Luis Cherro usa buzos de talle 58, o sea, diez más que el uruguayo promedio. “A veces las prendas están mal marcadas; dicen que son talle 60 y en realidad son 56. Los probadores y los locales son tan chiquitos que los gordos no entramos. Después nos probamos la ropa en casa y nos damos cuenta de que no nos entra, pero no nos devuelven el dinero”, lamenta. Ese y otros problemas lo motivaron a juntarse con otros, y en 2008 formó la asociación Gordos Organizados del Uruguay (GOU), que hoy preside. Ese mismo año, el entonces diputado blanco Carlos Enciso trabajó con ellos para redactar un proyecto de ley que contemplara las dificultades de los gordos -así se refiere Cherro a sí mismo y a los suyos, sin tapujos- a la hora de conseguir ropa.

El proyecto quedó estancado en el Parlamento durante la legislatura pasada, luego de obtener media sanción, pero en estos días dos legisladoras -también del Partido Nacional- volvieron a presentarlo, por duplicado. La primera, María Pía Biestro, es suplente de Rodrigo Goñi; la segunda, Jimena Nogueira, es número dos de José Andrés Arocena. “El estereotipo de belleza actual asocia el éxito en general a las mujeres jóvenes y delgadas, pero el proyecto es para las prendas femeninas y masculinas”, fundamentó en diálogo con la diaria Biestro, que dijo no estar enterada del proyecto de Nogueira. Ambos ingresaron a la Comisión Especial de Equidad y Género, y el de Biestro se está tratando en conjunto con la de Industria, Energía y Minería.

El texto establece que todas las industrias, tiendas y distribuidores tengan a disposición ropa que contemple “las características antropomórficas de la población, femenina y masculina”, de todas las franjas etarias. ¿Quién definiría esas características? La responsabilidad recaería en el Poder Ejecutivo, encargado de redactar el reglamento; en la discusión del período pasado se manejó la posibilidad de que sea el Laboratorio Tecnológico del Uruguay el organismo que establezca los parámetros. El control estaría a cargo del Ministerio de Economía y Finanzas -concretamente, por medio del Área de Defensa del Consumidor de la Dirección General de Comercio-, que podría actuar de oficio o a partir de denuncias de los consumidores. Las sanciones por no tener los talles que prevé la ley van desde multas de tres bases de prestaciones y contribuciones (que hoy tienen un valor de 3.340 pesos) hasta la clausura por cinco días. Las normas afectan incluso a las ferias “permanentes u ocasionales” y excluyen a las casas de venta de ropa usada y las liquidaciones por saldo, de temporada o por cierre.

Un laburo chino

63% de los uruguayos sufre de sobrepeso u obesidad, según datos que GOU cotejó con el Ministerio de Salud Pública. En los niños, el porcentaje es de 26%. Según el presidente de la asociación, que nuclea a unas 12.000 personas, existe discriminación y estigma cultural con respecto a los gordos. “La obesidad es la segunda causa de muerte en Uruguay. Se nos dice ‘¿por qué no dejan de comer?’, sin saber que es una enfermedad crónica”, explica Cherro. La exposición de motivos del proyecto de ley contempla problemas de salud, pero también otros: “El estereotipo de belleza creado por la sociedad fomenta, sobre todo en la población adolescente, la búsqueda de ese ideal de imagen, provocando en muchos casos trastornos alimenticios como la bulimia y la anorexia”.

La temática también toca el bolsillo. “Hay dos o tres casas de talles especiales, que compran telas berretas y cobran 50% más caro. [...] la tela que compran es marrón o de otros colores oscuros. Cuando hacemos encuentros parece que estuviéramos uniformados”, explica el presidente de GOU. Junto con Biestro, coincide en que 90% de la ropa que se vende en Uruguay viene de China o India, países con “características antropomórficas” muy diferentes a las uruguayas. “Por el trabajo que ha hecho Enciso para el proyecto de ley anterior, sabemos que hay algo de reticencia por parte de los textiles, que dicen que es posible que [de sancionarse la ley] se genere un aumento de costos, pero si hay talles que no vienen de afuera, tal vez se puedan confeccionar en la plaza local”, dice la legisladora. Y agrega: “Se trata de ceder para que haya un ganar-ganar para todos”.