Mañana se conmemorarán 121 años del nacimiento de Clemente Estable, maestro y biólogo uruguayo que en 1927 fundó y equipó con tecnología de avanzada para la época lo que hoy se conoce como el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE). En el instituto, que depende del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), trabajan más 200 investigadores que generan conocimiento en áreas de neurociencias, biotecnología agropecuaria y agroindustrial, biomedicina, salud y ciencias ambientales. Si bien en los últimos años el IIBCE ha mejorado su presupuesto, hace 30 años que no aumentan los cargos: sólo 76 son presupuestados, 177 tienen contratos a término y 55 trabajan honorariamente.

En una carta publicada a fines de abril, los jóvenes investigadores del IIBCE plantearon que la institución no está logrando retener a los científicos. Pese al alto nivel de formación, ganan 100 y 160 pesos por hora. Por otra parte, después de los cuatro o seis años durante los cuales pueden ocupar esos cargos, el IIBCE no tiene forma de quedarse.

La carta fue entregada a la ministra María Julia Muñoz y a otras autoridades del MEC, quienes a fines de abril recorrieron el Clemente. Las negociaciones siguieron en diferentes ámbitos. El 13 de mayo los jóvenes fueron al Parlamento, plantearon la necesidad de incrementar el presupuesto y los diputados de la Comisión de Educación y Cultura se comprometieron a transmitir las inquietudes al MEC.

Esperanzados

De cara a la elaboración del presupuesto quinquenal, el instituto hace una solicitud “con los pies en la tierra”, explicaron a la diaria Pablo Zunino, presidente del Consejo Directivo del IIBCE, y los investigadores Raúl Platero y Natalia Manisse. El presidente Tabaré Vázquez se comprometió a elevar el presupuesto destinado a ciencia y tecnología, de 0,4% del Producto Interno Bruto a 1%. El IIBCE solicita un incremento que no llega a duplicarse.

En 2014 el presupuesto del IIBCE fue de 118 millones de pesos, de los cuales 92,5% correspondió a sueldos. Zunino expresó que ese dinero da para un funcionamiento “de supervivencia” y que los fondos para investigar los consiguen los investigadores por medio de fondos concursables. Recordó que a lo largo de su historia el IIBCE “tuvo una trayectoria muy importante en la incorporación de nuevas tecnologías”, lo que fomentó “la irradiación de la adquisición de nuevas tecnologías al medio”, y que mantener ese rol hoy es muy difícil. La solicitud presupuestal es progresiva a lo largo del quinquenio y está asociada a objetivos. Además de solicitar fondos para equipamiento, se piden para reforzar la actividad de difusión científica que realiza el instituto, que anualmente recibe a 1.000 escolares y liceales. Se buscará profundizar una tarea que ya realiza, que es la contribución a la formación de maestros y profesores.

Los entrevistados consideraron que las dificultades presupuestales del IIBCE son compartidas por otras instituciones (aunque sus salarios están por debajo de los de investigadores de la Universidad de la República, que ya son bajos) y que es necesario dinamizar el mercado laboral, haciendo que empresas públicas y privadas contraten más científicos. Científicos no sobran: Uruguay debería duplicar el número de investigadores para alcanzar los porcentajes que tiene la región, los que a la vez son bastante inferiores respecto a los países desarrollados, dijeron, y consideraron que para generar un sistema de competitividad es imprescindible contar con científicos, que no se forman de un día para el otro. “La imagen es casi contradictoria. No podés decir que vas a generar un sistema de competitividad y por otro lado ver que a los que te podrían aportar innovación y conocimiento a este sistema les estás pagando 100 pesos la hora: no es congruente”, consideró Platero.