El Instituto Nacional de la Juventud (Inju), dependiente del Ministerio de Desarrollo Social, presentó un manual sobre sexualidad y derechos sexuales y reproductivos de adolescentes y jóvenes que plantea que para generar políticas y concretar acciones es imprescindible deconstruir y evidenciar las prácticas que violentan a esta población.

La guía está dirigida a los equipos técnicos del programa Jóvenes en Red, del Inju, que promueve el ejercicio de derechos de los adolescentes y jóvenes de 14 a 24 años desvinculados del sistema educativo y del mercado formal de empleo “desde un abordaje integral, territorial y en comunidad”. Fue elaborada por investigadoras de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), y contó con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa). En el librillo se proponen herramientas concretas para que los educadores construyan sus intervenciones desde una perspectiva basada en derechos, género y diversidad. El coordinador general de Jóvenes en Red, Diego Olivera, escribió que “las instituciones y programas públicos deben jugar un rol muy activo en la promoción y la garantía de los derechos y para ello se torna necesario promover las mejores prácticas profesionales en aquellos que acompañan, orientan y ejercen un rol pedagógico” en la vida de los jóvenes.

Una de las investigadoras, Solana Quesada, explicó a la diaria que la violencia basada en género y generaciones en la adolescencia y juventud generalmente es “naturalizada” y por ende “invisibilizada”. “Capaz que Uruguay ha logrado visibilizar más la violencia en la pareja como un problema de todos, que no es de la vida privada”, dijo, pero también asegura que hay componentes que “aún cuesta hacer visibles”, como el acoso callejero y la explotación sexual comercial, que afectan a los adolescentes y jóvenes. Sobre esta última manifestación violenta, dijo que “muchas veces” las víctimas no ejercen su sexualidad desde el “placer”, sino que esta “está contaminada por situaciones violentas que tienen que ver con su sobrevivencia. Para comer, para sentirse mejor por el hecho de acceder a determinadas cosas que de otra forma no podría; en definitiva, para sobrellevar situaciones de la vida diaria”, sostuvo. Quesada aseguró que el manual brinda las herramientas necesarias para “dar respuesta” a estas situaciones. Desde la labor educativa es que proponen dar batalla al discurso hegemónico de estereotipos machistas, paternalistas y violentos. “Qué importante es comenzar a construir relaciones en las que el otro no me imponga qué tengo que hacer” y, si lo hace, entender que no es “natural”. “Tenemos que revertir los estereotipos culturales, pensar en qué mensajes transmitimos”, agregó.

Por los que vendrán

Otra de las caras de la inequidad existente en el país fue señalada por el representante de Unfpa en Uruguay, Juan José Calvo. Se refirió a la tasa de embarazo adolescente, que se mantiene desde 1960, a pesar de que la tasa de fecundidad de la población en general disminuye: 58,2 cada 1.000 nacidos vivos son bebés de adolescentes de entre 15 y 19 años, según los últimos datos del Ministerio de Salud Pública. La directora de Flacso, Carmen Beramendi, explicó que entre las causas entra en juego el ejercicio de la sexualidad, con o sin violencia en los vínculos. Existe una “asimetría importante de poder entre el varón y la mujer, aun en edades tempranas”, sostuvo. En ese sentido, agregó que se debe a una “construcción cultural que va más allá de los protagonistas. No es que cada joven en específico sea un violento, sino que está construido como ser humano en una sociedad en la que la sexualidad está ligada a la violencia física, en la que no media la palabra”.

A su vez, otra de las causas es la “falta de proyectos vitales, donde la maternidad es un mandato social poderosísimo”. Beatriz Abero, otra de las investigadoras creadoras del material, acotó que por este motivo el manual hace explícita la necesidad de generar nuevos modelos; por ello se habla de “maternidades y paternidades”, y se creó un capítulo especial para abordarlo. “Ojalá la maternidad se pueda vivir como algo deseado y sea parte de otros proyectos vitales”, añadió Beramendi. Quesada concluyó que encarar “el proyecto de vida implica tener en cuenta que el ejercicio de la sexualidad va a condicionar sus oportunidades. Si una gurisa tiene 17 años y cuatro hijos es muy difícil” que pueda desarrollar otros proyectos aparte de la maternidad.

Desde el Inju se sostiene que durante la adolescencia y juventud se sustentan “procesos de progresiva autonomía, inicio de la vida sexual y reproductiva, independencia de la familia de origen, formación de parejas y nuevos arreglos familiares”. Dimensiones todas, escribió Olivera, que “no sólo hacen a la estructura y el desarrollo de la sociedad desde el punto de vista demográfico, sino que tienen una fuerte incidencia en la posibilidad de que alcancen con plenitud el disfrute de una buena vida”.