-¿Qué aportes creés que le has hecho a la Cámara de Diputados como presidente?
El Parlamento tiene puertas muy grandes. Hay quienes pueden pensar que son grandes porque quienes trabajan como representantes del pueblo son personas importantes; otros pensamos que esas puertas son grandes para abrirlas y que entre todo el que quiera, a quejarse, a discutir, a proponer y a participar. Por ejemplo, buscamos que el Salón de los Pasos Perdidos sea disfrutado por todos, que tuviese una utilidad para la sociedad. Por eso, por allí pasaron 400 o 500 colonos que vinieron desde todo Uruguay, más de 500 maestros comunitarios, o la Orquesta Juvenil del SODRE, que tocó a puertas abiertas. También la agenda que construimos en el marco de los 30 años de la democracia fue deliberadamente construida con la sociedad civil. Eso tenía otra impronta, de cuestionar esa idea de que el sistema político es el dueño de todas las respuestas a los problemas del país. Invitamos a la sociedad civil a organizarse y traer temas al Parlamento. Eso se concretó en algunos proyectos de ley que comenzaron en la sociedad civil y luego tomaron estado parlamentario, como el Día del Futuro o la regulación de la publicidad oficial. También fuimos responsables con el uso de los dineros. No cuestiono los viajes que realizan los legisladores, pero no hubo ninguna misión oficial organizada desde la presidencia de la cámara.
-¿Cómo evaluás la gestión de Mónica Xavier en la presidencia del FA?
-Como toda experiencia, tiene las virtudes de ser lo novedoso. El FA venía de una situación de inmovilismo. La previa de 2012 era de un FA con dificultades para movilizarse y expresarse, para articular un discurso. A Mónica le tocó la responsabilidad de dinamizar al FA e hizo un gran esfuerzo para que volviera a tener un papel en las discusiones políticas de Uruguay. Hasta antes de Mónica la discusión era entre la oposición y los ministros; no discutían con el FA. Eso fue una gran virtud: convocar a generar espacios con los jóvenes, a tener un FA desde la presidencia con opinión política, tanto para la defensa del gobierno como para la discusión con la sociedad en otros aspectos. Ahí es donde también queda, como en todo proceso, parte de los debes del FA, que no puede solamente resolver las discusiones que le propone el gobierno. El FA debe ser más articulador de un proyecto político de largo plazo, que implica mirar qué sociedad queremos construir, cómo avanzamos en una sociedad más igualitaria, cómo ejercemos nuestro derecho a la igualdad en términos de derechos económicos y distribución de la riqueza o en términos de género.
-¿Hay que cambiar las estructuras del FA?
-El FA ha sido, en síntesis, la coalición y el movimiento, y éste tiene diferentes formas de expresarse. Lo que tendrá que hacer el FA es discutir cómo adecua sus estructuras a esas posibilidades. Lo importante primero es construir los espacios. Ésta es la otra lógica que el FA tiene que cambiar. Hoy cualquier discusión en el FA tiene que ver con una distribución administrativa del poder. Pero acá lo que se trata es de compartir poder, de distribuir poder con otros. Se trata de ampliar las capacidades de elaboración y construcción de poder del FA. Lo que hay que hacer es oxigenar las estructuras, abrir los espacios. Hay que lograr que el FA tenga un mayor caudal de movimiento y gente participando, decidiendo y construyendo con otros. El problema es que a veces estamos medio como enfermos en esta cuestión de cómo dividimos o compartimos el poder de forma burocrática dentro del FA. Creo que últimamente entramos en debates en el FA en los que partimos de la base de que no es posible la síntesis política, o buscamos transacciones para que nuestras posiciones iniciales se mantengan en un acuerdo posterior, y no entramos en el debate de convencer a otro o ser convencido.
-¿Hay atomización de sectores?
