Si están de acuerdo con mi opinión de que JFK (1991) es la más interesante de las películas dirigidas por Oliver Stone, vayan sin miedo: esta nueva obra tiene un tratamiento similar y está realizada con igual competencia. Transcurrido un cuarto de siglo desde la otra, por supuesto que no tiene el mismo sabor de novedad estilística (cine político mainstream a lo Costa-Gavras, impregnado con recursos semidocumentales y que por momentos gana un aire de collage visual de elementos diversos). Por otro lado, lidia con un asunto más candente y abordado con mucho menos controversia fáctica.

Como en JFK (aunque de modo menos extremo), hay constantes saltos temporales. Básicamente seguimos dos líneas: en 2013, en la habitación de un hotel de Hong Kong, Edward Snowden recibe a periodistas de The Guardian y a la cineasta Laura Poitras, a quienes les entrega datos que van a comprobar sus acusaciones acerca del espionaje en gran escala realizado en internet por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. El relato en el hotel (esencialmente una reconstrucción ficcional a partir de imágenes del oscarizado documental Citizenfour, lanzado por la verdadera Laura Poitras en 2014) va llevando a flashbacks intercalados que cuentan algo de la formación de Snowden, su ingreso a la CIA y a la NSA, y su encuentro con distintas realidades que, paulatinamente, fueron cambiando su posición conservadora inicial por la actitud de rebeldía que lo induce a convertirse en informante. En algunos momentos, en los que él u otro personaje sintetizan verbalmente determinado aspecto de la situación de la que nos vamos enterando, la voz suele quedar en over y la imagen se vuelve un ágil montaje ilustrativo de lo que se dice. En esos pasajes, Stone se saca el gusto de yuxtaponer planos con texturas visuales contrastantes (tomadas por cámaras de seguridad, de computadora o de celular, distorsionadas con un exagerado gran angular o achatadas con un teleobjetivo extremo, fantasías gráficas digitales que representan la red de conexiones de datos). Aun en escenas narrativamente más lisas, usa pretextos fortuitos para incluir planos filmados a través de un vidrio, o una toma subjetiva de Snowden con los lentes empañados.

Aunque Stone es tenido por radical, no lo es tanto como para escapar de una lógica medio irritante para quienes vivimos fuera de Estados Unidos: el gobierno espía al resto del mundo -¡uy, qué feos los mecanismos de la política!-; pero pará, incluso nos espía a nosotros los estadounidenses, y ahí sí: ¡escándalo mundial! ¡esto tiene que parar! Más allá de este aspecto de ombliguismo imperial, la película está plantada en una posición acentuadamente crítica. Se insiste en que el terrorismo es un factor secundario para ese gigantesco aparato de vigilancia, que ante todo pretende control social y económico. Hay un agente de la NSA que usa esas informaciones para beneficio personal, en forma corrupta y con impunidad casi asegurada, ya que denunciarlo implicaría revelar la identidad de un agente secreto estadounidense, lo cual es un crimen de traición. Hay una escena en la que vemos a dos agentes charlando en forma distraída sobre cuestiones profesionales y técnicas frente a sus pantallas. En ellas vemos imágenes de explosiones en Medio Oriente, y cuando las herramientas de análisis detectan la confluencia de determinados patrones de conducta en un sujeto, este es sumariamente bombardeado por drones: la prolijidad del entorno y el carácter prosaico de la charla contrastan con las silenciosas nubes de polvo en la pantalla. Esta película de ficción es más clara, más pedagógica y más contundente que Citizenfour.

Joseph Gordon-Levitt está tremendo como Edward Snowden, y capta muy bien esa combinación de inteligencia, firmeza e inexpresiva timidez del personaje real (a quien vemos en los momentos finales de la película).

Snowden, dirigida por Oliver Stone

Basada en libros de Anatoly Kucherena y Luke Harding. Estados Unidos/Alemania, 2016. Con Joseph Gordon-Levitt, Shailene Woodley, Melissa Leo. Grupocine Punta Carretas y Torre de los Profesionales; Life Cinemas Alfabeta; Movie Montevideo, Nuevocentro y Portones; shopping de Punta del Este.