“Hay criminales que proclaman tan campantes ‘la maté porque era mía’, así no más, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar ‘la maté por miedo’, porque al fin y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo”.

19.30 del viernes en Colonia. El calor dio una tregua y los primeros termos y mates comenzaron a ocupar la explanada de la Intendencia. Eran termos y mates de los manifestantes que se autoconvocaron por las redes sociales en rechazo al asesinato de Yenny Chico y contra la violencia de género “y todas las violencias”. Algunas gurisas no tan gurisas repartían unos volantes a la gente que se acercaba y otras pintaban carteles con silvapenes, mientras la típica pasmosidad coloniense iba dando paso a centenares de manifestantes que, en un número cercano al millar, sobre las 20.15, partieron en silencio pero firmes por la principal avenida, General Flores, rumbo al Río de la Plata. “El amor no mata” y “ni una vida menos” decían algunos de los carteles recién escritos que desfilaron junto con una pancarta de la Coordinadora de Psicólogos de Colonia y las banderas del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay que llevaban las compañeras de trabajo de Yenny. Mucha gente para tratarse de una ciudad de 26.000 y pico de personas.

Un poco antes de dejar la avenida principal rumbo a su destino, los manifestantes empezaron a hacer palmas, mientras los turistas y los curiosos buscaban enterarse de qué se trataba. Muchos de ellos, cuando veían un cartel que rezaba “ni una menos”, se sumaban con sus manos desde las veredas.

La marcha dejó atrás la avenida y el bello atardecer coloniense para meterse por esas callecitas adoquinadas en las que generalmente sólo se ven turistas en busca de ofertas gastronómicas y músicos callejeros. Algunas mozas sumaron sus manos a la protesta desde sus puestos de trabajo.

Finalmente, esos casi 1.000 colonienses llegaron a la Plaza Mayor, en pleno casco histórico de la ciudad de Colonia, donde unos micrófonos estaban a disposición de quien quisiera usarlos. Allí hablaron Mónica Suárez, en nombre de las amigas de Chico, e integrantes de la Asociación de Asistentes Sociales del Uruguay, de la Coordinadora de Psicólogos y del Colectivo Artístico, y cerró la oratoria la escritora Helena Corbellini.

Entre todos

“Marchamos y nos reunimos en esta plaza para decir: no más muertes, no más femicidios. Porque la violencia hacia las mujeres no es un asunto privado, es producto de la violencia social y cultural, y deberíamos empezar por comprender eso para cambiar verdaderamente”, leyó Andrea Pelo Hernández, quien interactuó con Soledad García, en una proclama que lleva el sello del Colectivo Artístico.

El Colectivo Artístico participó activamente en la marcha realizada en esta ciudad en junio de 2015, cuando se hizo la movida internacional “Ni una menos”. En esa oportunidad, encabezaron una movilización con características similares a la del viernes, y lo hicieron con un cortejo mortuorio, interpretando a mujeres asesinadas y a la Justicia con su típico atuendo de ciega, al compás de música fúnebre. Esa vez intentaron denunciar el asunto señalando a la Intendencia de Colonia, a la Jefatura de Policía y a la iglesia católica. Al finalizar dicha movilización, en la misma plaza, una gurisa se incorporó en su ataúd e increpó al público: “Sí, estoy muerta. Me mató tu indiferencia”.

La siguieron el viernes: “Convivimos dentro de un sistema capitalista y patriarcal, donde las formas de vincularnos se establecen como formas de relación de poder entre unos y otros; donde desde niños nos enseñan a competir, a obedecer, a complacer, a callar… pero, sobre todo, a temer”. “Las prácticas patriarcales las reproducimos todos y todas, silenciosamente, todos los días, desde las familias, las escuelas, los hospitales, los juzgados, entre amigos o vecinos, siendo el mayor responsable de la acción reproductora el sistema político”, denunciaron, y proclamaron que “la igualdad entre las mujeres y los hombres, al igual que los niños, debería ser la de libres, no la de valientes ni de víctimas”.

Reclamaron “asistencia y protección eficaz a las víctimas de violencia, sean mujeres, niños, niñas u hombres, detección de casos sin denunciar” y “abordaje y seguimiento integral del conflicto más el monitoreo correspondiente”, además de “ayuda económica y acompañamiento social durante el transcurso del conflicto y el alejamiento y tratamiento adecuado al agresor desde que el conflicto es detectado”.

“Que se incorporen y profundicen […] en los diferentes niveles de la educación la educación sexual integral con perspectiva de género, temática de violencia machista y que se instrumenten talleres de prevención de noviazgos violentos”, dijeron las gurisas. Entre aplausos de la concurrencia, finalizaron diciendo que “hermanas, hijas, compañeras y amigas queremos hermanos, hijos, compañeros y amigos para construir juntos, para animarnos a elegirnos”.

En la marcha también participó la diputada del departamento Mercedes Santalla, del Movimiento de Participación Popular (Frente Amplio), quien manifestó al portal de noticias Coloniaya.com: “Seguimos pidiendo los refugios para mujeres; eso es algo que tenemos pendiente con la sociedad”.

Los volantes que se repartieron al principio de la marcha y se invitó a leer al final tenían el texto que reproducimos al principio de esta crónica, que pertenece a Eduardo Galeano.

Hubo sollozos, sí. Y es que lamentablemente, en 2016, las Llamadas no son lo único que empieza en Colonia.