Hasta anoche nadie había reivindicado la explosión que ocurrió el sábado en el barrio neoyorquino de Chelsea y causó 29 heridos, según dijo el jefe de Policía de Nueva York, James O’Neill. Tampoco se sabía quiénes fueron los responsables ni si mantienen vínculos con organizaciones terroristas fuera de Estados Unidos.

Lo que sí aseguraron las autoridades es que la explosión no fue accidental. “Lo que sabemos hasta ahora es que fue algo intencionado, que fue un acto violento y que fue un acto criminal organizado, pero no sabemos todavía si existe alguna conexión internacional”, dijo en la misma conferencia el alcalde de la ciudad, Bill De Blasio. El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, dijo que si bien “no hay evidencias que lo vinculen con el terrorismo internacional”, “obviamente es un acto de terrorismo”. Según medios locales, se están analizando los videos de las cámaras de seguridad cercanas al lugar.

El jefe del Departamento de Bomberos de Nueva York, Daniel Nigro, confirmó, por su parte, que todos los heridos ya fueron dados de alta y que “no hubo daños estructurales” en ningún edificio de la zona.

De acuerdo con los informes de la Policía y de Bomberos, el explosivo se encontraba en un tacho de basura cuando estalló. Unas horas después, a cuatro cuadras, las autoridades localizaron un segundo artefacto, aunque no se confirmó todavía si tenía relación con la primera explosión. Ese mismo día, varias horas antes, otro artefacto explotó en el vecino estado de Nueva Jersey, sin causar heridos. Según De Blasio, por ahora no hay pruebas que confirmen una conexión entre este caso y el ocurrido en Chelsea.

La explosión tuvo lugar en una ciudad que desde hace días vive bajo fuertes medidas de seguridad debido a una serie de actos que la ONU celebra a partir de hoy y en los que participarán 90 gobernantes, vicepresidentes, ministros y otros altos funcionarios. Los líderes se reunirán hoy en una cumbre sobre los refugiados y mañana darán inicio a la asamblea general de la ONU, la última dirigida por Ban Ki-moon, que se retira de su cargo de secretario general después de nueve años en el cargo.

El gobernador Cuomo aseguró ayer que para “reforzar la seguridad”, en una ciudad en la que además viven ocho millones de habitantes, hoy se desplegarán “1.000 policías estatales y de la Guardia Nacional” en los aeropuertos, en las terminales de ómnibus y en las estaciones de metro. En tanto, el alcalde De Blasio pidió a los neoyorquinos que estén “más vigilantes que nunca”, tengan paciencia y “entiendan que en los próximos días habrá una gran presencia policial”, lo que podría afectar la dinámica de la ciudad.