Los oradores designados por el plenario intersindical fueron tres: José Gómez, del Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos (SUNCA), Camila Pedreira, de la filial local de la Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria, y Marcelo Olaverry, presidente del Centro Unión Obreros Papeleros y Celulosa (CUOPYC), el gremio de Fanapel.

El representante del SUNCA comenzó saludando el compromiso de los pequeños y medianos comerciantes, que apoyaron la convocatoria cerrando sus locales unas horas antes de lo habitual. Gómez repasó algunas “batallas” sindicales de Juan Lacaze de la historia reciente: habló de la resistencia a la dictadura, de los destituidos de Campomar y Soulas durante la huelga general de 1973, de los 117 despedidos de Fanapel de 1990 y del histórico compromiso de los sindicatos con las luchas populares. En un momento planteó: “Este pueblo ha dado batallas, pero estamos cansados de las promesas”.

Gómez también mencionó algunos conflictos sindicales recientes con otras empresas de la zona, como Pressur, Ecolat, Sudamtex y algunos mataderos, que han cerrado; pero luego volvió a la problemática de Juan Lacaze, que “ya tiene muchos años”. “El pueblo está envejecido, hay que analizar las circunstancias en las que llegamos, y los trabajadores también tenemos nuestras responsabilidades, en las que habrá que pensar. Los cierres de las fábricas tienen efectos inmediatos: los primeros que lo van a ver son los quioscos, los almacenes, las carnicerías, los pequeños boliches de barrio”, manifestó Gómez.

El delegado del SUNCA propuso agilitar los contactos con la Universidad de la República, el Instituto Nacional de Empleo y Formación y el instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT. “Tenemos que generar las condiciones para que los gurises no tengan que irse y para que Juan Lacaze no se transforme en una ciudad dormitorio. Queremos que esta asamblea no sea un último mojón, sino que sea el comienzo de todo un proceso que queremos impulsar”, continuó.

Hay que actuar

Luego habló Pedreira, la delegada de Fenapes. “Esta gran convocatoria enaltece los valores de lucha que han caracterizado a Juan Lacaze”, dijo, al comienzo de su oratoria. En el caso concreto de los centros educativos locales, advirtió por una creciente situación de “precarización”. “No hay recursos para infraestuctura y materiales en los centros educativos; hay cada vez menos grupos y los docentes locales cada vez se ven más obligados a viajar a otras localidades a buscar trabajo”, alertó. Luego continuó: “No hay respuestas o soluciones mágicas, pero hay que acompañarse. En nuestro caso tenemos la obligación de acompañar más que nunca a los alumnos, a sus familias, a los ex alumnos y a sus familiares. Hay que acompañarse, contenerse y proyectarse como comunidad, para superar la incertidumbre. Más que nunca los liceos deberían seguir siendo un lugar de referencia para toda la comunidad de Juan Lacaze”.

Pedreira planteó que hoy, indudablemente, la situación de esta ciudad coloniense “amerita un tono de alerta”. “Pero es importante que ese tono no nos acorrale en la individualidad y el egoísmo, sino que nos invite a redoblar las ganas de resistir y de cambiar. Necesitamos un Juan Lacaze en el que la seguridad laboral deje de ser un desvelo. Necesitamos a los trabajadores, a los estudiantes y a los jubilados todos en el mismo barco y con el mismo compromiso. Acá no hay diferencia de poder y capital cuando se trata de hacer resurgir un pueblo; la conciencia de cambio es de todos. Pero hay que actuar, porque sin trabajo no hay futuro”, dijo la joven sindicalista, en medio de aplausos.

