La actividad formó parte de un ciclo de debate sobre la integración que proyecta la bancada progresista del Parlamento del Mercosur. Su coordinador, el dirigente del MPP Sebastián Valdomir, explicó que se busca retomar la reflexión política sobre los temas de la integración.

Lo sucedido con Grecia y la Unión Europea (UE) fue un fantasma que rondó los discursos y las reflexiones, partiendo de la base de que el bloque europeo era considerado en muchos ámbitos un modelo de integración para el Mercosur. El primero en explicitarlo fue Gambera. Señaló que hay que “tener en cuenta” lo sucedido en Europa, “donde los poderosos se terminaron imponiendo a los más débiles”. Caetano preguntó directamente si se puede pensar en la integración regional después de lo que le pasó a Grecia, donde “el prestigioso modelo de la UE terminó avasallando el Estado de bienestar, la democracia” y la propia integración regional. Recordó que en un momento en el Mercosur se exigía coordinación macroeconómica y convergencia cambiaria, y planteó si, a partir de lo que le sucedió a Grecia, podríamos pensar en algo similar para la región. “Nunca más le voy a decir a Brasil que asuma los costos del liderazgo tomando como ejemplo a Alemania”, afirmó el historiador, tomando del brazo a Rosinha.

Caetano, que formó parte del grupo de intelectuales y dirigentes políticos que firmaron una carta en contra del Acuerdo de Liberalización del Comercio de Servicios (TISA, por su sigla en inglés), sostuvo que vivimos “tiempos de una ofensiva mercantilista y capitalista durísima, no sólo en bienes sino en servicios”, y que el capital busca la liberalización de las compras gubernamentales, la propiedad intelectual y las normas medioambientales. Dijo que es necesaria una integración “progresista” que debería basarse en cuatro puntos: combatir la desigualdad, profundizar la democracia, defender la soberanía y constituirse en un camino de desarrollo. Respecto de este último punto, Caetano remarcó que “un país vendiendo commodities no llega al desarrollo” y que deben generarse “cadenas de valor de proyección regional alternativas a las grandes transnacionales”.

En cuanto a la democracia, Caetano sostuvo que en Sudamérica “tenemos desacuerdos de régimen y comenzamos a tener confusiones democráticas muy complicadas”. Enumeró los casos de Honduras, Guatemala y México, pero también se refirió a Venezuela, donde el gobierno de Nicolás Maduro inhabilitó a la dirigente opositora María Corina Machado a presentar su candidatura en las próximas elecciones. Esta situación motivó un cruce entre Maduro y el secretario general de la Organización de Estados Americanos, el uruguayo Luis Almagro. Este último declaró a CNN que “las únicas inhabilitaciones las hace el pueblo, las hace la gente cuando no se sostienen los votos para ser elegido para determinado cargo”, y Maduro le respondió instándolo a que defina si está “con los pueblos o con el imperio”. Caetano no mencionó casos específicos, pero advirtió que “hay situaciones que se están dando en Venezuela que no se admitirían de ninguna manera en nuestro país”. “Cuando lo empezamos a decir se nota cierto malestar, parece que no podemos decirlo, y hay que decirlo”, remarcó. Gambera retrucó que “son problemas de los venezolanos” y que “el principal problema es la concertación de derecha que opera en Venezuela y en Brasil”.

Brasil fue también motivo de referencias en la actividad. Caetano planteó su preocupación por lo que está pasando en ese país. Rosinha coincidió en que “todos tenemos que estar preocupados por Brasil”. “Lo que está ocurriendo en Brasil es el laboratorio del golpe constitucional”, sentenció el alto representante, y lo comparó con lo sucedido en Honduras, y en Paraguay con la destitución de Fernando Lugo. “Ese laboratorio tiene alguien detrás: toda la derecha internacional y el capital”, agregó, y dijo que un eventual retroceso, derrota o golpe en Brasil sería “fatal para América”. “Hay una gestación de un golpe, está el huevo de la serpiente colocado en el proceso político”, alertó. Dijo que en el segundo gobierno de Dilma Rousseff cobró fuerza la derecha porque no se logró “radicalizar la democracia en puntos en los que era necesario radicalizarla” y “no se dio la disputa ideológica”.

No faltaron las críticas al estado actual del Mercosur: “Las agendas nacionales se tragaron la discusión de los temas. De avance, poco y nada hubo”, evaluó Gambera. Algunos consideraron que debería haber un “sinceramiento”, otros una “autocrítica” y otros una “conciliación” en el bloque, pero más allá del término, coincidieron en que debe rediscutirse su rumbo. Caetano planteó que es necesario un “sinceramiento”, pero no para plantear a continuación la necesidad de la flexibilización comercial sino para “reformular el pacto”. “No hay nada menos progresista que amparar el statu quo actual del Mercosur”, consideró. Al mismo tiempo, los oradores reafirmaron la importancia de la integración regional tanto para las negociaciones comerciales con terceros y la producción con valor agregado como para la construcción de ciudadanía regional e integración cultural. “No sé con qué base material alguien puede pensar que Uruguay puede negociar de igual a igual con alguien si no es desde un bloque”, afirmó Gambera.

Rosinha hizo hincapié en las resistencias que generan los intentos de construir ciudadanía en el Mercosur. Afirmó que la aplicación del Estatuto de la Ciudadanía del Mercosur se demoró porque el capital “no puede esperar, pero las personas sí”. Indicó que la resistencia al Parlamento del Mercosur se debe a que éste “puede crear la conciencia de pertenencia al bloque” y que sin un parlamento con representantes electos directamente “hay un déficit democrático enorme en el Mercosur”.