El presidente estadounidense, Barack Obama, pidió “aumentar la transparencia”, y el Congreso votó en 2014 una ley que obliga a los servicios secretos a revisar si se podía publicar alguno de los cientos de documentos encontrados en Pakistán después del operativo en el que Estados Unidos mató a Bin Laden el 1º de mayo de 2011, recuerda la ODNI en su página web.

La difusión de la “biblioteca de Bin Laden”, encontrada en la casa que ocupaba con su familia, ocurrió poco después de que el periodista de investigación Seymour Hersh publicara un artículo en el que cuestiona la versión oficial sobre la muerte del líder de Al Qaeda. La Casa Blanca negó que sean ciertas las conclusiones a las que llega la investigación de Hersh, publicada en la revista London Review of Books. El artículo aseguraba, por ejemplo, que el gobierno de Pakistán estaba al tanto del operativo y que colaboró con éste. Hersh también asegura que Bin Laden estaba preso en la casa en la que vivía y que el gobierno paquistaní lo extorsionaba con la complicidad de Arabia Saudita.

Aunque es difícil comprobar la exactitud de la traducción de los documentos publicados ayer y su origen, su contenido confirma la versión estadounidense sobre el asesinato. Sin embargo, el vocero de la CIA Ryan Trapani recordó que el proceso para desclasificarlos empezó mucho antes de que se publicara la investigación de Hersh, y que no se hizo en respuesta a la nota.

Uno de los documentos desclasificados es un formulario de adhesión a Al Qaeda, que empieza por preguntar cosas básicas, como el nombre, el apellido y la edad. Luego, el documento incluye la pregunta sobre “cuánto tiempo prevé permanecer en la tierra de la jihad”, el nivel de educación alcanzado y los centros de intereses. Hay toda una serie de preguntas sobre religión, conocimientos del Corán, qué partes de éste prefiere o se sabe de memoria y quién le impartió educación religiosa. Otras preguntas revelan necesidades de la organización, que considera relevante si el aspirante a integrarla tiene amigos o familiares que “trabajan para el gobierno” y si ellos estarían dispuestos a “colaborar”. También se nota el interés en expertos en química y comunicaciones, dos ámbitos en los que Bin Laden opinaba que Al Qaeda necesitaba profesionales, de acuerdo con las cartas publicadas.

Otra preocupación del dirigente refiere a la seguridad. El hombre más buscado por Estados Unidos durante casi diez años pide, en una carta en la que da instrucciones para llevar a Pakistán a una de sus esposas, que estuvo detenida en Irán, que se separara de toda su ropa y pertenencias al dejar el territorio iraní para evitar que le introdujeran algún dispositivo de espionaje, y que los traslados se realizaran en días nublados para evitar ataques de drones. En el mismo sentido, el formulario de Al Qaeda pregunta al aspirante si tuvo condenas judiciales o problemas para llegar al país (supuestamente, Pakistán), y si usó un pasaporte falso.

Varias cartas son intercambios personales de Bin Laden. Algunas están destinadas a una mujer a la que llama “hermana”, que estaba en Egipto. La felicita por la caída del presidente Hosni Mubarak en 2011 y habla de los planes para un encuentro con ella. Varias cartas son intercambios con uno de sus hijos, Hamza, considerado su favorito y del que se desconoce ahora el paradero. Los intercambios muestran el afecto entre los dos y la determinación del joven a sumarse a la lucha de su padre, del que fue separado a los 13 años y al que no vio durante por lo menos ocho años.

En los documentos se descubre que Bin Laden quería dar prioridad a los ataques contra funcionarios estadounidenses por sobre otros contra policías y militares de países árabes, y dejar para más adelante la creación de un estado islamista.

Además de esos documentos, hay listas de informes parlamentarios estadounidenses encontrados en la residencia y de libros -entre ellos, una larga lista de publicaciones conspiracionistas sobre los atentados del 11 de setiembre-, uno del lingüista estadounidense Noam Chomsky.