“¡Nacionalización de los derechos de la obra de Jorge Luis Borges!”, pedía el colectivo La Bioy Casares en 2011, cuando se difundió la disputa entre el escritor argentino Pablo Katchadjian y los abogados de María Kodama, viuda y heredera del autor de Inquisiciones. Todo había surgido en 2009, cuando Katchadjian publicó El Aleph engordado, en el que tomó el cuento de Borges y lo intervino para ampliarlo y generar un nuevo texto. El libro -que contó con una tirada de 200 ejemplares-, y esto no es menor, formó parte de una trilogía argentina inconclusa, de reescritura de textos centrales del canon argentino, de la que se editó El Martín Fierro ordenado alfabéticamente. Desde el propio título y desde la “Posdata del 1º de noviembre de 2008” con la que concluye el libro, se explicitaba el procedimiento que empleó el escritor: sin ánimos de fraude, se explicaba que el libro era una reescritura del célebre -y escolarizado- cuento de Borges, al que se le agregaban 5.600 palabras, a las 4.000 del cuento original.

Dos años después, María Kodama inició una querella legal contra el autor, acusándolo de defraudación de la propiedad intelectual -plagio-. Y si bien Katchadjian fue sobreseído, la querella continuó. En segunda instancia la confirmaron, pero los abogados de Kodama volvieron a apelar. La semana pasada la Cámara de Casación -Tribunal de Apelaciones argentino- dio marcha atrás, y procesó al autor con un embargo de 80.000 pesos argentinos. Katchadjian apeló, con el apoyo de toda la comunidad literaria detrás, pero el caso parece habérsele complicado.

Las adhesiones al escritor aumentan en alephengordado.blogspot.com y en Facebook: hay más de 2.500 artistas que han expresado su apoyo a Katchadjian, entre los que se encuentran Ricardo Piglia, César Aira, Sylvia Molloy, Hebe Uhart, Sergio Bizzio, Alan Pauls, Mario Bellatin y los uruguayos Ercole Lissardi y Dani Umpi.