Los diputados cercanos al presidente de la cámara baja, Eduardo Cunha, fueron los que comenzaron los cánticos contra la presidenta Dilma Rousseff en la convención del sábado, pero fueron acompañados por gran parte de los presentes, entre los cuales había diputados, senadores y ministros del PMDB, así como representantes de las direcciones estaduales del partido y cientos de delegados de la militancia. Incluso entre los oradores de la convención hubo pedidos de “fuera Dilma”, y hubo quienes pidieron no sólo que el PMDB salga del gobierno sino que, incluso, apoye el juicio político contra Rousseff.

Estos pedidos daban paso al otro grito que fue muy escuchado en la convención: “Temer presidente”. Si Rousseff es derrotada en un juicio político que se enfoque sólo en ella, el vicepresidente y líder del PMDB será quien asuma la presidencia. Incluso la senadora Marta Suplicy, que hasta hace seis meses estaba afiliada al Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff, dijo en el estrado: “Apoyamos, sin sombra de duda, la salida del gobierno cuando antes”.

La convención del sábado pareció dejar claro que la mayoría de los presentes tenía intenciones de abandonar al gobierno. En los días previos surgió una iniciativa en este sentido con el objetivo de debatirla en la convención. Sin embargo, esto no se pudo hacer porque el punto no estaba incluido en el orden del día y, si se trataba, la resolución que surgiera podría ser anulada. Pero el PMDB aprobó una moción por la cual prohíbe a sus integrantes asumir cargos en el gobierno. La otra propuesta, que implica establecer la independencia de diputados y senadores en el Congreso (lo que les permitiría votar en contra de Rousseff en un eventual juicio político), será tratada en los próximos 30 días, al igual que otras iniciativas dirigidas a un alejamiento parcial o total del gobierno.

En reiteración real

Ayer el “fuera Dilma” sonó en las calles. Sólo en la Avenida Paulista, en San Pablo, había cerca de 1.400.000 personas, según la Policía Militar. En Río de Janeiro, según los organizadores, asistió un millón de manifestantes. Hubo movilizaciones en todos los estados y, según varios medios brasileños, asistieron en total más de dos millones de personas.

Entre quienes fueron a las movilizaciones se encontraban varios representantes de la clase empresarial, como el presidente de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo, Paulo Skaf, y muchos políticos opositores. Entre ellos estuvieron presentes los dos hombres del Partido de la Social Democracia Brasileña que se perfilan para ser candidatos presidenciales en 2018: el gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin, y el senador Aécio Neves. Su presencia fue resistida por los manifestantes, en movilizaciones que se han caracterizado por ser apartidarias y en las que se reclamó también la prisión para Lula y el fin de la corrupción. Sin embargo, Lula también recibió un respaldo: el instituto que lleva su nombre difundió una carta de apoyo firmada por varios ex presidentes de la región, entre ellos la argentina Cristina Fernández, el hondureño Manuel Zelaya, el paraguayo Fernando Lugo y el uruguayo José Mujica. Además, se convocaron movilizaciones a favor del gobierno, Rousseff y Lula para el viernes 18 y el jueves 31.

Neves estuvo en la movilización de San Pablo y también en la de Belo Horizonte, su ciudad natal, donde sí pudo dar un brevísimo discurso. “La gente salió a las calles para decir que Brasil merece algo mejor, y vamos a buscar la salida. Hoy, cualquier salida sin la actual presidenta de la República y dentro de la Constitución es mejor que extender este calvario para el pueblo brasileño”, dijo ante unas decenas de personas que le prestaban atención. Antes de las movilizaciones, el viernes, Rousseff dio una conferencia de prensa en la que negó que vaya a renunciar. “La renuncia es un acto voluntario, aquellos que me están pidiendo la renuncia están reconociendo que no hay una base real para pedir mi salida del cargo”, agregó.

Después de las movilizaciones, el gobierno emitió un comunicado en el que destacó la libertad de manifestación, “que es propia de las democracias y debe ser respetada por todos”, y el carácter pacífico de las manifestaciones de ayer, que “demuestra la madurez de un país que sabe convivir con opiniones diferentes y sabe garantizar el respeto a sus leyes e instituciones”.

Quizá la única personalidad de la actualidad brasileña que sí es aplaudida es el juez Sérgio Moro, que lleva adelante la investigación por la red de corrupción en Petrobras en la ciudad de Curitiba, donde ésta comenzó. Su cara estaba en máscaras, camisetas y carteles. Cuando comenzaron las movilizaciones ayer, que ya se preveían multitudinarias, Moro emitió un comunicado en el que consideró “importante que las autoridades electas y los partidos escuchen la voz de las calles”. Agregó: “No hay futuro con la corrupción sistémica que destruyó nuestra democracia, nuestro bienestar económico y nuestra dignidad”.