Una habitación del Juzgado de Menores de Bartolomé Mitre, en Montevideo, está acondicionada especialmente con audio y video para interrogar a niños víctimas de abuso sexual, en un tipo de instalación conocido como cámara Gesell. La subdirectora general del Instituto Técnico Forense, Laura Romero, explicó que lo que se busca es que “se abstraigan de la situación” para que el proceso judicial sea menos violento y se evite así la revictimización. El presidente de la Suprema Corte de Justicia, Ricardo Pérez Manrique, la describió como la sala “que aparece en las películas”, y anunció ayer, cuando se inauguraba la que es la segunda cámara Gesell del país (la primera está en el Juzgado de Familia Especializado de la calle Rondeau), que el 23 de setiembre se inaugurará una tercera, en San José, y que se prevé instalar una en el litoral.

Una cámara Gesell es una habitación conformada por dos ambientes independientes separados por un vidrio opaco, doble, de visión unilateral y con un equipo de audio y video para grabar las entrevistas. La persona que está interrogando puede recibir sugerencias de los operadores judiciales que estarán del otro lado del vidrio, por medio de un intercomunicador. Pérez Manrique señaló que se busca no “invadir la privacidad” de la persona que está siendo interrogada. En ese sentido, Romero aclaró que la persona sabrá quiénes están del otro lado del vidrio, e incluso, si quiere, podrá conocerlos.

Romero agregó que es bueno para la víctima porque “no se repetirán las entrevistas ni se preguntarán las mismas cosas, y será una única instancia”. Además, agregó que hay un equipo técnico especializado, conformado por dos psiquiatras, un trabajador social, un médico forense y un psicólogo, que “está empezando” a trabajar con los primeros expedientes, y un protocolo que homogeneiza las pericias al momento de ingreso de los expedientes. Hasta ahora, cada juez determinaba qué pericias debían realizarse. El encargado de llevar adelante el interrogatorio será alguien debidamente capacitado; no necesariamente tiene que ser un técnico, afirmó.

El presidente de la SCJ aseguró que “se abre un nuevo tiempo” y que “vamos por el camino correcto”: “Estamos dando a la sociedad el mensaje de que estos problemas nos afligen, preocupan y generan una gran empatía y compromiso para buscar soluciones”. Por un lado, destacó que los técnicos cuentan con “mejores herramientas para hacer un diagnóstico y dictamen sobre la existencia de abuso sexual y eventual maltrato”; por otro, señaló que se “evita la victimización secundaria”. “No olvidemos que en este tipo de acciones que comete un adulto, muy rara vez” quedan huellas físicas; “la prueba de la conducta está en el lugar más delicado y de más difícil acceso: en el sentir y el espíritu de los niños. Es una materia altamente compleja que requiere especialización, pero también que cuando se actúe se dañe lo menos posible a la persona”, afirmó.