Aunque no son tan conocidos fuera de su país como los Oscar del cine, los Grammy de la música o incluso los Emmy de la televisión, los premios Tony son uno de los galardones artísticos más importantes de Estados Unidos, y su ceremonia, una de las más coloridas. El motivo por el cual no son tan célebres internacionalmente como los otras distinciones es obvio: bautizados en honor a la actriz, directora y productora Mary Antoinette Tony Perry (1888-1946), estos premios celebran las obras de teatro (un arte mucho más difícil de difundir fuera de las fronteras de un país, pese a las posibilidades que abrió internet), y particularmente la escena teatral que gira alrededor de la calle Broadway en Nueva York, epicentro de la dramaturgia estadounidense.

Ayer, cuando el mundo de Broadway se preparaba para celebrar una fiesta especial, ya que se cumplían los 70 años de existencia de este premio -que este año tuvo entre sus nominados a figuras como Jessica Lange, Gabriel Byrne y Lupita Nyong'o-, se conoció la noticia de la masacre del boliche Pulse de Orlando (ver página 8). Inmediatamente, los organizadores de los Tony anunciaron que, si bien la fiesta se iba a llevar a cabo y el show debía seguir adelante, toda la ceremonia iba a ser dedicada a las víctimas del asesinato masivo en esa ciudad del estado de Florida. “Nuestros corazones están apesadumbrados por la tragedia inimaginable ocurrida anoche en Orlando. Nuestros pensamientos van a las familias de los afligidos. Los premios Tony dedican a ellos su ceremonia de esta noche”, expresaron.

Como protesta por la falta de regulación de la tenencia de armas, uno de los factores a los que se atribuye la tragedia, se decidió que en uno de los números musicales de la ceremonia de entrega de premios -proveniente de la obra Hamilton, basada en la vida del prócer estadounidense Alexander Hamilton-, los bailarines que representan a revolucionarios actuarían sin los mosquetes de utilería que incluye esa coreografía.