En 2014 se suicidaron en Uruguay 601 personas. “Es la principal causa de muerte violenta”, explicó ayer Ariel Montalbán, responsable del Programa de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública (MSP). La cifra duplica la cantidad de homicidios -262 en 2014- y supera las muertes en siniestros de tránsito -538 en 2014-; además, aumenta en relación a 2013, año en que hubo 545 suicidios. El tema será analizado en una jornada que se realizará hoy en el MSP, por el Día Nacional de Prevención del Suicidio.

La situación se ha mantenido en los últimos 11 años, y las cifras mundiales van en aumento, señaló Montalbán. En 2014 la tasa de suicidios en Uruguay se ubicó en 17,4 cada 100.000 habitantes (en 2013 había sido de 15,8, en 2012 de 17,7, y desde 1998 a la fecha nunca se superó el pico de 2002: 20,6 cada 100.000 habitantes). Las cifras se disparan en algunos tramos etarios, como la franja de 20 a 24 años (la tasa es de 24,7 cada 100.000), de 40 a 44 (27,1) y a partir de los 70 años. Pero preocupa también la tasa de 11,7 cada 100.000 adolescentes de 15 a 19 años. De cada cuatro personas que se autoeliminan, tres son varones.

Ajustes

Montalbán anunció que el MSP se está replanteando el Plan Nacional de Prevención del Suicidio 2011-2015. Dijo que se profundizarán algunas líneas de trabajo y que se incluirán otras. Uno de los ejes a profundizar será la relación con el consumo de sustancias psicoactivas -alcohol, marihuana, cocaína, psicofármacos-. Las prestaciones en salud mental que se implementan desde 2011 se adecuarán. Preveían atender usuarios de pasta base, y ahora lo ampliarán al consumo de marihuana y alcohol.

Mencionó la asociación con la violencia de género por sus dos vertientes -los suicidios de quienes cometen feminicidios, y por parte de víctimas que sufrieron abusos sexuales en su infancia-, lo que se abordará en conjunto con las áreas de Género e Infancia del MSP.

Hoy se presentarán datos preliminares de la notificación obligatoria de los intentos de autoeliminación que deben hacer las instituciones de salud, que, además de reportar los casos, deben coordinar una consulta con el equipo de salud mental dentro de las siguientes 48 horas desde que tomaron contacto con el caso. Montalbán dijo que la notificación obligatoria todavía está en vías de instrumentación (el plan preveía que estuviera lista en 2015) y que se está trabajando en la elaboración de un protocolo para saber cómo actuar cuando la persona que cometió el intento de autoeliminación no concurre a la consulta.

Los suicidios ocurren con mayor frecuencia en el interior del país, por eso el MSP propondrá la constitución de grupos departamentales con contacto permanente con el programa de Salud Mental. Se entiende que es clave trabajar interinstitucionalmente y profundizar el acceso a los servicios de salud.

Barreras

El grupo “Comprensión y prevención de la conducta suicida”, que reúne a docentes de la Universidad de la República y del programa de Salud Mental de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), presentará hoy una investigación titulada “Intentos de autoeliminación en adolescentes en Uruguay: percepciones de los recursos humanos en salud en puertas de emergencia de ASSE”. Alicia Canetti, psiquiatra integrante del grupo, explicó a la diaria que encontraron en el personal de salud “una situación de mucha ambivalencia y de mucho rechazo en aquellos casos en los que la conducta no implica daño físico o es grave. El recurso que trabaja en emergencia está formado y se siente en condiciones de resolver lo que toca al cuerpo, a lo biológico y a lo que sea grave, porque su discurso es que tiene que salvar vidas”. Comentó que los casos que no tienen un impacto fisiológico importante “quedan en un último escalón de la jerarquía de atención en la emergencia”, e identificó en eso “una barrera que muchas veces hace que se subestime la situación, y estás perdiendo casos en los que, de repente, en esa oportunidad no pasa nada, pero en la próxima sí”. Se identificó además que “hay un divorcio importante” del personal de emergencia con el sector de salud mental, porque “la idea es que todas esas son situaciones que tiene que atender salud mental”, y que no siempre hay un psiquiatra o un psicólogo en la emergencia. Canetti indicó: “La conversación es un acto terapéutico en un paciente que tiene un sufrimiento psicológico: de pronto no tenés que hacer nada con el cuerpo sino escuchar, pero esa escucha no se concibe como una intervención que les competa”. Dijo que es “un mecanismo de priorización de problemas” que los profesionales arrastran desde la formación. Comentó que encontró también mucha sensibilidad y miedos, porque toca experiencias personales, incluso de intentos propios de autoeliminación.

El grupo formulará una serie de recomendaciones para trabajar en torno a las propias creencias y en “romper esa subestimación de situaciones que aparentan no ser importantes”. Canetti señaló que es imprescindible actuar a tiempo y, en el caso de los adolescentes, identificar cuestiones antes de que sean un problema, como la pérdida de exámenes o la exposición a situaciones de violencia doméstica. Mostró su optimismo al decir que son cuestiones que llevan años en modificarse y que ahora hay una mayor apertura a hablar del tema, que por años fue un tabú. Las consignas siempre son: “hay que hablarlo” y “cada caso es evitable”.