-No existen 31 posiciones ideológicas diferentes en el FA. Estamos viviendo una atomización de sectores producto de que cada uno busca construir su rancho a partir de pequeños matices, y ése es el síntoma de la falta de discusión política. Es el dato claro de que no hay debate político de ideas en el FA que sintetice propuestas. La solución al problema es la generación de espacios de elaboración política que permitan trabajar dentro del FA.
-¿Las inhibiciones que tiene el presidente del FA no dificultan que la presidencia sea un cargo atractivo?
-Si de verdad coincidimos en que tenemos un problema en el FA, que está mal y que tenemos que hacer un esfuerzo por reconstruir, recrear y renovar esta fuerza, si esa tarea es tan importante, no tiene comparación pensar en la comodidad de tener un cargo de diputado con asumir la aventura de trabajar dentro del FA. Es mucho más importante esta última tarea que cualquier otra que uno pueda asumir en la política partidaria. Para mí no es un drama renunciar a la Cámara de Diputados para trabajar en el FA. Al contrario, creo que es la responsabilidad más importante para cualquier frenteamplista y militante. No siento que asumir ser candidato a presidente del FA sea simplemente un puente para otras responsabilidades políticas.
-¿Qué hay que hacer con los diputados que desobedecieron los mandatos de la bancada?
-Nos faltó mucha articulación política y mucho diálogo, pero tiene que haber una responsabilidad. Yo no puedo imponer mi visión por sobre mis compañeros. Se discute y después necesariamente hay que generar una síntesis. Los frenteamplistas hablamos mucho de la unidad, pero prefiero hablar de la voluntad de acuerdo, porque eso es lo que permite la unidad del FA. Cortarse solo tiene que tener una sanción que vaya más allá del Tribunal de Conducta Política, también tiene que ser moral. Pero tampoco estoy de acuerdo con que lo que hay que hacer cuando un compañero se equivoca es darle palos. Cuando se equivoca hay que tenderle la mano, hablar más con el compañero.
-¿El FA vive su momento de mayor división interna?
-El FA tiene dificultades porque hemos abandonado las discusiones políticas sustantivas sobre los caminos al futuro por el agravio personal y los posicionamientos sectoriales. Estamos discutiendo con personas de nombre y apellido y no de ideas. Por eso tienen que volver al FA la política, las discusiones de ideas y los debates estratégicos.
-En el PIT-CNT muchos dicen que este tercer gobierno ha sido menos de izquierda que los anteriores.
-Es un gobierno de izquierda que tiene la necesidad de discutir y articular más con el movimiento sindical. Es un debe de este gobierno y del FA. Nos ha faltado articulación política con las bases sociales.
-¿Temas como la capitalización de ANCAP desacreditan al FA?
-Mi abuela decía que el que hace se equivoca. Hay que asumir la actitud de dar todos un paso al frente y asumir los errores que cometimos, y dar cuenta a la sociedad de los errores que se cometieron, de las dificultades por las cuales atravesaron nuestras políticas, pero también ver qué es lo que se ha hecho, no descartando todas las cosas buenas, pero tampoco diciendo que son perfectas. Para eso, tenemos que tener más transparencia y cristalinidad, para poder procesar con la sociedad los motivos de las cosas que salieron bien y mal.
-¿La polémica por el título del vicepresidente Raúl Sendic le hace daño al FA?
-Él dice que hizo el curso y es licenciado. Una de las cosas más importantes es la credibilidad de las personas. Cuando lo que uno dice es lo que hace, y también cuando lo que uno dice es como uno vive. No se puede tener un discurso y vivir de otra manera. Todo este hecho le hace mucho daño a Sendic. Si utilizó el título de licenciado y no lo es, es un error muy grande. Pero veremos si es o no es.
-¿José Mujica puede ser candidato a la presidencia en 2019?
-2019 está muy lejos, pero aspiraría a que ese año el FA pueda tener una propuesta diferente de la que ha tenido hasta ahora. En 2019 veremos.