Hora de refundar

La oratoria la cerró Olaverry, dirigente del sindicato papelero, que comenzó con una actualización del conflicto. “Hoy tenemos una Fanapel cerrada, cerrada por empresarios que en los últimos diez años dieron ganancias. Al primer trimestre en que no le cierran los números, deciden bajar la palanca y poner como condición un subsidio del Estado. A estos empresarios no les importa Juan Lacaze y no les importan los trabajadores. Hace unos días tuvimos que escuchar a un gerente general de Fanapel decir “nosotros le damos la vida a Juan Lacaze”; se equivoca el señor gerente: la vida de Juan Lacaze se la dan sus trabajadores, sus jubilados y su gente organizada; no se la dan sus gerentes y menos todavía los malos gerentes”.

De todas maneras, Olaverry reconoció que la empresa atraviesa dificultades, que fueron “oportunamente” advertidas por los trabajadores durante todo 2016 y también antes. “Nosotros no venimos acá a hacer política, pero cuando en 2009 ya denunciábamos que íbamos a tener estos problemas, nadie nos tuvo en cuenta; hoy, cuando tenemos el agua al cuello, sí hemos tenido respuestas, que valoramos, defendemos y abrazamos.

Hoy podemos decir que el Poder Ejecutivo tiene el mismo interés que nosotros en reabrir la fábrica. Es más, el Ejecutivo tiene hasta más interés que nosotros en que reabra la fábrica: porque los trabajadores papeleros hemos planteado que queremos la reapertura pero con un plan viable, con una seguridad de futuro”, manifestó Olaverry.

Y luego profundizó en ese razonamiento: “Los trabajadores papeleros no queremos pedirle 400.000 o 500.000 dólares mensuales al Poder Ejecutivo para que dentro de un año esta misma gerencia diga que precisa 600.000 dólares, porque el problema sigue ahí sin solucionarse. Los papeleros queremos soluciones de fondo. Ni la sociedad de Juan Lacaze ni los papeleros merecemos soluciones que duren dos o tres meses. Cuando Fanapel vea esta imagen, con toda esta gente, va a tratar de usarla para conseguir los beneficios del Estado, pero repito: los trabajadores papeleros no pedimos plata para los empresarios, los trabajadores queremos trabajar en proyectos viables”.

Según dijo, el CUOPYC tiene resuelto en sus asambleas cuál es su posición para salir de este conflicto: el plan A sería la reapertura de Fanapel y que empiecen a trabajar los 260 empleados, con un plan sustentable para el futuro. “Pero somos conscientes de que tenemos que tener un plan B y un plan C, y de que hay que elaborarlos entre todos los habitantes de Juan Lacaze, los actores sociales, los actores políticos y los comerciantes”.

Para lograrlo, según Olaverry, es importante “dejar de pelearnos entre nosotros”. “Acá en el pueblo lamentablemente pasa mucho de que si convoca tal sindicato voy o dejo de ir, o si convoca la alcaldía o el CUOPYC o tal sector político o tal grupo de empresarios. Y mientras tanto, hemos perdido unas 600 fuentes de trabajo en cinco años, la matrícula estudiantil baja cada año y tenemos unos 700 compañeros que viajan todos los días a otras ciudades porque acá no tienen laburo”, se lamentó Olaverry, quien también advirtió sobre el impacto que podría tener esta situación sobre las mutualistas locales.

Para terminar, Olaverry propuso la creación de una mesa local de diálogo interinstitucional, que empiece a analizar propuestas concretas para la generación de empleo. “Como dirigente sindical sería sencillo venir a decir acá que vamos a ocupar la fábrica y que nos vamos a sacar la foto, pero en realidad, como dirigentes sindicales, el mayor compromiso que tenemos es pensar en el día de mañana y en buscar soluciones. Juan Lacaze va a existir si trabajamos todos juntos, sin mirar qué camiseta tiene puesta el otro. Trabajo sobre lo que coincidimos; para discutir de política ya tenemos tiempo, podemos organizar asados y discutir de política. Vamos a pelearnos por política en los asados y vamos a buscar soluciones laborales en los ámbitos que podemos hacerlo. Pero antes tenemos que refundar Juan Lacaze, y hay que hacerlo desde el pie, como decía Zitarrosa”.