La canciller de Alemania, Angela Merkel, renovó ayer su liderazgo al frente de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), en la primera jornada del congreso federal del partido que se desarrolla en la ciudad de Essen. La gobernante, que hace dos semanas anunció su intención de postularse a un cuarto mandato como canciller en 2017, fue elegida como líder de la CDU con 89,5% de los votos.

Antes de la votación, Merkel defendió sus razones para ser reelecta en un discurso de una hora y media en el que se presentó como la garante europea de la estabilidad y que, al final, fue aplaudido durante 11 minutos. “2016 no trajo más calma y estabilidad, sino todo lo contrario [...] Nos enfrentamos a un mundo, sobre todo tras las elecciones en Estados Unidos, que necesita reordenarse, en lo relativo a la OTAN y la relación con Rusia”, dijo la canciller.

Merkel hizo un llamado a la unidad de su formación para enfrentar una campaña electoral que, según afirmó, “no va a ser fácil”. Se refirió a la amenaza que representa para su país y para Europa el partido emergente de extrema derecha Alternativa por Alemania, que según los sondeos conseguirá entrar al Parlamento el año que viene. Habrá que luchar “con el corazón”, agregó.

Merkel empezó su intervención refiriéndose a la política de refugiados, uno de los temas que más puso en cuestión su liderazgo en los últimos dos años y que le costó varios puntos de popularidad. Esta vez, su postura fue más dura, en un posible intento de acercarse al ala más conservadora de su partido y a su filial bávara, que le exige hace tiempo un giro a la derecha en materia de inmigración. La canciller aseguró que no todos los migrantes llegados a Alemania podrán permanecer en el país y se comprometió a agilizar las expulsiones de aquellos que no tengan perspectivas de ser admitidos como asilados. También prometió que cada una de las peticiones de asilo se evaluará individualmente y se comprometió a “redoblar los esfuerzos” para integrar en la sociedad a los inmigrantes que precisen protección.

Sin embargo, Merkel fue aplaudida cuando se manifestó a favor de prohibir el velo integral islámico “en los espacios públicos donde es posible prohibirlos”. Argumentó que en una sociedad abierta corresponde estar “con el rostro descubierto”. También fue ovacionada cuando denunció los mensajes de odio que se difunden en internet y dijo que las redes sociales “no deben ser un espacio al margen de la ley”.

Por otra parte, Merkel prometió que no subirá los impuestos si llega a ganar las elecciones y condenó el apoyo de Rusia al presidente sirio, Bashar al Assad, que calificó de “vergonzoso”. Además, culpó tanto al gobierno de Siria como a Moscú por “hundir” al país “en una guerra terrible” y dijo que “es una vergüenza” que no se hayan podido abrir “corredores humanitarios seguros” en la ciudad siria de Alepo. “Algo funciona mal”, dijo, cuando se convocan movilizaciones masivas contra el tratado de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y Estados Unidos pero nadie protesta contra los bombardeos en Siria. Finalmente, la canciller alemana defendió el llamado Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que fue firmado por los miembros de la UE para mantener una unión económica, e insistió en que Reino Unido no obtendrá “beneficios” en las negociaciones para su salida del bloque europeo.