En el correr de la historia reciente son muchos los pensadores, políticos y militantes de a pie que se han referido a Fidel Castro. En diferentes períodos, y con diversos puntos de vista, quienes brindaron parte de su tiempo a dedicarle unas líneas -o incluso libros enteros- al líder revolucionario son también recordados por cómo lo percibían. El filósofo francés Jean-Paul Sartre, tras su visita a La Habana a principios de los 60, expresó que tanto la Revolución Cubana como la forma de comunicarse de Castro le transmitían nociones de belleza. “Castro no tiene la pretensión de ser un gran orador”, dijo el intelectual al periódico parisino L’Express en 1961, según recoge el libro Absuelto por la historia, del periodista cubano fallecido Luis Báez, en el que también se incluyen referencias uruguayas como las del músico Daniel Viglietti (“con 20 años de edad comencé a sentir gran admiración por Fidel”) y el escritor Mario Benedetti (“Fidel ha cometido errores pero no en la defensa y garantía de la salud y la educación de su gente”).

Tras la muerte de Castro, el presidente Tabaré Vázquez, de gira por Europa, decretó un día de duelo oficial durante el domingo. También anunció en declaraciones a Radio Uruguay que el vicepresidente Raúl Sendic viajará a La Habana para las exequias, ya que él se ve imposibilitado, por asuntos de agenda, a viajar a la isla. De todas formas, aclaró que lo hará “a la brevedad”. El máximo mandatario dijo que tomó “con sorpresa, dolor y pena” la noticia del fallecimiento. “Se trata de una figura que trascendió largamente su país y su revolución y se hizo universal. Con él se va uno de los grandes ideólogos y pensadores de aquel momento, de una revolución socialista”, expresó. En tanto, destacó que la relación entre ambos países va en crecida producto de un mayor flujo de intercambios comerciales “y de algunos emprendimientos en conjunto, como la planta industrial uruguaya en Cuba”. Por su parte, el ex presidente José Mujica resaltó la coherencia de Castro, ya que “vivió como pensaba”. En ese sentido, señaló que “como cualquier hombre grande, es hijo de los dramas, y le tocó vivir las contradicciones de su tiempo”.

“Hay en Fidel y con él, en una parte muy importante del pueblo cubano, una estatura de Quijote, porque le tocó vivir un largo período de su historia desafiando a la primera potencia mundial que tenía enfrente. No es problema sencillo tener coraje de decisión y capacidad de resistencia como para un dilema de esa época”, destacó Mujica.

En el entorno sindical, en tanto, preparan un acto para este martes a las 18.00 en la sede del PIT-CNT, donde se realizará un homenaje bajo el título “Fidel Castro y la Revolución Cubana”. El presidente de la central, Fernando Pereira, recordó en diálogo con la diaria que en 1995, cuando Castro llegó a Uruguay, él se encontraba “haciendo la transición” para ingresar al órgano político de decisiones de la central. “Fue una de las cosas más trascendentes del año; miles de compañeros participaron en la bienvenida. El Pepe [José] D’Elía mantuvo reuniones con él y me acuerdo que lo acompañó Juan Castillo, entre otros, y nos hacían anécdotas de estos encuentros muy emotivos. Es que en nuestra central lo admiraban los militantes comunistas y los que no lo éramos, porque consideramos que un revolucionario como él merece nuestra admiración”.

En 1959, Castro estuvo en Uruguay y colaboró con cerca de 10.000 desplazados por las inundaciones que sacudieron en ese momento al país. Luego en 1995, con Mariano Arana como segundo intendente de Montevideo del Frente Amplio en la historia y con el colorado Julio María Sanguinetti en el primer año de su segundo mandato, el líder revolucionario visitó Uruguay y, además de dar un conocido discurso y recibir las llaves de la ciudad, conversó con el entonces presidente. De aquel intercambio, Sanguinetti recuerda cuando Castro le dijo que él era su “conservador predilecto”, publicó Radio Uruguay. En respuesta a esta especie de halago, el ex presidente trajo de la memoria su contestación: “Comandante, ¿yo conservador? Y tú, que llevas 50 años conservando el poder, ¿qué eres?”. “En lo personal siempre tuve un buen trato con él. Cuando lo invité a Uruguay a que viniera a una visita oficial, era la primera vez que alguien lo invitaba desde [Salvador] Allende. Pensé que había cierta posibilidad de apertura que desgraciadamente se diluyó de manera rápida”, recordó. La Unión Soviética había colapsado en 1991 y en los años siguientes la isla vivió lo que Castro llamó “El período especial”, caracterizado por la incertidumbre política y comercial. Durante este período en particular, el entonces presidente uruguayo, Luis Alberto Lacalle, transcurrió su presidencia con el trago amargo de haber elogiado a Castro cuando tenía 19 años. “Todos lo admiramos cuando bajó de la sierra creyendo que era un libertador, y fue el dictador con más tiempo en la historia del mundo y responsable de más muertes en la historia de América”, declaró el ex mandatario en el auditorio de la universidad ORT en diciembre de 2009. Cerca de 17 años después, su postura no cambió e incluso se radicalizó.

“Es un personaje negativo de los más importantes de la historia de América. Dejó una estela de muertos y torturados en la propia isla de Cuba, donde todavía no se puede comer bien después de 50 años de gobierno comunista. Fue un hombre que todo lo que decía sonaba a falso. Su influencia en la historia del país es maléfica”, juzgó Lacalle en diálogo con Radio Montecarlo. Y siguió: “La cantidad de muchachos que creyeron en la Revolución Cubana y trataron de copiarla en nuestro país y se levantaron en 1963 tratando de imponer una guerrilla en un país donde había libertades absolutas: gracias a esto es que vino la dictadura militar”. La relación con Castro de otro ex presidente, en este caso del recientemente fallecido Jorge Batlle, tampoco era buena. En 2002, cuando en Uruguay reventó una crisis financiera y Batlle dijo que todos los argentinos eran ladrones, Castro se tomó su tiempo para definir al ex presidente como “trasnochado y abyecto Judas”. Batlle rompió relaciones con la isla, que se reanudaron tres años después, cuando asumió como presidente Tabaré Vázquez.