Este libro reúne una docena de relatos que, de un modo u otro, se relacionan con la capital argentina. Tratándose sobre todo de cuentos de ciencia ficción, no necesariamente se refieren a una urbe similar a la actual, sino también a ciudades futuras o paralelas. Los argumentos son variados, pero entre los temas que se repiten y el lenguaje rioplatense es posible encontrar claros signos de identidad. Hace ya varias décadas, el crítico Pablo Capanna señalaba que los argentinos escribían ciencia ficción a partir de la literatura anglosajona del género. Es discutible si eso fue cierto en determinado momento, pero claramente ya no lo es. En Argentina se escriben excelentes relatos con personalidad propia. Si alguien tenía dudas, este libro se encargará de despejarlas.

Buena parte de los escritores y editores de ciencia ficción coinciden en afirmar que la literatura que escriben y promueven es la que mejor refleja las preocupaciones del presente. Esto ocurre porque el género hace extrapolación de situaciones actuales y, poniendo un pie en lo fantástico, siempre mantiene otro en la realidad (aunque no todos tengamos la misma idea de “realidad”). Si todo eso es cierto, uno tiene derecho a preguntarse cuál es la imagen que los escritores de Buenos Aires próxima nos dan de la sociedad en que viven, y cuáles son sus preocupaciones.

Un intento de síntesis me señala lo siguiente: orden opresivo, deshumanización, sueños postergados, inseguridad. Más o menos por ahí andan los temas. Antes de que alguien se moleste (algo tan común en tiempos de crispación política), creo que esto no se relaciona con un gobierno o un partido, sino que va mucho más allá.

En todo caso, el nivel general es buenísimo, pero hay cuatro cuentos que, para mi gusto, se destacan sobre el resto.

Todo tiempo pasado

“Tango Bejerman”, de Juan Guinot, cuenta la historia de dos amigos que trabajan en una oficina pública cosiendo expedientes que no tienen ningún valor, una tarea inocua inventada por el gobierno para mantener a la población ocupada (digamos, de paso, que la gracia de usar los nombres Tango y Bejerman es que así se llaman dos programas de administración, muy comunes en las computadoras de las reparticiones gubernamentales y las más tradicionales empresas privadas de Argentina).

En la Buenos Aires distópica de este relato, la gente participa en concursos televisivos para tener la posibilidad de recuperar recuerdos de su infancia. Se sospecha que los recuerdos que se sortean son truchos, y cuando Bejerman descubre una posible fuente de recuerdos verdaderos la trama se complica. Más allá del ingenioso argumento, el relato funciona a las mil maravillas, no sólo por el oficio de Guinot y el final sorprendente, sino también por la multiplicidad de lecturas que permite. Los dos amigos, hastiados de sus empleos, pueden ser interpretados en clave alegórica como componentes de un mismo ser: Bejerman es el que piensa negocios delirantes y Tango el que se preocupa de que los números cierren. Tango es el cerebral, representa la razón; Bejerman se identifica con los sueños, el deseo. El título del cuento, en el que aparecen los nombres de ambos, está en consonancia con el destino que los une. Si a alguien se le ocurriera juntar todas las antologías de relatos de ciencia ficción escritas en español para elaborar, a partir de ella, una nueva y mejor, “Tango Bejerman” no debería faltar.

El tango y los sueños dormidos

“N. Bs. As.”, del matrimonio formado por quienes han elegido llamarse Guillermo Echeverría de Mira y Teresa Mira de Echeverría, se desarrolla en una Nueva Buenos Aires, levantada en un planeta “acuático” llamado Óbelos. Se verá luego que “en realidad no es un mar o un océano, sino un gigantesco ser paracelular que ocupa casi todo Óbelos” (no está muy clara la naturaleza de ese ser: “paracelular” es un término aplicado a las sustancias que atraviesan un epitelio sin entrar a las células que lo forman). Esa criatura, que permanece en estado de hibernación, tiene el poder de materializar los sueños, razón por la cual algunas sectas intentarán despertarlo y manipularlo, al tiempo que otras intentarán que no despierte. De nuevo, como en otros relatos, se plantea una lucha entre el orden y la libertad. También hay androides, animales pintorescos y divertidos seres fabulosos.

En Nueva Buenos Aires los clásicos bares tienen el valor de verdaderos templos, y se ha desarrollado toda una liturgia relacionada con el tango y sus costumbres. El protagonista, un detective que se desempeña en la Central de la Policía Sobrenatural (lugar donde se investiga todo tipo de casos relacionados con fantasmas, apariciones y misterios del inframundo), se enfrentará a un caso que podría alterar la faz del planeta y la vida de la comunidad.

