Hace un tiempo, mucho ya, que hago una hipótesis atadita con alambre, en la que vinculo nuestra relación, acción y reacción, de nosotros, los futboleros, con la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) y la que vive buena parte del pueblo brasileño -y capaz que también nosotros- con la novela central de la Globo. Nosotros, los futboleros, como ellos, los televidentes brasileños, no advertimos que se trata de dos dimensiones diferentes, y entonces, pensamos, pedimos, creemos recibir, nos preocupamos y nos involucramos con la vida de la AUF como si se tratara de una cosa nuestra, por vínculo emocional, laboral, amistoso o de consanguinidad, hasta que por fin algunos nos damos cuenta de que, sin ser una ficción, es algo que nos es absolutamente ajeno.
Nuestra lógica, preocupaciones, proyectos, ideas y hasta virtuales discusiones en torno al mundo de la AUF son inocuas, imperceptibles y absolutamente ajenas para la AUF. O sea, está bien calentarse, indignarse, tratar de entender por qué algunos de los clubes que conforman esa asociación tan nuestra pero tan ajena pueden entender que es mejor hacer un negocio por 750.000 dólares anuales, que el mismo, o mejor, por 3.500.000 por año; pero nada podremos hacer más que esperar a ver cómo levantan la mano los dirigentes, quiénes lo hacen por convicción, quiénes bajo presión, quiénes por interés pecuniario propio, quiénes para favorecer espuriamente a un tercero.
El color del dinero
Hablo, claro está, de la casi inconcebible discusión actual en el seno de la asamblea general de la AUF acerca de aceptar el negocio con la empresa Nike que ofrece, en un contrato por siete años, 24.500.000 dólares, a los que hay que sumarles dos millones más si Uruguay se clasifica a los mundiales de Rusia y Catar vistiendo a todas las categorías de las selecciones nacionales masculinas y femeninas de fútbol de campo, la de fútbol de playa y las de fútsal; o renovar con Puma y Tenfield, o con Tenfield y Puma -no sé cómo definirlo-, que ofrecen 750.000 dólares por año, más 500.000 adicionales si se clasifica al Mundial de Rusia.
La aparición de Nike se debe a que este año concluye el peculiar contrato que desde 1998 le otorga a Tenfield, entre otras cosas, los derechos de esponsorización sobre la vestimenta de la selección uruguaya. Posteriormente se negociaron también los derechos de imagen de los futbolistas que estuviesen vistiendo la celeste. Es entonces Tenfield y no la AUF la que hace el negocio con Puma en este caso y la que le hace firmar el contrato que concluye el 31 de diciembre de este año, y que tanto la empresa de Francisco Casal como Puma quieren extender, o impedir que la negociación se haga con otros proveedores.
La semana pasada los clubes se reunieron en asamblea para acercarse a la información de las dos propuestas, y el Comité Ejecutivo de la AUF presentó un cuadro comparativo de ambas que evidentemente arroja una lógica inclinación hacia la oferta de Nike y hace en apariencia inexplicable que alguien alce la mano para seguir con Puma-Tenfield.
Es que, además de los datos ya aportados líneas atrás, hay otras compensaciones económicas que pasan por llegar a los octavos de final en el Mundial, en cuyo caso Nike paga 400.000 dólares contra los 150.000 de Puma; 500.000 y 200.000, respectivamente, si llegan a cuartos de final; un millón de Nike contra 400.000 de Puma si se clasifica a semifinales; o 5.000.000 que les pagaría en caso de ser finalistas la proveedora que surgió en Estados Unidos frente a la mitad que pagaría Puma si la celeste se trajera la copa para la sede ubicada en Guayabo 1530. Hay más: si se cumple la posibilidad verosímil de que la celeste llegue a su título 16 como campeón de América, la pipita pone un palo verde, mientras que los que continuaron la empresa de Rudy Dassler (el hermano de Adi Dassler, creador de Adidas) premiarían al campeón con 200.000 dólares.
Aparentemente, esta noche votarán, entre tironeos y articulaciones de los personeros que acomodan manos subvirtiendo los valores de la organización. Como hay muchísimos que tienen deudas con Tenfield, no sería extraordinario que, como en 1998, se optara por la peor oferta.
Lazos de familia
Hay veces que las dimensiones se pueden cruzar. Entonces el compromiso se refuerza, la preocupación y la alegría no son tan ajenas y las seguridades y certezas se hacen más vívidas. Es que encontrarse primero con Diego Godín y después con innumerables internacionales celestes dando a conocer un “Comunicado oficial de jugadores de la Selección Uruguaya de Fútbol” es como que mientras mirás por la ventanilla del bondi se te siente en el asiento de al lado Glória Pires y te pregunte qué hacer si la quieren engañar otra vez.
La carta de los jugadores, difundida por el capitán y avalada por la posmodernidad mediante un retuit de la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales -la organización por la que el Negro Jefe Obdulio Varela lideró la huelga de 1948-, reivindica con guiños artiguistas derechos propios de los deportistas, como su propia imagen, y se involucra positivamente en la organización de la que es el engranaje central. “Hace años que el plantel de la Selección pelea para reestructurar y profesionalizar la relación de imagen con la AUF, cosa que actualmente estamos tratando con su Ejecutivo, y muy especialmente por democratizar todas sus estructuras, algo que ya es urgente. Si se logra, la AUF podrá servir con mucha más eficacia a las necesidades del fútbol en nuestro país, y poder manejar sus recursos con independencia y potenciarlos. Sólo así se librará del yugo de intereses ajenos y no seguirá vendiendo su rico patrimonio al bajo precio de la necesidad”.
Pero además, emparentado pero trascendiendo el nuevo acuerdo con la proveedora de ropa, y el restablecimiento natural del manejo de los derechos de imagen que cada individuo debe tener, colocan una pancarta de alta visibilidad pidiendo por ellos, pero también por nosotros: “En horas decisivas para el fútbol uruguayo, sólo exigimos que haya dignidad, transparencia y respeto por la gente, por el futbolista y, muy especialmente, por los valores democráticos que siempre identificaron nuestro país, ¡nuestra gente! Estamos a favor del fútbol uruguayo, y no estamos contra nadie, salvo aquellos que quieran atacar al fútbol uruguayo. Dimos y seguiremos dando todo por La Celeste dentro de la cancha y queremos contribuir con un fútbol mejor fuera de ella. Ese será nuestro mejor legado, nuestra mejor herencia para las generaciones futuras, que seguro nos deparan más éxitos. ¡¡Vamo’ Arriba Uruguay!!”.
Esta inesperada y positiva aparición de nuestros jugadores incidiendo, como ya sabemos que lo hacen desde hace años, dentro y fuera de la cancha, es altamente motivadora y fortalecedora de otra dimensión, la del Proceso de Institucionalización de las Selecciones Nacionales, que evidentemente se ha transformado en el gran polo dinamizador del fútbol uruguayo. En ese ámbito, el de las estructuras de desarrollo de nuestras selecciones nacionales -que evidentemente trascienden largamente una formación, una estructura táctica, un resultado o un jugador no citado- está el futuro. Hay que permear ese modelo que seguro proyecta dignidad, transparencia y respeto por la gente y acrecentar la masa crítica que le dé sostén a la organización del fútbol.
¡Vamo’ arriba! ¡Vamos que podemos!