El equipo de salud de la Policlínica de Pediatría del Centro de Salud del Cerro está probando una nueva terapia: la lectura de cuentos en la sala de espera de pediatría y la entrega de un libro luego de la consulta. Las dificultades de aprendizaje en niños de la zona son altas, plantearon en diálogo con la diaria las pediatras Diana Sastre y Lilián D’Orsi y la psicóloga Roxana Chiriazis, que ven en esta iniciativa, lenta y voluntaria, una forma de atacar los problemas desde otro ángulo.

El Centro de Salud del Cerro pertenece a la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE). La Policlínica de Pediatría, que se ubica en el casco del centro de salud (es una de las 28 policlínicas que dependen de esa unidad asistencial) atiende por mes a más de 1.400 niños y adolescentes. Cuenta con ocho pediatras y una psicóloga. Si tienen que derivar a un niño a un psiquiatra infantil, deben remitirlo a la policlínica de INVE 18, a la de Maracaná o al Hospital Pereira Rossell. Los pases a neuropediatría, fonoaudiología, oftalmología y otorrinolaringología también deben ser derivados al Pereira. Pero ese pase “demora un disparate”, plantearon las especialistas, que hablan de un tiempo de espera que puede durar hasta un año, al que le suman otro similar para que comience el tratamiento. Suelen detectar los problemas en los niños cuando están cursando primer o segundo año de escuela, pero afirman que muchas veces son abordados recién cuando “tendrían que estar en sexto año”. “Habríamos podido actuar antes si los tiempos institucionales fueran otros”, reafirmaron. “Cinco años para un historiador no es nada, pero en la vida de un niño es mucho tiempo, y en ese tiempo que perdiste, el niño quedó fuera del sistema escolar, lo que es quedar en la calle, propenso a la drogadicción, al embarazo adolescente, a la prostitución”, indicó Sastre.

Muchos de esos niños viven en hogares monoparentales donde la madre es el único referente. El desempleo es alto y predominan los empleos informales; ése es el principal impedimento para acceder a los tratamientos que cubre el Banco de Previsión Social. Las especialistas comentaron que muchas de esas familias no conocen otras zonas del departamento. “No puedo pretender que esta familia mantenga un tratamiento yendo una vez por semana al Pereira Rossell cuando muchos de ellos no saben qué ómnibus tomar”, planteó Chiriazis.

Mencionaron que a veces las madres no entienden la real dimensión de los problemas de aprendizaje, así como la importancia de la educación y el acceso al tratamiento. Y a veces, cuando entienden el problema, no pueden acceder al tratamiento.

“ASSE es la mutualista más grande y no tiene los técnicos necesarios”, reclamó D’Orsi. “Hablamos de un Sistema Nacional Integrado de Salud [SNIS] con el que se trató de igualar a todos, que todos tengamos las mismas oportunidades, y no es así. Un paciente de ASSE no tiene las mismas oportunidades que el paciente de otra institución. Hay un SNIS en el que todos debemos tener lo mínimo para acceder a salud mental, a odontología, a oftalmología; en las instituciones privadas el oftalmólogo tiene que ver a los niños a los tres, a los seis y a los 12 años, acá podemos lograr al año que vea un estrabismo”, detalló D’Orsi. Planteó que en parte eso sucede porque faltan profesionales a causa de los bajos salarios y pidió el laudo único, uno de los reclamos del Sindicato Médico del Uruguay (SMU), que no termina de llegar a un acuerdo con ASSE. Las especialistas dijeron que plantearon este problema a ASSE hace varios años. El viernes se reunieron con la subsecretaria de Salud Pública, Cristina Lustemberg, “quien se comprometió a tratar de intervenir”, dijeron.

Lengua materna

Las especialistas refirieron que muchas de las familias que atienden tienen un vocabulario limitado. “No nos preocupa tanto un niño que tiene una discalculia [dificultad para calcular] -también es un problema de aprendizaje y hay muchos casos-, porque no pensamos en números, pero sí pensamos en palabras. El lenguaje estructura el pensamiento; si el niño no tiene palabras no puede decirle al otro qué siente, no puede entender el mundo, le faltan herramientas para manejarse”, planteó Chiriazis. Sastre consideró que es fundamental “el lenguaje preverbal del lactante”, que “comprende antes de empezar a hablar, y para que él comprenda, la madre tiene que anticipar la conducta: te voy a bañar, te voy a dar la mema. Eso no ocurre” muchas veces.

Por eso, lanzaron este proyecto de estimulación de la lectura en la sala de espera y en el domicilio, “para que el centro de salud llegue a la familia de otra manera, que no sea por medio de la enfermedad o de la consulta por el problema, sino algo que puede introducirlos en un disfrute, en un área que a veces les es ajena. Es generar otra ruta que puede conducir a optimizar procesos de simbolización, que son los que sostienen la vida cultural, el aprendizaje y la vida en relación”, dijo Chiriazis. Contaron que en estos días, madres que nunca antes habían leído un cuento piden otro ejemplar para leer. “El apoyo es a la madre y al niño”, dijeron.

Chiriazis remarcó el valor del lenguaje en otro plano: “Es muy importante que ellos accedan a ese mundo de las palabras para disminuir la acción, porque si yo no tengo palabras para decirte que estoy enojada contigo y que no me gustó lo que me hiciste, voy y te pego. Una forma de prevenir el acto violento es poner [una situación] en palabras”, manifestó.

Quienes leen lo hacen voluntariamente. Algunos son vecinos, otros fueron contactados por medio de la Sociedad de Escritores, que apoya la iniciativa, y otros por vínculos con los integrantes del equipo de salud. Así se involucró Alba Holenweger, actual bibliotecaria y ex maestra de educación inicial del colegio La Mennais, que ayer concurrió por primera vez a la sala de espera de la policlínica. Con paciencia leyó dos cuentos y les contó otro a los pequeños que aguardaban ayer su turno. En diálogo con la diaria remarcó que “es muy importante la estimulación cognitiva” y que “es a estas primeras edades que hay que apuntar”. Se sintió bien recibida y para ella llegar ahí fue una hazaña. Habló de “cruzar fronteras” y consideró que “la actividad puede estimular la lectura, abrir otros horizontes, estimular la curiosidad, la imaginación, además de hacer más llevadera la espera”.

Quienes deseen donar libros pueden hacerlo en la sede del SMU o de la Sociedad Uruguaya de Pediatría.