“Nosotros inventamos estas cosas pero ahora queremos hacerlas mejor, buscar caminos de autonomía, no un depósito, por bueno que sea, por bien atendido y por buenos equipos que tengamos, que sea el lugar al que se concurre para terminar vegetando”. La frase es de Marina Arismendi, titular del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), y la dijo ayer en la presentación de la conferencia que dio Volker Busch-Geertsema, coordinador del Observatorio Europeo sobre Personas Sin Hogar. Arismendi se refería a la estrategia predominante de atención para las personas en situación de calle, que este invierno tiene 1.760 plazas en refugios. La modalidad es cuestionada por la institucionalización que implica para las personas, las escasas posibilidades de desarrollarse, la pérdida de la privacidad y las habilidades que implica la gestión de un hogar. La ministra mencionó que habrá personas a las que habrá que acompañar “hasta el último día de sus vidas”, pero agregó: “Veamos cómo vamos a acompañarlas, no solamente estar, traer la comida, lavarles la ropa, porque de lo contrario estamos generando crónicos; nosotros mismos estamos colaborando, contra nuestro sentir y nuestros deseo, a crear crónicos de calle”.

Busch-Geertsema llegó a Uruguay el lunes, invitado por el Mides, visitó refugios y ayer dio una conferencia a técnicos que trabajan con personas en situación de calle y a representantes de organizaciones vinculadas. Presentó los resultados del proyecto Housing First (la Vivienda Primero), que propone que las personas sin hogar accedan directamente a una vivienda, sin tener que pasar por dispositivos como los refugios, que les pueden debilitar su autonomía y donde “el paso hacia la vivienda independiente puede no ocurrir nunca”. La propuesta es “ponerle fin al sinhogarismo en lugar de gestionarlo”, subrayó. El estudio de la implementación del Housing First Europe se hizo en cinco ciudades durante dos años. Busch dijo que en la mayoría de los casos (entre 80% y 90%) las personas pudieron sostener sus viviendas, en las que vivían solos, con al menos una visita semanal de técnicos y con personal disponible por vía telefónica las 24 horas. El experto señaló que el problema de la situación de calle se debe al déficit de políticas en otras áreas -Arismendi asentía- como los problemas de acceso a la vivienda, la falta de políticas que preparen a las personas que salen de prisión, los dispositivos para atender a personas con patologías mentales, por ejemplo. Como consecuencias de la investigación, Busch alentó la vivienda independiente y alegó que se hace un uso más eficiente del dinero, porque el otro esquema requiere costos para el sistema judicial, policial, de salud, de hospitalización y, fundamentalmente, costos humanos. Recordó que el derecho a la vivienda es un derecho humano fundamental.

Varias de las preguntas de los asistentes refirieron a los costos y a cómo aterrizar estas ideas al tercer mundo. El experto pidió no copiar esquemas pero insistió en que los otros esquemas también son costosos. Arismendi mencionó que el costo de un hogar para madres con niños es de 25.000 pesos mensuales, y calculó que mantener en un refugio a una madre y sus tres hijos cuesta 100.000 pesos por mes hoy; entonces preguntó si por esa plata “no puede tener vivienda, alimentación y un trabajador social que vaya todos los días”. Y dejó entrever que se está proponiendo otro esquema. Delegó el detalle a Federico Guerrero, director de los Programas de Calle del Mides, quien anunció a la diaria que “se pretende avanzar en un piloto de vivienda asistida o vivienda acompañada” para mujeres con niños y para mujeres y hombres solos, para los que se propone “una vivienda individual o colectiva pero de no más de dos personas”, puntualizó.

Guerrero aclaró que la decisión final dependerá de las discusiones presupuestales, pero el objetivo es “arrancar en 120 cupos para varones y mujeres solas y unas 40 soluciones habitacionales para mujeres con niños”, y aclaró que si las mujeres tienen tres niños, como tienen en promedio, esas 40 soluciones se podrán extender a 120 (contabilizando a los hijos). El costo será absorbido por el Mides y se instrumentará inicialmente en Montevideo, donde están 1.500 de los 1.760 cupos de refugios. Para atender a los niños se desplegarán acuerdos institucionales que permitan el acompañamiento, el acceso a la salud y guarderías. En el caso de personas con patologías mentales, dijo que es una dimensión más del trabajo y que se pensará en el acompañamiento psicoterapéutico.

Dijo que el modelo “puede colaborar y dar una respuesta más definitiva, sobre todo a esto de la puerta giratoria, la gente sale y entra a los refugios porque no termina de acomodarse, por lo que implica la convivencia con 30 personas”. Insistió en “lo que genera como persona tener un techo: éste va a ser tu lugar, acá podés planificarte, proyectarte, algo que cuesta mucho desde la incertidumbre que genera la calle”.