En la contratapa se plantean preguntas referidas, entre otras cosas, a “cómo vivieron aquellas personas que tuvieron que continuar con su rutina diaria, que siguieron yendo a estudiar o a trabajar, que formaron su familia y criaron a sus hijos mientras la dictadura se asentaba”. Pero este libro, del periodista Rafael Rey, en realidad no las responde. El título, excesivo, señala que el tema es la visión del autoritarismo, la guerrilla y la dictadura en Uruguay desde la “mayoría silenciosa” de “gente común”. En rigor, la obra es más bien un resumen, simplificado y no siempre preciso, de acontecimientos políticos ocurridos de 1968 a 1984, en el que se intercalan recuerdos y comentarios de 23 personas que no tuvieron protagonismo en estos. El abanico es bastante amplio, porque hay visiones desde Montevideo y desde el resto del país, y a partir de posiciones políticas diversas (aunque casi siempre próximas a la izquierda), pero los entrevistados son en general gente que estaba de algún modo cerca de la militancia política, personalmente o por vínculos familiares, cuando se produjo el golpe de Estado. Esto aleja al texto, en forma inevitable, de las vivencias de “la mayoría”, porque faltan voces menos informadas o menos implicadas; además está ausente la perspectiva de quienes se fueron politizando después del golpe de Estado, y eso es un obstáculo considerable para la comprensión de la salida de la dictadura.

Por otra parte, la descripción de los hechos que comentan los entrevistados presenta dos problemas de importancia. El primero es que Rey evidentemente trabajó mucho con bibliografía, pero va articulando su narración a partir de fuentes que asumen interpretaciones bastante distintas, y no es posible lograr un relato coherente si, por ejemplo, sobre algunos episodios se le cede la palabra a Clara Aldrighi y sobre otros, a Alfonso Lessa. El segundo es que, dado que las vivencias cotidianas de “gente común” están en su enorme mayoría relacionadas con cuestiones políticas, es invisible el “espíritu de la época” en lo cotidiano y lo cultural, y parece por momentos que todo hubiera sido represión, autocensura y carencias, hasta que de pronto, y por motivos que no quedan demasiado claros, las cosas empezaron a cambiar.

El mérito de Rey es que difunde pequeñas historias significativas y a menudo impactantes, pero nos sigue faltando un historia de la vida cotidiana en dictadura, y este libro no cubre ese hueco enorme.