Antes del ensayo general, y mientras se cerraban los últimos preparativos, el británico Patrick Flynn, director general de Koozå:, habló con la diaria sobre el espectáculo con el que el Cirque du Soleil desembarcó en Montevideo, y sobre la impronta que identifica a esta compañía circense que busca conectar a los espectadores con sus quimeras.

Después de muchos años de “hacer circo innovado y recreado, queríamos volver un poco atrás y mirar de dónde salimos y dónde empezamos”, explica Flynn. A partir de esa premisa surgió la idea de dedicar un espectáculo al circo tradicional o clásico”, identificado por “las grandes acrobacias, los grandes números de complejidad y peligro, y los payasos. Ésos son los dos elementos claves de Koozå”.

En lo vinculado con la primera característica, el director señala el número de equilibrismo con sillas, en el que un artista va formando una torre con ellas y subiendo de una a otra. “Es extremadamente delicado”, porque lo hace sin ayuda, “moviéndose con muchísimo cuidado. Diría que es un número muy complejo aunque sea muy simple. Y el público está sin respirar un rato por los nervios del momento”, destaca. Es típico en los circos tradicionales que haya distintos niveles de tensión o suspenso a lo largo del espectáculo, y Koozå juega con esos clásicos altibajos como un factor clave. Flynn comenta que “cada número tiene su propio nivel de dificultad por distintos motivos”. Algunas de las tareas de instalación son especialmente complicadas, como las de la rueda de la muerte, que “está suspendida entre los mástiles, de manera que se le aporta mucha más ligereza y la visión del público es muy diferente. Es muy complejo en el montaje, ya que tenemos que respetar el aspecto de la carpa y asegurarnos de que nada se mueva. Por otro lado, el número de contorsionismo no tiene nada de complejidad mecánica, pero implica unos movimientos humanos impensables. Esas chicas trabajan y entrenan toda su vida para hacer sus cuatro minutos sobre el escenario”.

Koozå se estrenó en 2007 y desde entonces no ha parado de viajar por el mundo, pero el británico apunta que se ha ido modificando. “Nos gusta que el espectáculo vaya desarrollándose, cambiando, tomando las características de los artistas que lo componen. Aquí -y creo que es una gran noticia para Montevideo- estamos estrenando un nuevo número de aro aéreo que es espectacular. Ésa es la gran novedad, además de que se incorporaron muchos nuevos artistas al elenco, lo que también aporta cierta frescura e innovación”.

El Cirque du Soleil se posiciona con una propuesta propia muy fuerte, sobre todo en lo que tiene que ver con el armado del espectáculo, ya que se intenta “crear un guion, una estética, un entorno y un ambiente en el que los números se presenten. La base del circo tradicional es número-introducción-número, etcétera. Y el número es el protagonista. Aquí nos gusta tejer la historia y las emociones, sumergir al público en el mundo de Koozå para que, cuando entre a la carpa, se sienta transportado a un lugar de ensueño. Creo que eso es lo que hemos logrado con nuestros shows: equilibrar el teatro con la danza, el circo, la iluminación y la música, de manera que también sea una experiencia muy holística para el público”, afirma.

Un aspecto de esta compañía canadiense del que poco se habla tiene que ver con su decisión de definirse como un “circo social”. El grupo de artistas callejeros que ingresó a las artes circenses en 1984, con malabares, fuegos y zancos, buscaba ganarse la vida en un momento bastante complejo. “Eran chicos de un barrio muy pobre y con mucha desventaja en la ciudad de Montreal. Cuando el circo comenzó a tener éxito y a rendir desde el punto de vista económico, los dueños dijeron que querían devolver algo. De modo que nos involucramos con actividades sociales en todas las ciudades a las que vamos. No lo solemos publicitar porque es algo muy interno. Como aquí la colaboración de la Intendencia de Canelones intervino en una gran parte de nuestra entrada en Uruguay, además de hacer posible que nos presentáramos aquí, nos parece importante contar el trabajo que estamos realizando con ellos, conectando con muchos circenses de la zona y haciendo talleres; ya hemos hecho varias visitas técnicas para que vengan a conocer lo que hacemos. Eso es gran parte del ADN de la empresa, pero es una parte que el público por lo general no ve, ya que suele ser nuestra contribución privada”. Por eso en el ensayo general había cientos de niños, artistas callejeros, trabajadores de Centros MEC y talleristas, acercándose a un mundo que termina conmoviendo a los más escépticos.