A acierto o error, lo cierto es que la literatura de ciencia ficción clásica está viviendo un auge en cuanto a versiones cinematográficas se refiere; obras tan complejas como El juego de Ender, de Orson Scott Card, o El hombre del castillo, de Philip K Dick, ya han hecho su camino hacia el cine y la televisión, y ahora se anuncian tres nuevas adaptaciones de textos ineludibles de la ficción especulativa del siglo XX. Por una parte, el no muy confiable canal televisivo SyFy está trabajando desde hace tiempo en una miniserie sobre El fin de la infancia, una de las obras clásicas de Arthur C Clarke (el recordado autor de 2001: Odisea en el espacio). El canal no goza de mucho cariño de parte de los amantes estrictos de la ciencia ficción, pero parece haberse tomado el proyecto en serio. Al mismo tiempo, Paramount Pictures está considerando adaptar la formidable historia de telépatas Las estrellas, mi destino, de Alfred Bester, tal vez una de las mejores novelas de ciencia ficción de todos los tiempos.

Pero lo más interesante es la intención del talentoso Bryan Singer -director de Los sospechosos de siempre y de varias de las entregas de X-Men- de llevar a la pantalla grande La luna es una cruel amante, un gran clásico del polémico Robert A Heinlein (autor, entre otros clásicos, de la bélica y militarista Starship Troopers), que cuenta la historia de una revuelta de un grupo de colonos lunares, y que es un texto de múltiples lecturas políticas. En todo caso, son versiones de una ciencia ficción muy distinta de la que pueden imaginar los amantes de Transformers y productos similares.