El equipo de Arias disimuló ausencias y volvió a ganar por el Clausura con un 4-1 ante un acalorado Cerro. Encontró un penal dudoso y rápido, fue efectivo en el primer tiempo, inteligente para rearmarse en el segundo y letal al final. Metió unos puntitos en el colchón de la permanencia del año venidero, que arrancará con los bohemios abajo. Los albicelestes se quedaron sin ideas poco después de descontar y ponerse a un gol, e hipotecaron hasta las ganas cuando Silveira se hizo echar. Desesperados y en zona de descenso, en dos semanas se las verán con un rival directo: un tal Rampla Juniors.

Arias se ganó el pan y la paz con el ingreso de Colombino, que entró para transformar un 4-2-3-1 en un 4-3-1-2 que mejoró la contención. El volante hizo de tapón y anuló el juego de un encendido Abisab, un más intermitente Aníbal Hernández y de Urruti, que llegó desde el banco cuando se lesionó Ravecca. Los albicelestes, que descontaron por Regueiro antes del entretiempo, ya no generaron situaciones de riesgo. Se volvieron previsibles entre centros notablemente defendidos por Galain y Maxi Olivera, al que Arias puso de central ante las ausencias de Bueno, Quagliotti y Paulo Lima, que está en duda para el partido del jueves por la Libertadores.

Recuperada la tranquilidad, los bohemios repitieron el fútbol ofensivo de los primeros minutos, ésos en los que aparecieron el penal que Gastón Rodríguez aprovechó para el 1-0 o desbordes como el que generó el 2-0 de Bellini. Sin Rodríguez ni Albarracín, Riolfo tomó las riendas, se juntó con ese jugador exquisito que parece ser Matías Santos y con Reymúndez. Los primeros marcaron el tercer y el cuarto tanto. Sin banco de peso ni cambios a tiempo, Cerro inquietó tarde y padeció a Burián. Silveira le pegó a Riolfo y se ganó una roja indiscutible, como para que los últimos minutos fueran los del reencuentro de Wandereres, el gol y el toque. ¿Augurios de un jueves feliz?