Hablar de acto fallido podría ser una impertinente intrusión en la subjetividad de Rodolfo Nin Novoa. Es mejor consignar, entonces, que el canciller produjo ayer un malentendido. Dijo, en una condena que sólo puede compartirse, que los de Estado Islámico (EI, Daesh en árabe, ISIS en inglés) son “actos incomprensibles y bárbaros”. Pero planteó un misterio: la posibilidad de que Uruguay, desde el sillón del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), impulse acciones bélicas contra el terrorismo en Irak y Siria. “La respuesta a Estado Islámico tiene que ser internacional, hay que terminar con esta locura [...] Nosotros estamos para apoyar una acción decidida, firme, una brigada de confrontación. No Uruguay, porque no tiene elementos, obviamente, pero desde el punto de vista conceptual creo que ésa es la alternativa”, dijo en declaraciones recogidas por El Espectador. Desde el lobby del hotel Raphael de París, Nin abogó por la conformación de “una alianza internacional que pare a estas facciones violentas que están llevando mucha desazón, mucha destrucción y mucha muerte en muchas partes del mundo, porque no es sólo en el norte de África o en Medio Oriente, sino en muchas partes”. Remató: “Ahora vamos a estar en el Consejo de Seguridad de la ONU, y éste es uno de los principales desafíos que tenemos como país integrante: la paz mundial, la prevención de los conflictos, la solución pacífica, salvo en esta cosa del terrorismo. Pero hay que decirlo con todas las letras: aquí no hay solución pacífica porque no hay capacidad de raciocinio del otro lado”. Desde el Palacio Santos matizaron las declaraciones enunciadas en París: el ministro -explicaron- sostiene como bandera el armado de una estrategia global contra el terrorismo en el marco de la ONU, pero en ningún caso maneja la posibilidad de que Uruguay participe en acciones bélicas de contraterrorismo.

En realidad, hace ya un tiempo que la ONU discute, sin demasiado éxito, qué estrategia adoptar en relación con EI. Rusia, por ejemplo, sostiene la idea de apuntalar al régimen de Bashar al Assad. Estados Unidos perfila otra opinión: la de atacar ambos objetivos, tanto la dictadura siria como los territorios ocupados por el grupo terrorista. Uno y otro, se sabe, compartirán el Consejo de Seguridad con Uruguay cuando, desde el 1º de enero, el país ingrese al más importante de los tinglados del mundo. Aventurar de forma previa una estrategia que los países del consejo discuten de forma reservada suena precipitado. En parte, porque esos mismos países aún están estudiando cómo lidiar con un actor como EI, que se atiene a la profecía y el ejemplo de Mahoma y que condenó a muerte a los jefes de Estado de todos los países musulmanes a los que acusa de haber situado las leyes hechas por el ser humano por encima de la sharia (ley islámica) al presentarse a unas elecciones o al hacer cumplir leyes no escritas por Dios. La falta de informaciones objetivas impide conocer la verdadera dimensión de las matanzas que se están llevando a cabo en su territorio. Pero las investigaciones realizadas hasta el momento indican que las ejecuciones individuales son más o menos continuas, que cada pocas semanas las hay masivas y que, cada tanto, un grupo incursiona en un objetivo situado en otro país, como la propia Francia, que aún se lame las heridas provocadas por la masacre del semanario satírico Charlie Hebdo. Por eso, fuentes del Ministerio de Defensa Nacional consultadas por la diaria consideraron “desacertadas” las declaraciones de Nin, en la medida en que exponen al país a “un riesgo innecesario”: el de ser identificado como enemigo declarado de EI, con todo lo que eso implica en su lógica terrorista.

Desde la cancillería interpretan las declaraciones de Nin como un guiño a Francia (país con el que Uruguay compartirá el Consejo de Seguridad a partir del año que viene) en la antesala de la reunión que mantendrá hoy Vázquez con el ministro de Defensa de ese país, Jean-Yves Le Drian. Aunque en rigor, la visita a París partió del interés del presidente en afianzar los intercambios en materia de ciencia y tecnología, en franco aumento desde que el Institut Pasteur se instaló en Montevideo. Esto explica, además, la designación del actual embajador en Francia, Guillermo Dighiero, funcionario de ese instituto durante 30 años e integrante de la Academia de Medicina de París. El buen trato con Francia fue una constante de la primera administración de Vázquez. Y vuelve a serlo ahora.

Menos vigorosa es la relación con Japón, segunda escala del viaje de Vázquez. La visita a la isla está concebida como parte de los intercambios con el resto de los países con los que Uruguay compartirá escaños en el Consejo de Seguridad. El presidente viaja acompañado por el canciller, el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, y una delegación de empresarios que aspiran a hacer negocios. En opinión de Vázquez, este viaje es un prospecto de lo que podría ser la construcción de un prestigio internacional que haga carambola en la política local. Pero la prensa europea sólo tiene oídos para otros dos uruguayos: Edinson Cavani, a quien Le Parisien dedicaba ayer su foto de portada, y José Mujica, noticia en España por su conferencia en París. El presidente debió conformarse con un segundo plano. Esta mañana lo recibe François Hollande en el Elíseo.