o las empresas tradicionales, no habrá acuerdo nunca”.

Por su parte, Sutz dijo que siempre “hay un abanico de soluciones” para cada problema, dependiendo de lo que se quiere priorizar, como la calidad del trabajo o la protección ambiental. “La respuesta de que hay una sola solución quiere decir que hay una sola prioridad, y ésa es la productividad. Pero cuando las prioridades son otras, hay otros caminos”, opinó. Sutz informó sobre los proyectos de investigación que realizó la Udelar sobre el movimiento sindical y la autogestión, y sobre el Centro de Extensionismo Industrial, una iniciativa del Ministerio de Industria, Energía y Minería y la Udelar para detectar demandas tecnológicas y de innovación en pequeñas empresas. Recientemente, Carolina Cosse solicitó que extendiera su trabajo “a los emprendimientos autogestionados”.

A su turno, Bernini hizo una reseña histórica de cómo se fueron conformando las cooperativas a partir de “los contextos políticos favorables”, la migración y el sindicalismo, y destacó los cambios en el marco legal a partir de 2005, con “la jerarquización de la economía social y las formas cooperativas”. En el repaso, hizo hincapié en la creación del Inacoop y del Fondo para el Desarrollo (Fondes). “Hoy se critica la forma cooperativa o autogestionaria porque se defiende el modelo hegemónico, pero en un momento se llegó a verla con simpatía, cuando Uruguay se caía a pedazos. En los momentos de crisis, el cooperativismo ha sido un bastión para sostener la solidaridad”, afirmó.

Bernini anunció que ya existe un borrador para una nueva ley de economía social que “ya se puso a consideración para empezar a debatir” y sobre el que surgieron “contradicciones”. “El objetivo es aproximarnos al mayor consenso posible para definir a la economía social de la manera más amplia posible”, agregó.

Finalmente, dijo que está de acuerdo con la implementación de un sistema de compras públicas que beneficie a la economía social, y anunció que el Inacoop “está a punto” de firmar un convenio con el Instituto Nacional de Calidad y la Agencia Nacional de Investigación e Innovación para “lograr un diseño de certificación de calidad cooperativo, autogestionario y de economía social”. “Pero no calidad ISO no sé qué y no sé cuánto, sino certificación de emprendimientos que producen calidad con una gestión democrática. Un sello que diga: esto es calidad cooperativa, y que el Estado contemple una parte de sus compras para esto”, explicó.

Más tarde, García destacó a la economía social porque “prefigura la sociedad”, que quiere y permite “ir avanzando dentro de un mundo capitalista en determinado tipo de mecanismo, que ayuda a generar lugares en los que va cambiando la cultura”. “Me parece muy importante que los trabajadores sean dueños de sus propios destinos, que tengan la propiedad de los medios de producción, pero la mala noticia es que estamos en una sociedad capitalista con determinadas reglas”, manifestó. El jerarca insistió en que para sobrevivir, esas unidades “tienen que comportarse de manera eficiente, competitiva y productiva”, que “son palabras que no encajan con el ser cooperativo, pero son la realidad”. “Esa realidad obliga a los emprendimientos a hacer las cosas mejor que las empresas que tienen patrón, porque tienen que pagar los costos de la democracia”, agregó.