Se destaca la trama: con oficio, los autores logran que en lo que en un principio podía pasar por un detalle decorativo cobre, en el momento justo, un valor estructural. Más allá de un humor amable y aparentemente liviano, es muy interesante advertir que Nueva Buenos Aires, que es como una ensoñación de la verdadera Buenos Aires, se levanta sobre un ser que duerme desde hace milenios y que tendría, si desertara, el mencionado poder. Hay allí una punta muy interesante para el análisis de la verdad y la apariencia, de la realidad y los simulacros, del mapa y el territorio. Es un cuento genial.

Control psíquico

“La máquina del doctor Landart”, de Juan Pablo Cozzi, se refiere a la creación de un ingenio elaborado con fines terapéuticos que actúa sobre la psiquis de las personas. Pero, en su sentido más profundo, es una historia sobre el restablecimiento del orden y los castigos que sufren quienes se atreven a enfrentarlo. Viendo el relato desde esta óptica, se comprenden pequeños detalles que podrían haber pasado inadvertidos, y es fácil admitir después que Cozzi ha realizado un trabajo memorable. La obra funciona también como extrapolación de una realidad actual. La Buenos Aires que se describe es, de un modo conveniente, inmutable: más allá de los cambios futuristas, los usuarios del subte “mantienen el mismo rictus hace décadas, porque nada cambió radicalmente”. El propio narrador, enamorado de una paciente que se desvía de lo permitido, siente sin embargo una pulsión hacia el orden: le molesta que le muevan una mesita de lugar, que una medialuna esté en el plato boca abajo, etcétera. La ominosa máquina es, en su esquema y funcionamiento, la expresión del deseo de integrar al individuo con el medio mediante un control total.

Cartoneros al poder

“Una nota que garpe”, de Néstor Darío Figueiras, es el relato más largo del libro, casi una nouvelle. Se trata de un cóctel de aventura pulp, sexo y ciberpunk que se adapta de un modo muy natural a la realidad de Buenos Aires. Una buena muestra de esto último, por poner un ejemplo, la encontramos en la inspirada invención de un Movimiento Independentista Cartonero, que configura una sociedad con lenguaje, códigos y rituales propios.

El argumento gira en torno a tres noteros embarcados en busca de un reportaje que podría poner al descubierto un importante secreto. Con mucho tino e ingenio, el autor baraja conceptos de antropología cultural, lingüística, teorías evolutivas y, desde luego, como el género lo exige, tecnología de avanzada. La Buenos Aires de Figueras está contaminada por el esmog, pero también por la política, las tribus urbanas, las sectas religiosas y los medios de comunicación que luchan por el poder. El hombre, objeto de nanoimplantes que le sirven para comunicarse de un modo extraordinario pero que también pueden afectar su salud, ha perdido humanidad en una sociedad fracturada. La trama es excelente, las ideas son estupendas, el ritmo es perfecto y el interés jamás decae. Cuando uno llega al final, se queda con ese sabor en la boca que sólo logran provocar las obras absolutamente brillantes.

Laura Ponce (1972), la antóloga, es la fundadora del sello Ediciones Ayarmanot, con el que ha editado dos revistas: Sensación!, en la línea de las publicaciones pulp, que llegó a los cinco ejemplares -de diciembre de 2008 a enero de 2010-; y Próxima (íntegramente dedicada a la ciencia ficción actual escrita en español), que nació en marzo de 2009 y ya va por el número 27. Como narradora, ha publicado en revistas y antologías y es la autora del libro de relatos Cosmografía general (Outsider, 2015). Buenos Aires próxima, que reúne material previamente inédito, es el primer libro de Ayarmanot e incluye, además de los cuatro relatos comentados, “Quedarse afuera”, de Néstor Toledo; “Fecunda”, de Claudia Cortalezzi; “Luz azul”, de Pablo Martínez Burkett; “El último chamán porteño”, de Luis Mazzarello; “En el fondo”, de Ramiro Sanchiz; “Mientras mientes”, de Laura Ponce; “Con la correa corta”, de Hernán Domínguez Nimo; y “Remake Theory #6”, de Juan Manuel Candal.

Tengo la certeza de que esta antología, por su calidad excepcional, habrá de entrar en la historia de la ciencia ficción argentina como un referente ineludible.