La atención de los medios estadounidenses, centrada en la neumonía de la candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, se desvió el martes cuando el fiscal general de Nueva York confirmó a la cadena CNN la apertura de una investigación sobre la fundación benéfica de Trump para “asegurar que está cumpliendo con las leyes que rigen a las organizaciones benéficas” en ese estado. “Nos preocupa que la Fundación Trump haya incurrido en alguna práctica irregular”, dijo Schneiderman en la entrevista.

La fiscalía neoyorquina manifestó al diario Politico que abrió la investigación “tras conocer las alarmantes transacciones que salieron a la luz recientemente”. Se refería a la investigación realizada por el periodista David Fahrenthold, de The Washington Post, que reveló que la mayoría de las donaciones que Trump presume de haber hecho no procedieron de su fortuna personal. El periodista rastreó a 250 organizaciones que según Trump fueron destinatarias de su caridad: al ser consultadas sobre cuánta plata recibieron por parte del empresario, todas se negaron a hacer comentarios.

Trump creó la fundación filantrópica en 1987. Según la investigación de Farenthold, el empresario donó -de su propio bolsillo- un total de nueve millones de dólares, pero el último aporte personal figura en 2008. Desde ese año, el candidato republicano trabaja con empresarios y donantes privados para recaudar dinero que promete destinar a organizaciones de caridad, pero que en realidad ingresa en las cuentas de la fundación, de acuerdo con la investigación publicada en The Washington Post. Después, Trump entrega a esas organizaciones los cheques firmados con su nombre, aunque el dinero, en realidad, no proviene de él.

Además de desnudar una estrategia que podría rozar la ilegalidad, el esquema construido por Fahrenthold destruye la imagen de filántropo que Trump muestra desde hace décadas y pone en duda su habilidad para hacer negocios, una de las cualidades que más destacó durante la campaña. Cuando el periodista contactó al candidato para pedirle sus declaraciones de impuestos -una tradición de las campañas electorales a la cual Trump se negó-, el empresario le contestó: “Yo no tengo por qué darles mis documentos, pero he donado millones de dólares”. Fahrenthold, entonces, no tuvo otra opción que indagar en las actividades de la fundación.

The Washington Post también detectó dos casos en los que Trump utilizó dinero de la fundación para comprar regalos personales, entre ellos un retrato de él mismo que compró en una subasta por 20.000 dólares, y otros con fines políticos. Entre estos últimos aparece la donación ilegal de 25.000 dólares que la fundación hizo en 2013 a la campaña de la fiscal general de Florida, Pam Bondi, cuando evaluaba la posibilidad de investigar por fraude a la Universidad Trump, algo que finalmente no hizo. Por esta transacción Trump ya pagó una multa.

El caso de la universidad fue tomado por Schneiderman. Este fiscal descubrió hace unos meses que cuando inició esta investigación, Trump donó 100.000 dólares a la organización Citizens United, que había presentado una denuncia contra él.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se refirió a estos asuntos ayer, en un acto de campaña en apoyo a Clinton: “¿Quieren debatir sobre fundaciones y organizaciones de caridad? La fundación de la familia de una candidata salvó innumerables vidas en todo el mundo. La del otro aspirante tomó dinero de otras personas y después lo empleó para comprarse un retrato de sí mismo de casi dos metros”.